Ryan le reclamó a Vanesa por haberlo imitado y ella anotó a la cuenta de él la mala palabra. Los cuatro se fueron a sentar a un lado y Perséfone les compartió sus chocolates. — Señora Toñita, ¿Podría ser tan amable de llevarse a los niños a otro sitio? — ¿Acaso bromeas, Renata? Esta vaina es más buena que mi novela de las cinco y la de las ocho. No me muevo de aquí en absoluto. Le di vuelta a mis ojos y decidí irme de ahí, pensé que Ryan se iba a quedar o que al menos me iba a dejar ir. — ¡Espera un momento! — él me alcanzó y nos detuvimos a cierta distancia — en este momento me dices de qué forma era que ustedes dos tenían esos apodos. — Pues nos los pusimos el día que nos encontramos y ya, no veo de qué otra forma puede ser. — ¡No me refiero a eso! Sino cómo es que se llamaban. Me

