Capitulo 2. Propuesta.

1735 Words
Capitulo 2. Propuesta. Estamos en la clínica y puedo ver lo afectado que está, tanto que es la primera vez que veo lágrimas caer por su rostro. Me acerco poco a poco y me siento a su lado acariciando su hombro. — Todo esto porque no puede entender que tengo una vida, que no puedo cumplir sus caprichos. — Lucas, no sé qué decirte, sabes que te apoyo en tus decisiones, sea lo que sea, te apoyaré; para eso somos amigos. —Lo abrazo y él me corresponde. —Lamentó que esto arruinara tu cumpleaños, hermosa. —Me dice colocando un mechón de cabello tras mi oreja. —No tienes que preocuparte por eso, ahora lo importante es que tu padre se recupere. — Vemos llegar al doctor de la familia, quien viene muy preocupado. — Señores Freiter, lamento notificarles que la situación es grave. —¿Qué tiene mi padre, doctor? — Tienes una grave encefalitis; esta infección es causada por una reacción defectuosa del sistema inmunitario en respuesta a una infección en otras partes del cuerpo. En lugar de atacar solamente las células que causan la infección, el sistema inmunitario también ataca, por error, las células sanas del cerebro. También conocida como «encefalitis posinfecciosa», la encefalitis secundaria suele ocurrir dos o tres semanas después de la infección inicial, que conlleva los síntomas de confusión agitada o alucinaciones, convulsiones, pérdida de la sensibilidad en diferentes zonas del cuerpo, debilidad muscular, problema con el habla o la audición, pérdida de la conciencia que conlleva, como en este caso, a un coma. —¿Quiere decir que mi padre está en coma? —Me temo que sí, lo sometemos a varios tratamientos, además de que en la placa cerebral encontramos una pequeña masa. Me temo tener que informar que puede tener un tumor; deberemos someterlo a varios exámenes y pruebas, más un tratamiento. —Haga lo que sea necesario, nos haremos cargo de los gastos. —Joven, este tipo de tratamientos es muy costoso y su padre ha dejado una orden de no tocar su dinero. —¿Qué es lo que está diciendo, doctor? Mi padre no pudo hacer eso. —Su abogado acaba de llegar, pueden hablar con él; me retiro, esperaré las órdenes para empezar con el procedimiento; mientras tanto pueden ir resolviendo lo de los gastos. —Muchas gracias, doctor. — Lo veo voltear a ver a su madre con ansias. —¿Qué está pasando, madre? —Creo que yo podría ayudarlo, joven. —Lo veo girar mientras que un hombre llama nuestra atención. —Mi nombre es Sebastián Fernández, soy el abogado y mano derecha de su padre. Su asistente me informó de la situación y quise venir de inmediato, ya que no podemos perder más tiempo. —¿Qué es lo que pasa, abogado? —le digo con preocupación. — El señor Freiter ya sabía sobre su enfermedad; desanimado, ha pedido redactar un documento para que su hijo se haga cargo de sus empresas y su dinero solo si se casa y se compromete a tomar las riendas del negocio, de tal forma que si no se cumple este requerimiento, no podrán mover ni un solo dólar de las cuentas bancarias. —Esto es una maldita locura, mi padre es tan egoísta que, sin importar su salud, quiere obligarme a hacer lo que él quiere. — Enojado se aleja de nosotros mientras no puede entender lo que su padre intenta hacer. —Sebastián, el señor Freiter, ¿no le importa que su salud esté en riesgo? —No, él sabía de su enfermedad y no quiso recibir tratamiento; él quiere ver si su propio hijo lo dejaría morir. De él depende. Joven, este es mi número; si el joven desea hacer cumplir lo que su padre ordena, recuerde, joven Freiter, que de usted depende que su padre se recupere. Además, no tiene permitido cancelar la deuda si no proviene de su propio dinero. Si lo desea, aquí le dejaré los pasos que debe seguir. Firme el documento y todo esto terminará. Ahora sí me disculpa, esperaré su llamada. El documento en mis manos especificaba claramente que él debía casarse y volver para tomar las riendas de su empresa, lo que a él no le molestaba; la idea de casarse, pero las empresas era algo que él no quería manejar. Sentía que lo mejor para él era seguir su carrera militar y hacer una familia con su novia. Le entrego el documento, el cual él, después de leerlo, destroza en mil pedazos. —Es un egoísta, tanto que pone en riesgo su vida para someterme a sus caprichos. —Lucas, mírame, mírame, Lucas. —Lo tomo entre mis manos haciéndolo mirarme mientras me ha arrodillado frente a él—. De igual forma te vas a casar con Leticia; los planes para la empresa los sabrás manejar, eres su hijo. —Eso significa dejar mis metas; sé que ella no diría que no, pero estaría condenada a dejar sus sueños por mí, no puedo hacerlo. —Si te ama, ella lo hará, lo hará