Perspectiva de Olivia
Un año más de secundaria y finalmente podré comenzar a estudiar mi carrera de marketing. Sé que es extraño que una chica de diecisiete años quiera tener una carrera tan específica, pero quiero seguir los pasos de mi papá. Él tiene su propio negocio de publicidad al que planeo unirme después de graduarme. Definitivamente, soy la consentida de papá. No es que no ame a mi mamá, pero mi papá y yo tenemos un vínculo especial.
Tengo un hermano mayor que es un poco deportista, pero no es engreído. Como hermano mayor, es bastante bueno. No me malinterpretes, tenemos nuestras peleas, pero la mayor parte del tiempo nos llevamos bien. Es dos años mayor que yo y está en su segundo año de universidad. De hecho, se suponía que me recogería hoy, pero no lo hizo, lo cual no es propio de él. Camino por nuestra calle y noto un coche que nunca había visto en la entrada de la casa.
Al subir al porche, puedo escuchar voces elevadas. Puedo reconocer que una es la de mi mamá, pero la otra no me resulta familiar. Pasan unos segundos y los gritos se detienen. Empujo la puerta y me detengo en seco ante la escena frente a mí. Mi madre está en los brazos de un hombre que nunca había visto antes. No solo está en sus brazos, sino que él la está besando. Ni siquiera me doy cuenta de que he soltado un suspiro hasta que ambos giran la cabeza hacia mí.
Lo único en lo que pude pensar fue en mi padre.
—Olivia —dice mi madre, y doy un paso atrás.
—¿Cómo pudiste? —digo antes de darme la vuelta y salir corriendo por la puerta por la que acabo de entrar.
No llego lejos cuando choco contra el pecho sólido de mi hermano.
—Oli, ¿qué pasa? —dice, envolviendo sus brazos fuertemente a mi alrededor.
—Mamá… —Es todo lo que logro decir.
Él hace círculos en mi espalda, pero sus siguientes palabras me hacen apartarme de su abrazo.
—Mamá explicará todo, Oli —dice.
Su frase me confirma que él sabía todo. Me siento traicionada y lo miro con un gesto de reclamo.
Me alejo aún más de él y miro hacia el porche donde están mi madre y el tipo al que estaba besando. Miro de nuevo a mi hermano.
—Tú sabías, sabías que ella estaba engañando a papá.
—No es tan simple, Oli. Vamos adentro, y todos podemos hablar —dice, dando un paso hacia mí.
Me muevo antes de que pueda acercarse.
—¿Dónde está papá?
Nadie responde, y doy otro paso alejándome de ellos, lista para correr.
—¿Dónde está papá —grito.
—Aquí estoy, Oli —dice desde detrás de mí.
Corro los cinco pasos y me abrazo a él. No puedo detener las lágrimas que inundan mis mejillas y los sollozos que sacuden mi cuerpo.
—Papá, quiero irme, por favor.
—Está bien, cariño, vamos —dice.
Mi papá me mantiene abrazada a él mientras nos dirigimos hacia su camioneta.
—Charles —Llama mi madre, pero él no se gira para reconocerla. Me ayuda a subir a su camioneta y da la vuelta para entrar. Antes de que abra la puerta, mi madre lo detiene.
—Charles, por favor —dice ella.
Odio el dolor que veo en los ojos de mi padre.
—Tú tomaste esta decisión, Evelyn.
—Sabes que no es tan simple, Charles. Nunca quise hacerte daño —dice ella.
—No soy yo, estoy preocupado por Olivia. Heriste a nuestra hija. Ella es lo único que importa ahora —dice él. Sin decir otra palabra, entra en la camioneta.
Mi madre se acerca a mi ventana, pero me niego a reconocerla.
—Oli, por favor. Puedo explicarlo todo si solo me das una oportunidad. Necesito que te quedes y hables conmigo. Te quiero —suplica ella.
Finalmente no puedo contenerme y respondo:
—Bueno, yo no te quiero. Tú tomaste tu decisión y yo estoy tomando la mía. Elijo a papá. Ve con tu novio y tu hijo. No te necesitamos.
—Oli… —susurra mi papá. Él está sorprendido por mi capacidad de reacción.
—Por favor, sólo conduce, papá.
Por el rabillo del ojo veo a mi madre llorar, pero no puedo preocuparme por ella. Cuando mi padre sale de nuestra calle, dejo caer más lágrimas. Unos minutos después, se detiene en la heladería a la que hemos ido como familia innumerables veces. Algunos de mis mejores recuerdos de la infancia son comiendo helado aquí y jugando en el parque al otro lado de la calle.
—No creo que el helado vaya a solucionar esto, papá.
—Yo tampoco lo creo, Oli. Solo pensé que sería más fácil hablar si me estacionaba. Lamento que estés sufriendo, cariño —dice él.
—No, ni se te ocurra disculparte por lo que ella ha hecho. Esto no es culpa tuya. Todo esto es culpa de mamá y nunca la perdonaré.
—Sé que te duele, Oli, pero esto es entre tu madre y yo. Pase lo que pase, ella te ama a ti y a tu hermano —dice él. No puedo creerlo. Ella le engaña, y él todavía intenta defenderla.
—No, papá. No la defiendas. Ella te engañó. Lo vi con mis propios ojos. Ella destruyó nuestra familia.
—Sé que estás molesta, Oli, pero ella es tu madre. Lo que pase entre ella y yo no cambiará eso —dice él.
—Cambia todo. No me importa si es mi madre. Nunca la perdonaré por destruir nuestra familia y herirte.
Hay silencio por unos segundos mientras miro por la ventana.
