Hasta el último respiro
Un escalofrío acaricio mi columna despertándose de este cansado sueño
abrí los ojos despacio estaba sin nada de ropa solo con una sabana encima mire al lado había un hombre con el que me acoste tendrá unos veintitantos años, debía irme pronto porque podía tener problemas suelen ocurrir bastante por los clientes que vienen al club, son hombres casados con hijos inclusive o molestan de otra ronda y cosas así
me incorpore rápidamente de la cama respire profundo tenia unas enormes ganas de vomitar aún no podía acostumbrarme a esto pronto acabaría, la resaca era intensa mi ropa estaba desparramada por todo el suelo mezclándose con otras que no eran mías, camine por la habitación a paso ligero evitando hacer ruido y me vestí con la ropa que vine una un conjunto con falda y top n***o de cuero, por suerte no había ignorado a Islan y había traído conmigo un abrigo
se removió de la cama aún seguía dormido su nombre era Edgar o eso creía ya que la tequila nos embarrocho bastante pronto, era de un tono de piel blanquecina y un cabello rubio oscuro que hacía juego con las sábanas.
camine por el angosto pasillo y baje por las escaleras sintiéndome un poco mareada
recordé haber llegado como a las 4am con el tipo y no perdió tiempo y pago por una habitación de un motel
tome el primer taxi que pasó y para cuando llegue a mi apartamento ya eran pasada de las 9am, abrí la puerta y me deje caer al pequeño sofá
revise mi celular que estaba vibrando y lo desbloque
—Hola—dije agotada
—Vaya que te dejaron muerta anoche
—espeto islan con una risita
Su comentario no me hiso nada de gracia, al contrario caí de cuenta que esto era repugnante solo quería salir de esta mierda
—¿Katy estas ahí?
—si... solo estoy cansada ya sabes como es esto me iré a tomar un baño y me iré a dormir realmente hoy no tengo ganas ni de asomarme por la puerta nos vemos luego
Deje que el agua cayera por mi cabello y cuerpo sin importar que estuviera ardiendo;
quizá de esa forma me sentiría bien y no sucia aunque sabia que no cambiaría nada sea lo que sea que haga no pasaría nada.
ser una prostituta no es fácil sobre todo si tienes un jefe codicioso que no le importa a quien te venda con tan solo de ganar su dinero o tener que llegara ese club de mala muerte donde te tratan como se les plasca.
No eramos más que objetos y por mucho que me costará aceptarlo seguramente sea una prostituta hasta el último respiro de mi vida.
porque las marcas externas se van pero las del interior se quedan impresas como un lienzo ya pintado.
Nunca nada cambiará ese hecho.