Capitulo 3. Boda.

1717 Words
Capitulo 3. Boda. Estoy en mi oficina trabajando cuando siento a mi madre que llama a la puerta. —Hola, cariño, ¿cómo estás? Me topé con Lucas al entrar. ¿Cómo sigue su padre? —Aún sigue en coma, madre, realmente es frustrante ponerse en su lugar; Lucas hace lo que puede, todo por su familia. —Vaya, cariño, es bastante deprimente el estado en que ha llegado esa familia. ¿Qué pasará si no encuentra con quién casarse? —Ya lo hizo, madre. —Le digo con un nudo en la garganta mientras tomo de mi café. —¿Qué quieres decir, cariño? ¿Su novia volvió? —No, yo me casaré con él. —Soy directa porque no quiero darle vueltas al asunto. —¡Espera! ¿Que tú qué? Amalia, ¿te volviste loca? Ustedes son amigos y él ama a otra mujer, ¿cómo puedes tan siquiera pensar en hacerlo? —Madre, tú lo has dicho, es mi mejor amigo y me necesita; además, solo será hasta que su novia regrese. —¿Qué locura estás diciendo? ¿Te has puesto a pensar lo que dirá tu padre al enterarse? Por Dios, Amalia, piensa en las consecuencias: estarás perdiendo la oportunidad de encontrar a un buen hombre para tu vida; ya no tienes 20 años y tienes derecho a enamorarte. —Madre, ya no soy una niña, sé lo que hago; además, solo será para que pueda acceder al dinero de su familia y poder sacar todo a flote. No puedo ser tan egoísta en negarle mi ayuda sin ninguna razón de peso que me lo impida. Tienes que entender que ese hombre hace parte de mi vida y no puedo hacerlo a un lado porque las cosas simplemente no le están saliendo bien; me necesita y si lo hace, ¿por qué no puedo ayudarlo? Mi padre entenderá. —Le digo, mirándola: "Firmé". —Amalia, hija, admiro tu valentía; solo espero que no pierdas la oportunidad de tu vida. Tú le dirás a tu padre. —No te preocupes, madre, yo me encargaré. —Te amo, cariño, sabes que te apoyaré en cualquier decisión que tomes, eres una gran amiga. —Mi madre me abraza con fuerza mientras intento creer en todo lo que le dije, ya que no puedo evitar sentirme nerviosa. * Los días han pasado y todo está listo para la ceremonia privada en casa de Lucas. No sé cómo serán los términos que debo seguir, pero estoy dispuesta a ayudarlo; ya estoy aquí y no pienso echarme para atrás. Mi padre aún no sabe de esta ceremonia y espero que mi madre no le diga y venga a hacer un escándalo. Estoy a punto de entrar a la habitación que me asignaron para arreglarme; en esta ocasión elegí algo sencillo: un hermoso vestido color vino con accesorios y tacones a juego. Con mi cabello ondulado, estoy lista para arreglarme cuando, de la nada, los gritos de mi padre me dejan sin aliento. — Amalia Roberts, jovencita, ¿qué crees que estás haciendo? —dice empujando con enojo la puerta. —Me casaré, padre. —Sí, ya lo veo. ¿No pensabas decirme nada? ¿Acaso no soy nada en tu vida? —No tienes que hacer un drama por esto, padre, sabes más que nadie que te amo; no quería que te interpusieras en mi decisión. —Al parecer no tengo derecho a opinar sobre esta locura. —No digas eso, padre, tu opinión es importante para mí y lo sabes más que nadie, pero él me necesita. —Veo entrar a mi madre con desesperación. —Arturo, querido, tienes que calmarte, no puedes llegar así; todo tiene una explicación. —Amalia, hija, no tienes que hacerlo si no quieres; que busque a otra persona. —No, padre, quiero hacerlo, es mi mejor amigo, me necesita, no puedo simplemente dejarlo solo. —En ese momento solo pensaba en las veces que él me ayudó y me defendió de los abusivos de la escuela. —Hija, si haces esto, estarás perdiendo la oportunidad de tu vida, casarte con alguien que te ame y tú ames. —Déjala, la niña está grande; si desea de corazón ayudar a su mejor amigo, que lo haga. Además, solo será un año, ¿qué podría pasar? —No lo sé, solo quiero que sea feliz —dice mirándome con tristeza. —No tienes de qué preocuparte, padre, lo soy, estoy feliz de poder ayudar a un gran amigo. —Se escucha el sonido de la puerta al ser tocada. —Adelante. —Digo, observando a la nana de Lucas entrar. —Señorita Amalia, ya estamos listos para empezar la ceremonia —dice la nana de Lucas. —Bien, enseguida estaré con ustedes. —Hija, yo solo espero que esto no te lastime, que puedas ser feliz. —Tranquilo, padre, solo será 1 año, ¿qué podría pasar? —En un año pasan muchas cosas y no quiero que él te lastime; yo lo admiro por ser un buen muchacho, pero todos sabemos que él ama a otra mujer. —No tienes de qué preocuparte, ven y dame tu bendición. —Lo veo con gran tristeza acercarse a mí. — Yo solo quería que encontraras un amor como