—Oli, tu madre quería ser quien te lo dijera, pero después de lo que pasó hoy, creo que es mejor que te lo diga yo ahora. Tu madre y yo nos estamos divorciando. Ella va a vivir con Xavier. Quiere que tú y tu hermano vayan con ella —dice él.
La rabia burbujea dentro de mí. ¿Cómo se atreve siquiera a pensar que viviría con ella y ese imbécil?
—No, de ninguna manera.
—Oli, cuidado con el lenguaje —dice él, pero veo un atisbo de sonrisa.
Mi padre nota que estoy apunto de hablar mal del tipo.
—No quiero nada más que tenerte a mi lado, Oli —dice él, pero suena derrotado.
—Bien, porque te escojo a ti. Me quedo contigo. Tengo diecisiete años, y cumpliré dieciocho en ocho meses. Puedo decidir con quién quiero vivir y es contigo. Ella y Connor pueden vivir con su novio, pero yo me quedo aquí.
Él me jala sobre la consola y me abraza como lo hacía cuando era niña. Una hora después, nos dirigimos de regreso a la casa que siempre ha sido mi lugar seguro.
Esperaba que Evelyn y Connor ya se hubieran ido, pero desafortunadamente todavía están ahí con el hombre al que mi padre llamó Xavier. Sigo a mi padre adentro y mi madre se apresura hacia mí. Enlazo mi brazo con el de mi padre y miro a la mujer que parece una extraña para mí.
—Oli, vamos a sentarnos y hablar.
—No, tú, Connor y tu novio pueden salir de nuestra casa. No tengo nada que decirte.
—Charles, por favor habla con ella.
—Está enojada, Evelyn, y no puedo culparla.
Juro que oigo un gruñido bajo, pero cuando miro más allá de ella solo veo a Xavier.
—Sabes que esto tampoco es fácil para mí, Charles. No estoy tratando de herirte a ti o a Oli —dice ella.
—Me has engañado... Honestamente, Evelyn, solo vete. Tienes una nueva familia, así que no te necesitamos aquí.
—Oli, no me llames por mi nombre. Soy tu madre, no importa lo enojada que estés conmigo —dice ella, su voz suena enojada.
—No, ya no lo eres. Dejaste de ser mi madre cuando traicionaste a papá y destruiste esta familia. Ahora voy a mi habitación y espero que te hayas ido cuando vuelva.
Empiezo a subir las escaleras, pero sus palabras me detienen en seco.
—Oli, no me hagas hacer algo que no quiero hacer. No puedes quedarte aquí. Necesitas vivir conmigo —dice ella.
Me doy la vuelta y la miro.
—Preferiría morir antes que tener que vivir contigo, Connor y ese imbécil.
Ella jadea, pero no me quedo para escuchar lo que tiene que decir. Una vez que llego al pasillo, respiro aliviada hasta que la puerta de la habitación de Connor se abre. Él sale de su habitación con sus bolsas. Intento pasar junto a él, pero me agarra del brazo. Suelto mi brazo de su agarre.
—Oli, sé que estás molesta —empieza a decir.
—Para ti, mi nombre es Olivia. Solo mi familia y amigos pueden llamarme Oli y tú ahora no eres ninguno de los dos.
Parece como si le hubiera dado una bofetada.
—Olivia, siempre serás mi hermana.
—No, no lo seré. Ve a unirte a tu nueva familia. Estaremos bien sin ti o Evelyn.
Sus ojos se agrandan al escucharme llamar a mi madre por su nombre. Aprovecho la oportunidad para entrar en mi habitación y cerrar la puerta. Él golpea unas cuantas veces, pero como no obtuvo respuesta, supuse que debió haberse rendido.
Lo último que dice es:
—Te quiero, Oli.
Las lágrimas comienzan a caer de nuevo, pero rápidamente me las seco. Ninguno de los dos merece mis lágrimas.
Es un momento muy sentimental, pero no puedo mostrarme vulnerable ante ellos.
Me niego a llorar por él y por mi madre. Ellos tomaron sus decisiones y yo he tomado la mía. Agarro mi pijama favorita y me dirijo al baño. Me meto bajo la ducha de agua caliente y apoyo mi cabeza contra la pared de azulejos. ¿Cómo pasó todo esto? Pensé que mis padres eran felices. Siempre han actuado como si estuvieran tan enamorados. Quiero decir, estoy segura de que han tenido peleas, pero nada que fuera serio.
No estoy segura de cuánto tiempo me quedo en la ducha, pero cuando el agua comienza a enfriarse, salgo y me envuelvo en una toalla esponjosa. Después de vestirme, regreso a mi habitación. Un golpe en la puerta me sobresalta.
—Oli, cariño, ¿puedes abrir la puerta?
Camino hacia ella y cuando la abro, me envuelven unos brazos fuertes.
—Te quiero, Oli. Lamento mucho que estés sufriendo, pero te prometo que todo se solucionará —dice.
—Mientras te tenga a ti, papá, estaré bien.
—Siempre me tendrás. ¿Qué quieres hacer el resto de la noche, Oli, cariño? —pregunta.
—¿Podemos pedir una pizza y ver películas?
—Creo que es una gran idea —dice. Me da un beso en la frente —. Voy a pedir la pizza mientras tú eliges una película.
Asiento y se dirige hacia la puerta. Se gira cuando llega a ella y me ofrece una sonrisa triste.
—No importa lo que pase, Oli, quiero que recuerdes que te quiero.
Sus palabras no hacen nada para calmar el torrente de emociones que arde dentro de mí, pero sé que él necesita que sea fuerte por él.
—Yo también te quiero, papá.