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La niñera enamorada

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Karim lo tenía todo: riqueza, dinero, juventud, éxito y atractivo. Las mujeres caían como abejas a la miel y tenía una novia, en apariencia, perfecta.

Su vida parecía completa pero algo faltaba desde que la mujer que lo encandiló hacía un año atrás Stormy, la niñera de los hijos de su mejor amigo, desapareció de su vida para siempre luego de que una vil mentira los separó.

Un año después, la encuentra de casualidad en la más absoluta pobreza. Sin saber que Stormy le ha ocultado un secreto...algo que nunca ha sospechado...

ESTA HISTORIA SE PUEDE LEER DE FORMA INDEPENDIENTE!!!

KARIM ES HERMANO DE PHILIP, PROTAGONISTA DE LA ROBAMARIDOS DE LA SAGA FERRANTE.

LA SERIE DE LLAMA NEW YORK Y ÉSTA ES LA PRIMERA ENTREGA. TIENE CROSSOVERS CON OTRAS SAGAS E HISTORIAS, COMO LA DE LOS FALCONE.

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Capitulo 1. Karim Abdul
— Maldito bastardo— le gritó Stormy al camión que la empapó a ella con la carriola de bebé y todo con agua de lluvia. "Infeliz desconsiderado y sin corazón, ojalá sufras un accidente vial", pensó con toda la rabia de su corazón. Había habido un problema en el subterráneo y estaba llegando con retraso, y su amiga se tomaría especialmente el horario de su comida para recibirla...y éste era acotado. Aparte de que se estaba empapando como nunca en su vida, quizá no llegaría a encontrarla. Al menos era verano, pensó con un grado elevado de ironía. Poco habitual en ella que era una romántica soñadora más que otra cosa, pero con todo lo que le pasó había cambiado un poco. Supuso que las traiciones cambiaban a cualquiera. El día anterior por la tarde había llamado desesperada a su mejor amiga que había accedido a darle un techo junto a la bebé hasta que pudiera resolver sus asuntos. Pese al mal momento que estaba pasando intentaba ver el lado positivo, su tía siempre le decía que mirara la mitad del vaso lleno pero en su situación se le complicaba bastante...Por lo menos su beba aún dormía, y era una niña feliz y sana. Ella la controló, el imbécil del camión no había llegado a mojarla, la cubierta de la carriola y el protector de lluvia la habían protegido. No pudo evitar soltar una sonrisa al observarla tan angelical, sus largas pestañas oscuras reposando sobre sus mejillas redondas. Siempre producía ese efecto en ella cuando la veía con su pelusita castaña en la coronilla y sus ojos de un color ónix brillantes. Era un clon de su padre. Su amiga le dijo que la esperaría para su hora del almuerzo que por lo que había visto en su pequeño reloj estaba llegando a su fin. Trish tenía una hora y ella estaba llegando tarde, pero en el peor de los casos podría esperar en una cafetería cercana, a fin de cuentas eso era Brooklyn. Al menos tendrían dónde quedarse, ella podría conseguir alguna guardería para la pequeña Soya y luego, un empleo para ella. Sino le quedaba seguir dependiendo de las ayudas sociales y ya estaba cansada de todo eso. Había sido una maldita indigente desgraciada toda su vida prácticamente. Primero la casa de acogida y cuando la vida pareció mejorar, se quedó sin trabajo y embarazada. Evidentemente no le había tocado el ticket de la suerte en su vida. La vida no le sonreía sino que se le cagaba de risa en la cara y con alevosía. Intentó mover la carriola hacia la acera, pero era donada y las ruedas se trababan. Maldijo, a su suerte, al universo y hasta al padre de la criatura cuando quedó clavada en medio de la calle y por poco un vehículo la pisa, llegó justo a clavar los frenos sino ella y Soya serían historia. Solo sintió el ruido de los frenos y cerró los ojos esperando el impacto que no llegó, pues el vehículo pudo detenerse. A pocos centímetros pero lo hizo. Karim maldijo, por poco y pisa a la mujer indigente y su carro, seguramente lleno de latas y chucherías. Brooklyn infernal. Nunca hubiera salido de Manhattan si no le hubieran insistido en ver un nuevo emprendimiento de Lucas Taylor en el que podría invertir, era un emplazamiento de casas bellas ubicadas en una zona estratégica de Brooklyn. No era un barrio cerrado pero se le parecía bastante. Apenas tenía tiempo, y se había hecho ese lugar al mediodía porque el socio neoyorquino de Lucas había insistido en participarlo del proyecto. Y las inversiones de Taylor siempre daban buenos réditos. Era verano y el calor era insoportable en NY, y para coronarlo se había largado a llover. Estaba volviendo a su oficina en el distrito financiero y casi pisa a la mujer con ese piloto que la cubría por completo. A él la vida parecía sonreírle, hijo menor de un jeque. Había estudiado primero en Inglaterra y luego en Nueva York. Tenía todo lo que un hombre podría desear con 30 años, un físico trabajado en el gimnasio su cabello castaño y ojos oscuros y su metro 82 junto a su simpatía y riqueza hacían que todas las mujeres cayeran a sus pies. Aunque tenía una novia "formal", una modelo e influencer de una familia de mucho dinero de origen mexicano, con la que prácticamente tenía una relación abierta (al menos por su lado). Y su empresa financiera estaba en ascenso, incluso le habían hecho una nota en el NY Times recientemente. La vida no podía ser mejor para Karim Abdul. Cuando terminara la jornada iría al gimnasio de su edificio, luego llegaría a su casa, abriría un vino añejado de su cava personal posterior a darse una relajante ducha y luego llamaría a alguna amiga con derechos para relajarse más todavía. Sus manos apretaron el volante con nerviosismo. Odiaba el tráfico de la ciudad, más a esa hora y encima con lluvia, ¿qué más le faltaba a ese día? Solo quería llegar a su casa y relajarse de una vez por todas ¿tanto pedía? Cuando casi atropella a esa indigente con el carrito, insultó en árabe. Aunque era un idioma que casi no usaba en los Estados Unidos. Ignoró el sonido de las bocinas, y los otros insultos de los conductores de los demás vehículos y salió del automóvil para ver qué la mujer estuviera bien. La ¿señora? parecía estar en shock. Ahora que se acercaba se dió cuenta de que se trataba de una mujer joven. Se acercó a ella por delante de su vehículo. Se percató que debajo de la capucha del sobretodo que llevaba escapaban unas mechas de cabello del color del fuego. ¡Pelirroja encima! Masculló hacia sus adentros. Siempre daban problemas. No importaba qué. Él se acercó, rápidamente. – ¿Se lastimó señora? Lo último que necesitaba era una demanda civil por atropellar a un transeúnte. Ella se levantó como loca para buscar el carrito. Él pensó que llevaría latas, o cosas de valor de esas que acumulan los indigentes. Algunas personas curiosas se acercaron, supuso que era inevitable en ese tipo de casos –¡Espere señora! Si era una "sin techo" quizá le podría dar algo de dinero...mejor que un juicio sería, seguro. Empezó a buscar en su cartera pero cuando la mujer giró y vió su rostro, su expresión se congeló. –¡Que raro tú! ¿ ahora juntas basura? Sería lo único que te faltaría... La reconoció inmediatamente, era Stormy, valga la redundancia por ese odioso día. Su nombre y ella, todo significaba problemas. Era una vil ladrona que lo encandiló con sus encantos un año atrás. Stormy no podía pronunciar palabra, ¿que mierda hacía ese malnacido en Brooklyn? Evidentemente los Dioses la odiaban Oh si. Estarían en el Olimpo muy divertidos viendo la tragicomedia de su vida. Pues ella solía imaginarse eso precisamente. No un Dios bondadoso no. Un grupo de hijos de puta divirtiéndose con las patéticas vidas de los pobres mortales desde ahí arriba, estaba segura de ello. Él estaba increíble como siempre, lluvia y todo parecía un modelo de una puta revista, y ella una maldita indigente. ¿PORQUEEEEEE??? Se preguntó sabiendo que no había una respuesta para eso. Ella estaba pálida y por un instante él pensó si estaría bien, pero no debería importarle. Ella era una vil ladrona y mentirosa, si estaba en la lona o había salido recién de la cárcel era un problema de ella. Uno tiene lo que se busca a fin de cuentas, pensó con malicia. Estaba girando para volver al auto cuando un llanto lo sacó de sus pensamientos. Llegó a ver cómo ella sacaba al pequeño bulto del carro para consolarlo. Era un bebé, por supuesto.

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