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El chico ideal

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Blurb

Hay tres cosas que con seguridad, la Señorita Morgan jamás haría.

La número uno, es pasar tiempo con gente que no soporta.

La número dos, disponerse a ayudar a un cretino.

Y la número tres, besar a un cretino por despecho.

Pero también hay una cosa que siempre estaría dispuesta a hacer:

Romper esas tres reglas por la persona que le pone el mundo de cabeza.

¿Y cuándo iba a imaginar Teff Morgan que esa persona era real?

Digo, había soñado con él, había hecho una lista de cosas que el chico ideal debía tener, hasta había buscado en la web, características físicas del chico perfecto. Pero jamás imaginó que terminaría escribiendo un ensayo sobre “él”, y que “él”, era más que real, menos que “él” era más complicado de lo que alguna vez imaginó, mucho menos que “él” también escribiría sobre ella.

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Capítulo 1
Meneo la cabeza mientras observo las espaldas de mis compañeros de clase este año en Dunbar high school. Todos iguales, ¡Qué desperdicio estar aquí sentada! Todo sería sumamente mejor si tuviera entre mis manos el libro que estaba leyendo anoche, “Amanecer” de Stephanie Meyer. Oh, cuanto amo a Edward. Ese misterio en sus ojos, esa forma de hablar tan profunda. Agarro mi bolígrafo y saco mi libreta de anotaciones personales del morral. Sin pensarlo mucho, anoto esas dos cosas. “Misterio en sus ojos” “Voz profunda” Suspiro y cierro la libreta. Ya van casi veinte características de un hombre que no existe, ni existirá, porque son demasiadas condiciones, una persona que las poseyera todas de seguro… pues no sé, explotaría. “Esto nunca va a pasar…” me digo con cierto pesar. Justo en ese instante la maestra Flowers entra en el salón, tan rechoncha y colorada como siempre, con el entrecejo fruncido. Me pregunto si no se cansa de estar con esa expresión de odio constante. Todos guardan silencio y Cam, la castaña de ojos verdes, semi-perfecta, mi mejor amiga, sentada delante de mí, me mira con cara de sorpresa. - ¿Qué? – mascullo en voz baja, para que la maestra Flowers no me escuche. - El chico de la puerta – susurra divertida y se voltea para saludar a la maestra. Busco con la vista la puerta del salón, y claro, hay un chico con ambas manos en los bolsillos, alto, con un aire de desinterés y bastante atractivo, pero nada muy fuera de lo común, digo, he visto chicos mejores y he salido con mejores que él. No es nada de otro mundo. - Buenos días alumnos – la voz rasposa y molesta de la maestra Flowers, que por cierto nos imparte la materia de Orientación y Psicología, que es un electivo en el instituto, resuena como cada año en el salón, provocando expresiones de desagrado en la mitad de la clase. - ¡Buenos días maestra Flowers! – respondemos sin muchas ganas. Vuelvo mi vista a la puerta, el chico sigue ahí. - Ya siéntense – hace una seña y todos nos dejamos caer en los pupitres. Dirijo mi vista a la ventana que tengo a mi lado. Afuera el día está soleado, aunque no durará mucho, siempre llueve acá, Washington no es un lugar muy cálido. Fuera, hay un deportivo rojo, simplemente perfecto, frunzo el ceño intentando adivinar de quién es la joyita. - Alumnos – la señora Flowers llama nuestra atención y el chico de la puerta camina hasta ella. Tiene una seguridad peculiar al caminar, como si en cada paso, sabe que no caerá – Este es James Fenton, su nuevo compañero, espero que le den una bienvenida como corresponde. James toma asiento donde apetezcas – la maestra hace un gesto con la mano y el tal James camina entre las mesas. Cam se da la vuelta y murmura: “Es caliente”. Yo río y niego con la cabeza. Ni en un millón de años él sería “Caliente”. El chico camina hasta el final del salón y se sienta dos puestos tras de mí, también junto a la ventana. - Bien, este año me han dado un nuevo programa de clases – explica Flowers – consiste en la identidad humana, para hacerlo divertido preparé un proyecto en parejas – Cam se da la vuelta y me mira ansiosa – donde se dedicarán a conocer a fondo a uno de sus compañeros, y en cinco semanas deben entregarme un informe sobre la identidad de esta persona. Será al azar – dice. Yo frunzo el ceño. Cam levanta la mano – ¿Sí Silver? – pregunta la maestra. - ¿No podemos elegir a nuestra pareja? – dice Cam. - No, la idea es que aprendan a conocer a su compañero, no que hagan algo sobre alguien que ya saben cómo es, además estoy segura de que usted elegiría a Morgan como compañera, y no me apetece tenerlas platicando toda la clase como cada año – me lanza una mirada acusadora. Pongo los ojos en blanco. Es ridículo, pienso. La maestra saca una pecera redonda y pequeña del cajón de su escritorio, llena de papeles con nombres. Resoplo. Doy lo que me pidan si me ponen con Cam, porque no soporto a más de la mitad de esta clase. Ella es la única a la que le dirijo la palabra, porque es mi mejor amiga, pero el resto es un estorbo, una simple molestia en el trasero. - Tengo apellidos desde la M hasta la X en esta pecera, así que llamaré desde la A hasta