Capítulo 6.
Cercanía
Pov Amalia
—Espero algún día encontrar a alguien así. —Digo mirando las estrellas.
—Lo harás, ahora descansa. —Me dice dándome un beso en la frente.
—Lucas —digo, deteniendo sus pasos—. ¿Quieres quedarte a dormir?
Puedo verlo girarse para mirarme mientras no puedo evitar pensar que lo que dije fue un error. A pesar de que no es la primera vez que dormimos juntos, me siento un poco incómoda al tenerlo así de cerca.
—Realmente aprecio lo que intentas hacer, pero iré a la biblioteca a terminar unas gestiones. Descansa —dice cerrando la puerta.
Me acomodo en la cama tratando de descansar hasta que el sueño me invade.
*.
UNA SEMANA DESPUÉS
Los días pasan sin detenerse. Lucas y yo hemos pasado esta semana trabajando; cuando estoy libre, él está en el trabajo y así aprovecho y paso a visitar a su padre. Las cosas en casa cada vez son mejores; él y yo pasamos las tardes viendo películas y platicamos mucho de todo lo que nos pasa. Alrededor, nuestra cercanía cada vez es mejor. Hoy decidimos pasar el día juntos para descansar de lo largo que ha sido esta semana. Estoy en mi habitación colocándome mi biquini n***o, tomando mi bloqueador solar y mi sombrero. Bajo al jardín donde puedo verlo nadar en la piscina. Al verme llegar, puedo notar que se acerca a la orilla mientras se queda viéndome fijamente en silencio. Me acomodo en la silla, intentando cubrirme con mi bloqueador solar; puedo verlo salir de la piscina y tomar un vaso de jugo, sentándose a mi lado.
—Lucas.
—¿Sí?
—¿Me ayudas? —le pregunto poniéndome de espaldas para que él me ayude con el bloqueador. Puedo verlo acercarse a mí, siento como el líquido frío recorre mi espalda, donde él pasa sus manos recorriéndome. Realmente se siente bien. Puedo sentir como suelta la tira de mi sostén, pasa sus manos por mis brazos hasta mis glúteos, donde reposan mis manos mientras prosigue a mis piernas.
—Listo —dice mirándome fijamente mientras se sienta junto a su computadora.
Me levanto después de un rato y puedo ver que él aún está sumergido en su laptop. Me adentro al agua, está realmente refrescante; me sumerjo y, al salir, él ya no estaba. De la nada siento cómo soy sumergida hasta el fondo de la piscina, donde lo puedo ver sonreírme. Me acerco a él y él me sostiene de la mano saliendo a la superficie, donde le echo agua en la cara, empezando una guerra. Se cubre la cara con la mano para limpiar el agua de su rostro, así que decido subirme en sus hombros para hundirlo en el agua.
—Amalia, esper… —Lo sumerjo y puedo sentir como me sostiene entre sus brazos.
—No, no, suéltame, Lucas. —Me sumerge en el agua donde me acerca tanto que puedo sentir los latidos de su corazón.
Al salida a la superficie, nado a la orilla, saliendo de la piscina, me coloco mi toalla para adentrarnos al comedor para el almuerzo.
—Iré a cambiarme y te acompañaré a la clínica. —Le digo, limpiando mis labios con una servilleta.
—Está bien. —Dice levantándose para subir juntos. Me adentro a mi habitación intentando desatar el nudo que le hizo a mi sostén; viéndome derrotada y sin éxito, me adentro a su habitación al ver la puerta abierta, aún luchando con el sujetador.
—Lucas, ayúdame… —Es la primera vez que lo veo sin ropa; me tapó rápidamente los ojos, avergonzada por no tocar antes de entrar.
—Listo, ¿qué necesitas?
—Lo siento, es que ataste muy fuerte la tira del sostén; se me hace muy difícil quitármelo sin maltratar mis senos. Además, la puerta estaba abierta —le digo girándome, donde él camina hacia mí desatando el nudo con la boca.