por ti. Desde ese momento la salud del señor Armando cada vez se complicaba más; aún permanecía en coma tras un mes en la clínica, donde la cuenta cada vez era más grande. Lucas estaba entre la espada y la pared al ver a su padre convulsionar, no podía entender cómo una persona se arriesgaría a tanto por controlar a su hijo. Los días pasaban hasta que Lucas estaba decidido a hacer lo que su padre quería. Estaban en una mala situación económica, no tenían forma de cómo pagarles a los empleados y mucho menos los seguros de la empresa; todo se complicaba cada vez más. Lucas pidió su retiro de la academia; con el corazón roto se acerca a mí, abrazándome con fuerza. —Me jodió la vida. —Me abraza aferrándose a mí. —Lo siento, cariño, ahora solo debes hablar con Leticia; sé que ella entenderá. Al volver esa tarde a la clínica Lucas se vio en la obligación de localizar a su cuerpo de comando dónde se encontraba Leticia, a su padre el tratamiento lo ayudaba, pero debían mucho dinero a la clínica quien no se negaba ayudar, pero deberían cancelar por lo menos el 50% de los tratamientos, su padre debía ser sometido a una fuerte operación, desesperado busca la forma de encontrar a Leticia quien no respondía sus mensajes, cuando uno de sus amigos del ejército le informo que ella fue enviada a Afganistán y que no volvería por un año, su reacción fue fatal, ya que para ese entonces su padre abría muerto si no pagaban, ambos habían planeado irse a Afganistán a servir juntos en un campo militar, pero Leticia se marchó sin él y eso lo destrozaba no tenía más que tomar las riendas de la empresa, buscar con quién casarse, pero no quería hacerlo con cualquier persona. Estaba en mi empresa trabajando cuando lo veo llegar. Entrando en mi oficina, se acerca abrazándome. —Hola, hermosa, ¿cómo estás? —Bien, cariño, ¿cómo sigue tu padre? —¿Qué te trae a mi oficina? —le digo, sirviéndole un café. —Quería verte y hablar contigo. —Dice tomando asiento. —¿Qué pasa, cariño? —Me acerco a él, entregándole la taza con café y tomo asiento en mi silla. — Amalia, sé que lo que te diré es una locura y no quiero que esto arruine nuestra amistad. —¿Qué pasa, cariño? Dime, me estás asustado. —Como ya sabes, tengo una cláusula de mi padre, y mi madre está muy grave de los nervios; ya casi no sale y cuando lo hace es a la clínica. Estamos en una grave crisis económica y no puedo pedir prestado, todo esto por mi padre y su egoísmo, Amalia. Dios, no sé cómo decirte esto. —Puedo ver lo incómodo que está, tanto que no puede verme a los ojos. — Lucas, si necesitas dinero, solo dímelo, nadie lo sabría, solo que no dispongo de tanto, pero podría ayudarte en lo que pueda. —¿Te casarías conmigo? —Suelta esas palabras haciendo que todo me dé vueltas; le temo al compromiso, he huido de mis pretendientes toda la vida. Lo miro sin entender aún su petición. —¿Qué dices, Lucas? — Amalia, yo sé que es una locura, pero no tengo salida, estoy desesperado, hasta el punto de volverme loco. No podría vivir con la culpa de que mi padre haya muerto sin que haga algo al respecto, ni que mi madre se vuelva loca; ella realmente lo ama y no puedo verla así. Amalia, no tengo otra opción, no quiero buscar a cualquiera, solo será por un año, hasta que mi padre esté fuera de peligro y Leticia vuelva. Eres mi mejor amiga y no me sentiré más a gusto contigo a mi lado. ¿Qué dice Amalia? Si no quieres, lo entenderé. —Dice sin poder mirarme, mientras que no puedo creer lo que me pide; estoy en un colapso mental. —¿Amalia? —Eran las 9 y 45 AM un martes de otoño, cuando mi mente se colapsó al escucharlo decir mi nombre tras esa propuesta que me aterraba, ya que había evitado en varias ocasiones esta situación. La idea del matrimonio me gustaba, pero he tenido muy malas relaciones anteriores; siempre querían de mí algo que solo deseaba darle a alguien que amara de verdad. —Sí —le digo aún en shock; es mi mejor amigo y verlo de tal manera me afectaba al punto de quitarme el sueño y, si de mí depende que su vida vuelva a la normalidad, yo lo ayudaría. No puedo permitir que su vida siga siendo un caos, me duele verlo sufrir. —¿En serio, Amalia? ¿Harías eso por mí? —Sí, Lucas, te ayudaré, es solo un año, ¿no? —No tenía ninguna relación en el momento, así que no tenía nada que me impidiera ayudarlo; si me necesitaba, lo haré sin problema. —Sí, gracias, cariño, llamaré al abogado y prepararemos todo. No sabes lo feliz que estoy. Te debo esta vida y la otra; eres increíble, hermosa. —Me besa la mejilla y sale de la oficina con gran alegría. Verlo sonreír me daba paz. Es solo un año, Amalia, ¿qué podría pasar?
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