la L para que elijan compañía y no se repita. Anderson – dice la maestra – tú eliges primero. Arthur Anderson, el colorín pecoso y obstinado, se pone de pie y mete la mano en la pecera, saca un papel y lo desdobla. - Phoenix – dice mirando a Samanta Phoenix, la capitana de las animadoras. Y no, no es cómo piensan, tiene diez en todo y no es rubia, tiene el pelo n***o y liso hasta la cintura y es excepcionalmente agradable. Ya luego pasan, Annus, Bines, Cass, Clibet, Emmert, Farwell, Fox, Gilbertton, Henderson, Hanks, Jackson, Fenton… El nuevo se pone de pie y camina hasta delante, hasta el momento no ha salido mi nombre y eso me pone nerviosa, porque no quiero quedar con el nuevo, pero menos con Lambert, que es una odiosa. Así que ruego al cielo porque me trague la tierra, porque solo hay dos nombres dentro de esa pecera. Cierro los ojos. - Morgan – dice una voz tan profunda que me hiela los huesos. Abro los ojos y me doy cuenta de que estoy hundida en el asiento. Todos se voltean a mirarme. Y yo dirijo mi vista en el chico nuevo. Fenton. Me sonríe, notando que es más que obvio que Morgan soy yo. Cam se da la vuelta me mira divertida. Ha ella le ha tocado con Jimmy Hanks y él es un bombón. - Siéntate con ella, Fenton – dice la maestra. Trago saliva algo nerviosa, el nuevo camina hasta mí y se sienta a mi lado. Me dedica una mirada de reojo y luego se fija en el pizarrón. - Bueno, Lambert, creo que te quedas con el último, Sanders. Siéntense juntos – ordena. Vuelvo a tragar saliva muy sonoramente y James me mira extrañado, como si yo fuera un bicho raro. No estoy tan mal, pienso, me peiné esta mañana. - Cinco semanas – sonríe la maestra. Pongo los ojos en blanco – con su compañero. Quiero un ensayo de tres mil palabras donde describan y reflexionen sobre las características físicas y psicológicas de su pareja, y un anexo de conclusión donde me digan qué es lo que aprendieron sobre la identidad de las personas. Es el cuarenta por ciento de su calificación anual en el ramo, suerte. La campana suena tan fuerte que me hace sobresaltar. James toma sus cosas y sale disparado del salón. ¿Y cómo se supone que hago un trabajo escrito sobre alguien que se escabulle así? No alcancé ni a decirle Hola, digo, ahora me siento ignorada. Cam toma su mochila y se da la vuelta con una sonrisa macabra en el rostro. Frunzo el ceño. - ¿Y esa cara gatita? – río. Su pareja se despide de ella y sale del salón. - Es la cara que pones cuando tu compañero es guapísimo – responde – y ya no me digas gatita, te dije que no me gusta desde que… - Rompieron con Josh, entiendo – sonrío y caminamos juntas hasta el corredor – debo buscar otro sobrenombre para ti, ¿Qué opinas tú? - Tan solo dime Cam, me gusta mi nombre. - Mentirosa, odias que te diga Camille – río otra vez. ¿Por qué río? - Como sea, ¿Qué tal tu compañero? – me mira divertida – según yo está buenísimo. - Desde que rompiste con Josh todo el mundo te parece buenísimo. Y sí, es guapo, pero no es una maravilla. - No pidas tanto, tú no eres una súper modelo – resopla – digo, eres muy guapa, y tienes pretendientes, pero…no sé, no pidas a David Beckham si no eres Megan Fox. Tú sabes que tu lista es exagerada, tus condiciones son peores, el hombre al que buscas no existe y no existirá, así que confórmate con lo que tienes a tu al rededor. - No soy conformista – hago una mueca. Llegamos a mi casillero, lo abro y dejos unas cosas. Cam saluda a unas chicas en el corredor y me vuelvo hacia ellas. - Ivon, May – las saludo. Ellas fingen una sonrisa, yo también. A veces odio que Cam sea amiga de todo el mundo, porque yo no pretendo ser amiga de ellas. - Teff – dicen al unísono. - Escuché que te tocó el chico nuevo como pareja para el proyecto de Flowers – dijo May, una muchacha de cabello rubio, largo con las puntas rosas, que masca goma hasta por si acaso. - Qué rápido se esparcen las noticias aquí en Dunbar– suspiro y miro a Cam como si me impresionara – no puedo creer que conozcan la existencia del chico nuevo… de hecho se me olvidó hasta su nombre. ¿Jason, quizás? - James Fenton – aclara Ivon, la castaña más odiosa que conozco, es insoportable y sumamente plástica, vomita todo lo que come y mantiene un peso promedio… – todos lo conocen, es medio hermano de Sean, ¿Lo recuerdas? El chico malo que expulsaron de la escuela. - ¿El que era muy sexy? – pregunta Cam. Yo la miro para que pare. - Ese mismo, y el nuevo no se queda atrás – ríe May, yo pongo los ojos en blanco. - Tengo Biología ahora, y no puedo llegar tarde, esta conversación se me hacía tan… interesante, pero lo siento, te veo al rato Cam – digo con una voz tan falsa como la nariz operada de Ivon y el cabello rubio de May. Me doy la media vuelta y me encamino a mi clase. En el trayecto, me fijo que en que hay varias miradas sobre mí. No sé por qué. Quizá tengo algo en la cara o una araña en el hombro, por lo que dirijo mi vista disimuladamente hasta mi ropa, verificando que esté todo bien. Y sigo igual que siempre. No hay manchas, no hay arañas. Entro al salón de biología, enfrentándome a la peor clase jamás inventada.

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