—Listo, hermosa.
—Gracias, cariño, lo siento por entrar sin tocar, pero estaba abierto.
—No te preocupes, no pasa nada. —Se acerca mientras no me quita la mirada, pasa sus manos por mi cuello, desatando el nudo, dejando mis senos expuestos; sostengo la tela de mi biquini que cubre mis senos. —Ya no tendrás excusas para entrar a mi habitación y verme desnudo.
—No es una excusa, además no esperaba verte desnudo. —Le digo alzando mi ceja derecha en forma de arrogancia.
—Digamos que te creo —dice, pícaro.
—No es así, ¿para qué quería verte sin ropa?
—No lo sé, dímelo tú. —Dice tan cerca que no puedo evitar sentirme nerviosa.
—Iré a cambiarme; se nos hace tarde.
Salgo de la habitación directamente a la mía, donde me quito el biquini entrando en el baño; me ducho lo más rápido que puedo, tomo mi toalla y me acerco al armario donde saco mi vestido azul oscuro corto con mis tacones negros y un cinturón ajustado a mis caderas. Acomodando mi cabello después de plancharlo, me coloco mi labial rojo en un tono suave, tomo mi bolso de lado y salgo al encuentro con Lucas, quien luce unos pantalones ajustados con una camisa y chaqueta de cuero, luciendo tan guapo como siempre. Al verme llegar, puedo notar que no deja de mirarme mientras habla por teléfono y yo lo espero en la entrada.
—¿Lista? —dice guardando su celular en el bolsillo de su pantalón.
—Sí, subo en el coche donde vamos escuchando música. De camino pasamos por la residencia de los padres de Leticia, quien vivía a solo unas cuadras de la casa de Lucas. Puedo ver que se queda mirando el lugar; está solo desde que Leticia se fue y sus padres se mudaron. Puedo ver lo serio que se pone al pasar; Leticia aún no responde a ninguna de sus cartas y puedo ver que eso le afecta. Al llegar a la clínica, el doctor se acerca a nosotros para darnos razón del estado del señor Armando.
— Buenas tardes, Lucas, me temo que aunque tu padre está recibiendo tratamiento, no ha recobrado el conocimiento. Es difícil tener que decirte que, si no se recupera, tendrás que tomar una decisión.
—No, aún no; sé que él despertará, lo sé, solo demos un poco más de tiempo.
— El tiempo depende de cómo vaya evolucionando, pero si no lo hace, tendremos que tomar medidas más drásticas. — Puedo ver lo mal que se pone; está muy serio. Decido acercarme y tomar su mano. Él se gira mirándome y entrelaza sus dedos con los míos, apretando mi mano.
—Doctor, ¿no existe otro método de hacerlo reaccionar? —digo, preocupada.
—Sí, existe la posibilidad de que con una operación él pueda reaccionar, pero también existe un gran riesgo de que no pueda sobrevivir a ella. Solo de ustedes depende el procedimiento a tomar, ya que lo he consultado con tu madre, Lucas, y se ha negado a someterlo a una operación.
—Entiendo, ¿cuánto tiempo tenemos para poner en marcha el siguiente paso?
—Vamos a darle por lo mucho dos semanas más; si en este tiempo él logra despertar, le volveremos a hacer otros análisis y empezaremos a ver su recuperación.
—Gracias, doctor, estaré al pendiente de lo que suceda; en dos semanas estaré fuera y, si yo nohevuelto, tiene mi orden de hacer lo que sea necesario.
—Entiendo, los dejaré para que lo vean. —Entramos en la habitación y puedo ver que está tan pálido conectado a esos aparatos como un vegetal. Lucas se acerca a la camilla y yo le doy su espacio; lo veo acercarse y mirarlo con dolor. Al ver sus lágrimas caer por su rostro, no me puedo ni imaginar estar en su lugar.
—Padre, levántate, despierta, tú no eres así. Por favor, perdóname si no fui el hijo que tanto quisiste que fuera, pero lo estoy intentando. Haré lo que me pides, pero tú debes levantarte de esta cama. No sé qué haré sin ti, mi madre estará devastada, te ama con todas sus fuerzas, estás acabando con su vida, no seas tan egoísta y levántate. ¿Por qué no me dijiste de tu enfermedad? Yo habría hecho todo para verte de pie, padreeee. —Me acerco a él y lo abrazo; él se gira abrazándome con fuerza. Es la primera vez que lo veo tan devastado. Su padre siempre ha sido su ídolo; aunque nunca se llevarán como los mejores amigos, Lucas siempre lo ha amado sin importar todo lo que le ha hecho pasar.
—¿Por qué? ¿Acaso piensa dejarme solo con todo esto?
—Calma, cariño, él se va a recuperar; a veces las cosas pasan por algo. Mírame, cariño —le digo tomando su barbilla para que me mire—. Estoy contigo, no pienso dejarte solo, estoy contigo, cariño.
—No sé si pueda sacar la empresa adelante.
—Lo harás, tú eres su hijo, sabrás qué hacer, cariño. —Salimos de la clínica acercándonos al coche; al sentarme, cruzo mis piernas mirando por la ventana y él se acerca acariciando mis muslos, llamando mi atención. Baja mi vestido para que el chófer no me vea; puedo ver que el chófer nota la reacción de Lucas y sube el vidrio intermedio del coche, evitando mirarme.
— Deberías tener cuidado al cruzar las piernas —dice mirándome con enojo.
—¿Qué? No se me ve nada; además, el vestido tiene un short corto debajo.
—¿Acaso no viste cómo Julio te comía con la mirada?
—Siempre he usado este tipo de vestidos y nunca te habías molestado, o porque cruzara las piernas.
—Entiendo, es tu asunto si quieres mostrar más de lo que deberías. —El vestido me llega un poco más arriba de las rodillas; siempre he utilizado estos vestidos y él nunca había reaccionado así. Toma su mano, llamando su atención.
—¿Qué te pasa?
—Nada, solo no estoy de humor.
—Puedo verlo, ya que nunca me has criticado la forma de vestir; no entiendo por qué ahora sí.
— Amalia, somos amigos y eso implica que debo cuidar de ti.
—¿Sí? ¿Los amigos también sienten celos?
—No estoy celoso —dice mirándome fijamente. No puedo evitar ver su cara de enojo; está sexy como la vena de su frente que se hace notar cuando se enoja. Me acerco a él sin poder evitarlo, es como si sintiera la necesidad de tenerlo tan cerca. Tomando su quijada, hago que me mire.
—Estás celoso, puedo verlo.
—¿Por qué estaría celoso?
—Dímelo tú. —Siento como coloca una mano en mis muslos; como si estuviéramos hipnotizados, no podíamos dejar de mirarnos. Siento una fuerte sensación, emociones encontradas. Me acerco besando sus labios donde él me sostiene apretando mi muslo; una fuerte conexión de deseo me hace alejarme de él.
—Señor, ya llegamos —dice Julio sacándonos de nuestro momento.
Él baja del coche y abre la puerta para mí; tomando mi mano, me ayuda a salir del coche, llevándome por las escaleras hasta mi habitación, donde el silencio invade el momento.
— Buenas noches, Lucas. — Digo con la sensación más increíble de todas; podía sentir lo cálido de su mano, las ganas de volver a besarlo me invadían, no podía creer lo que estaba sintiendo, me sentía diferente, mi corazón se acelera al contacto de sus ojos, nunca lo había visto de esta manera. Él toma mi mano besando mi muñeca, mientras cierro mis ojos por la sensación que me acusa su cercanía.
— Buenas noches, hermosa. —Se aleja y yo entro en mi habitación dando vueltas por el lugar, dudando si volver a su habitación o controlar mi ansiedad. No podía entender la necesidad de que me abrace y me sostenga en sus brazos. ¿Qué pasa, Amalia? ¿Acaso te estás enamorando de tu mejor amigo?