el de tu madre y el mío, que vivieras y experimentaras lo increíble que es estar con la persona que amas y que te ama. —Algún día lo tendré; el destino lo pondrá en mi camino. Ahora vengan los dos y denme un abrazo que, aunque no sea mi boda real, muero de los nervios. —Mis padres se acercan dándome un beso en la frente, mi madre me retoca el maquillaje y juntos bajamos tomados de la mano, donde mi padre me entrega a Lucas, quien al verme queda impresionado, mirándome fijamente mientras me acerco. —Lucas, te estoy entregando a ti a lo más preciado; solo no le hagas daño. —Le dice mi padre mientras coloca mi mano sobre la de Lucas. —No se preocupe, no le haré daño —dice mirándome a los ojos. —Qué hermosa estás —dice dándome un beso en la mejilla. Nos acercamos a la mesa mientras el abogado saca los documentos. —Bien, demos comienzo a este acto; primero leeré las cláusulas expuestas por tu padre. — Dice acomodándose, toma de la mesa un vaso de agua tomándolo hasta la mitad— Lucas, mi compromiso como padre es darte lo que te corresponde como herencia de generación en generación de mi familia, si estás leyendo o escuchando de mi abogado el contenido de este documento es porque no quisiste hacer las cosas por las buenas, me vi en la obligación de tomar cartas en el asunto, mi salud no es buena y cada día empeorará más, así que tengo que dejar mi legado familiar en las manos a quien le corresponde, por ser tu derecho te estoy entregando todo mi poder, con la condición de que te cases y formes una familia con quién tú decidas conformarla, pero no puedes desistir de hacerte cargo de la empresa, en caso de que tu relación no tenga futuro solo podrás divorciarte en cuando mi salud mejore o en lo peor de los casos muera, deberás tomar las riendas de nuestro hogar ocupándola para fortalecer nuestra familia y la que formarás, sé que estoy impidiendo que cumplas tus metas, pero debes entender que tu lugar es hacerte cargo de lo que te corresponde por derecho, por lo tanto, tú cómo tu prometida deberán firmar este acuerdo sin pensarlo, desde el momento en que firmes el acta de matrimonio tú y tu esposa podrán acceder a todos mis bienes, te doy mi bendición para esta unión y que puedan tener pronto un nuevo heredero si es tu deseo. —¿La estás obligando a que viva conmigo? Pensé que solo sería casarnos. —Dice muy enojado. —Es tu deber y el de ella como tu esposa; tienes que cumplir lo establecido por tu padre. —Lo veo mirarme fijamente mientras todos esperan mi reacción. —Puedes arrepentirte si lo deseas —me dice con preocupación. —No, para mí no existen los arrepentimientos, te di mi palabra y la cumpliré; puede proceder, abogado. —Se gira tomando mi mano. — Amalia, no quiero que te sientas presionada, estás a tiempo. —Dice con preocupación. —Lucas, los verdaderos amigos son los que están contigo tanto en las buenas como en las malas. Los amigos se cuentan dos veces en la vida, en las buenas para saber cuántos son y en las malas para ver cuántos quedan. Eres mi mejor amigo, cuando te necesité siempre estuviste apoyándome; ahora es mi turno de ayudarte. —¿Dónde firmo? —El abogado me entrega el documento que acaba de leer tras el bolígrafo de tinta negra que saca del bolsillo de su chaqueta. Son las 9 y 36 am en Manhattan, el sol brillando en todo su esplendor, deslumbrando por las ventanas de la mansión Freiter, mientras mi respiración agitada y una fuerte sensación de nervio recorría la palma de mi mano, el tacto de su mano sobre mis caderas haciéndome estremecer mientras su perfume invadía mis fosas nasales. Hago notar la firma de mi nombre en aquel documento tan clara y legible, seguido de mis huellas dactilares, sellando el momento con el silencio de los invitados mientras son testigos del compromiso que nos unía, seguido del acto que cerraría esta unión. —Ahora, usted, joven Lucas… —Lo veo tomar el bolígrafo pensativo y firma junto a mi firma. —Bien, procedo al acto de unión civil, Amalia Roberts, ¿acepta usted como esposo a Lucas Freiter? —Acepto —digo sin dudarlo, colocando su anillo y firmando el acta de matrimonio. —Lucas Freiter, ¿acepta usted como esposa a Amalia Roberts? —Aceptó —toma mi mano acomodando el anillo en mi dedo anular y procede a firmar. —Por el poder que me confiere la ley, los declaro marido y mujer; puedes besar a tu esposa, Lucas. —Nos quedamos mirando fijamente; se acerca a mí dejando un suave beso sobre mis mejillas mientras se acerca a mí susurrando a mi oído. —Gracias, hermosa.
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