Capítulo 4: Confía en mí

1786 Words
Perspectiva de Olivia   Ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo estuve tirada en el suelo del baño después de llorar hasta quedarme dormida. Me incorporo y trato de estirar mis músculos, intentando no pensar en el dolor que siento en el pecho. Me dirijo a la ducha y la enciendo tan caliente como puedo tolerar. Me quito la ropa y me meto bajo el chorro, sin poder evitar que mi mente reproduzca las palabras de Xavier. En mi corazón sabía que nada iba a reunir a mi familia, pero nunca esperé que mi madre se casara con él tres días después de divorciarse de mi padre. ¿Tan pronto lo había olvidado? Me parece surrealista. Ellos siempre se habían mostrado tan amorosos. Apartando por ahora los pensamientos de mi vida hecha un lío, me froto. Dejando que el agua calme mis músculos doloridos, me concentro en lo que necesito hacer para sobrevivir los próximos seis meses. Salgo y me envuelvo en una toalla azul esponjosa. Me acerco a la puerta, colocando mi oreja contra ella. La habitación está silenciosa. Rezo para que no haya nadie ahí fuera mientras empujo la puerta para abrirla. Mis pasos vacilan cuando veo a Rebecca sentada en mi cama. —¿Por qué estás en mi habitación? —le espeto. Veo el dolor pasar por sus ojos. Esta chica no me hizo nada y no es justo que sea hiriente con ella. —Lo siento, Rebecca. No mereces mi ira. Solo quiero estar sola. Se levanta de la cama y da dos pasos hacia mí. —Lo siento también. No debería haberme metido aquí, incluso si solo quería ver cómo estabas. Escuché al Alfa y a la Luna gritándose y supe que era por ti —dice. No sabía que los gritos habían sido tan fuertes. —¿Puedo hacerte una pregunta, Rebecca? —Por supuesto —dice con una sonrisa sincera. En otras circunstancias, creo que podríamos ser buenas amigas. —Escuché a Xavier llamarse a sí mismo el Alfa y a mi madre llamarse la Luna. Ahora tú también los llamaste así. ¿Por qué? Ella parece sorprendida por mi pregunta. Va a abrir la boca, pero un golpe la interrumpe antes de que pueda responder. No hago ningún movimiento para abrir la puerta, y me alegra que Rebecca tampoco lo haga. Unos segundos después hay otro golpe antes de que la voz de Connor rompa el silencio. —Olivia, sé que estás ahí. Realmente necesitamos hablar. Sé que estás molesta por que mamá se casara con Xavier, pero una vez que sepas todo lo entenderás —dice. La ira aflora a la superficie mientras me acerco a la puerta. La abro sin importarme que todavía esté en una toalla. —Vete a la m**rda, Connor. Rebecca jadea detrás de mí. —Solo porque reemplazaste a nuestro padre no significa que tenga que aceptar nada de esta situación. —Esta es la última vez que te lo voy a decir. Ya no tengo un hermano ni una madre. Soy una prisionera aquí hasta que cumpla dieciocho. Estaré perfectamente contenta de quedarme en este cuarto y no salir nunca hasta el día que pueda irme. No intentes hablar conmigo de nuevo. Olvida que existo. Me vuelvo hacia Rebecca. —Rebecca, realmente me gustaría vestirme para ir a la cama y pasar el resto de la noche sola. Tal vez podamos hablar en otro momento cuando no me sienta tan alterada. —Por supuesto —dice ella, y espero que se dirija a la puerta, pero en lugar de eso camina hacia mí y me da un abrazo. Al principio me tenso, pero luego me relajo. No devuelvo el abrazo, pero tampoco la aparto. Cuando me suelta, se dirige hacia la puerta. Connor me mira a los ojos. —No importa cómo te sientas acerca de mí, Olivia, todavía te quiero —dice él. Me acerco y cierro la puerta sin responder. La aseguro con llave y me apoyo contra ella, tomando una respiración profunda. Después de unos segundos, me dirijo a la única puerta en la habitación que no he probado. Supongo que es un armario. Cuando la abro, mi boca se abre de asombro. Está lleno de ropa. Al acercarme a ellas, me doy cuenta de que todas tienen etiquetas. La ira inmediatamente burbujea dentro de mí. Si él piensa que comprándome cosas va a cambiar cómo me siento, está completamente equivocado. Salgo del armario y me dirijo a una cómoda grande. Los cajones están llenos de ropa interior, bragas y pijamas. Tomo un pijama y dejo caer la toalla al piso. No tengo más remedio que usar la ropa, pero si Xavier piensa que las cosas me ablandarán, está tristemente equivocado. Tomo la toalla y la tiro al cesto en la esquina de la habitación. Mientras me dirijo a la cama, una ola de agotamiento me invade. Me meto bajo las sábanas frescas y tomo el teléfono de la mesita de noche. Suena dos veces antes de que mi papá conteste. —Oli, niña —dice arrastrando las palabras. —Papá, ¿estás bien? —Estoy bien, cariño. Solo bebí un poco de más. Te quiero, Oli, niña —dice. Me lamento internamente por su situación. Se ha quedado solo… sin esposa e hijos. Siento un dolor en el pecho mientras sus palabras me hacen contener un sollozo que intenta escapar de mí. Mi papá no bebe. —Yo también te quiero, papá. Solo quería decirte buenas noches. Te llamaré mañana por la mañana. —Está bien, Oli. Buenas noches, cariño —dice antes de que la llamada se desconecte. Me acurruco y dejo que las lágrimas que estaba conteniendo caigan. A la mañana siguiente La luz que entra por la ventana calienta mi rostro. Me estiro y alcanzo mi teléfono. Me sorprende ver que son las nueve. Eso significa que dormí durante doce horas. Ojalá pudiera decir que fue reparador, pero estuve plagada de pesadillas sobre perder a mi papá. Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. —Olivia, te traje algo de desayuno —dice Rebecca. Justo cuando la palabra desayuno sale de su boca, mi estómago ruge. Tiro las mantas y me deslizo fuera de la cama. Cuando llego a la puerta, toco el picaporte. —¿Estás sola, Rebecca? —Lo estoy —dice ella. Abro la puerta y me hago a un lado para que pueda entrar. El olor a huevos y tocino me hace la boca agua. Cierro la puerta con llave y tomo el plato de sus manos. —Gracias —digo mientras me siento en mi cama. Empiezo a comer de inmediato. Rebecca se sienta en la cama y cruza las piernas. Noto que una sonrisa aparece en el rostro de Rebecca, seguro que mi forma de comer le causó gracia. Nos sentamos en un silencio cómodo mientras sigo comiendo. Finalmente, rompe el silencio. —Olivia, ¿puedes decirme por qué estás tan enojada con tu hermano, tu madre y el Alfa Xavier? —pregunta. —Me sorprende que mi hermano no te lo haya contado. —Dijo que no estaba listo para hablar de ello, pero tengo la sensación de que tiene miedo de decírmelo —dice ella. Coloco el plato vacío en la mesa junto a mi cama antes de volver a centrarme en Rebecca. —Hace un mes tenía la familia perfecta. No me entiendas mal, teníamos nuestras peleas, pero nos amábamos. Mi mamá y mi papá siempre parecían tan enamorados. Luego, un día llegué a casa de la escuela y encontré a mi madre besando a Xavier. Unos días después me dicen que mis padres se van a divorciar. Mi madre y Connor prácticamente reemplazaron a mi padre. Si eso no fuera lo suficientemente malo, me vi obligada a dejar a mi padre solo porque mi madre y Xavier llevaron a mi padre a la corte por la custodia. —Mi padre estaba destrozado. Primero perdió a su esposa e hijo. Ahora me han quitado a mí, dejándolo enfrentarse a todo esto solo. Cuando hablé con él anoche, pude notar que estaba bebiendo. Mi padre nunca bebe. Está ahogando sus penas en alcohol. ¿Cómo pueden mi madre y Connor simplemente dejarlo de lado como si no importara? Lágrimas cálidas fluyen por mis mejillas. No creo haber llorado tanto en toda mi vida. Rebecca se acerca y me abraza. —Lo siento mucho que sus decisiones te hayan herido a ti y a tu padre. Ninguno de ustedes merece este dolor. Ahora sé que hay cosas que no te han contado porque le pregunté a tu hermano por qué no sabías qué son una Luna y un Alfa, pero eso no excusa lo que ha pasado. Puede que sea la novia de tu hermano, pero espero ser tu amiga, Olivia. Algún día espero que me consideres tu hermana —dice. Ella es una chica muy dulce que se hace querer rápido. Me aparto y ella se ríe. —Pareces uno de esos peces dorados con los ojos grandes —dice. —Me sorprende oírte hablar de esa forma de mi hermano. ¿Cuánto tiempo llevan saliendo? Ella no contesta mi pregunta. —Sé que no quieres, pero realmente necesitas hablar con tu madre sobre este lugar y Xavier. No tienes que perdonarla, pero mereces respuestas y, desafortunadamente, me han ordenado no revelar ningún secreto —dice. —¿Ordenado, qué rayos es este lugar, un culto? Ella echa la cabeza hacia atrás y se ríe. —Te prometo que no es un culto. Por favor, solo piensa en lo que te dije. ¿Qué planeas hacer hoy? —pregunta. —Probablemente solo veré televisión o leeré libros en mi teléfono. Estoy en medio de un romance de motociclistas en la aplicación Dreame llamado «El Verdadero Amor del Motociclista». Es bastante atrevido. —Suena como un libro muy intenso. ¿Estás segura de que no quieres salir de la habitación por un rato? —pregunta. —No hoy. No estoy lista para enfrentar a nadie más ahora. —Está bien. Estaré contigo cuando estés lista. ¿Qué tal si te traigo el almuerzo y nos relajamos sin hacer nada viendo películas? —pregunta. —¿Estás segura de que no tienes planes con Connor? —Connor está en mi lista de enemigos ahora mismo. Preferiría pasar el tiempo contigo hoy. —Entonces te veré a la hora del almuerzo. Ella aprieta mi mano antes de deslizarse fuera de la cama y salir de mi habitación. Me recuesto y rezo para no estar cometiendo un error al dejar entrar a Rebecca, pero ahora mismo ella es la única en la que siento que puedo confiar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD