Capítulo 02 | Propuesta |

3415 Words
Mi ceño fruncido permanece pegado a la ventanilla del auto de regreso a mi casa, mientras resoplo cada dos segundos. Sebastián sigue a mi lado, tratando de hablarme, pero mi enojo hace que él parezca un chihuahua. ─Hermano… ─Nos vemos mañana─ le señalo, cuando llegamos a su casa. ─Joder, no puedes estar molesto todavía conmigo… ─Salúdame a tu mamá, de mi parte y dile, que tiene un hijo imbécil─ cierro la puerta por donde él salió y le indico a Rubén que avance. ─Me enteré que ahora eres muy amigo de Lauren Cordova─ informa Rubén sarcástico. Observo las oscuras calles de la ciudad. Mientras refunfuño. ─Amigo el ratón del queso─ digo, haciendo que él ría divertido. ─No sé cómo pueden caerse tan mal. ─Así es la vida─ trato de no pensar en eso. ─Ella está… ─Rubén ¿Acaso quieres perder tu trabajo?─ Inquiero sarcástico. Él se carcajea. ─No me despedirías, soy el único que te aguanta y el que sabe sacar a tus conquistas─ el muy idiota, le da al clavo. ─Fanfarrón─ farfullo, mirando la pantalla de mi celular que brilla con el nombre de Nadia. Esbozo una curvatura, había tardado demasiado. ─Hola, querida─ contesto, Rubén se carcajea. ─¿Estás de regreso?─ Pregunta con una voz pasiva. ─En este momento, estoy llegando a la casa─ respondo, riéndome. ─¿Puedo ir?─ Inquiere gatunamente. ─¿Sabes? Todavía me duele un poco la mejilla… no te preocupes en llamar─ digo, colgándole. ─Oh, viejo. ¿Quién era?─ Pregunta Rubén. ─Nadia Humbolt. ─¡Está, Dios, parece un ángel con esos senos!─ Exclama efusivo. ─Calma tus testosteronas─ le indico burlón. Niego con la cabeza al ver la llamada remitente de Nadia. Apago el celular. ─Es una infiel─ pronuncio. ─Es una basura─ añado, dejando mi mirada en la ventanilla. Me estiro luego de hacer la rutina de ejercicios. Mi celular suena, haciendo que apague la música. ─¿Qué?─ Pregunto contestado, con la respiración un poco faltante. ─Que linda oficina tienes─ habla Lauren al otro lado de la línea. Mi rostro se encuentra confundido. ─¡No me jodas!─ Exclamo furioso. ─No te alteres, te puede dar un paro cardiaco─ dice, comienzo a escuchar mi computadora recibir correos. ─¡Sal de mi oficina, ahora mismo!─Le ordeno molesto. ─No. ─ Dice ella, con naturalidad. ─¡Qué salgas!─ Insisto. ─Púdrete─ pronuncia, colgándome… ¡¿Me colgó?! ─¡Mierda!─ Farfullo lanzando la toalla con la que limpiaba mi sudor. Trato de marcar de nuevo a su celular, pero, ella no contesta. Llamo a mi oficina. ─Oficina de Lauren Cordova ¿Qué desea?─ Contesta santurrona. ─Deseo que salgas de mi empresa, de mi oficina, de mi vida─ digo, apretando mi mandíbula. ─Deseo no concedido─ murmura ella. ─¡No vuelvas a colgarme!─  Mi poca paciencia llega a su límite. ─Oh, me lo recordaste─ dice… colgándome, nuevamente. ─¡Lauren!─ Grito exasperado alargando su nombre. A pasos pesados y zancadas largas, camino hacia mi oficina. Aprieto mis puños, aguantando el enojo. Empujo la puerta, y ella, se encuentra sentada en mi silla. Esboza una sonrisa sumamente hermosa al verme… enfócate Kilian, me repito en la cabeza. ─Pensé que tenías miedo de verme─ pronuncia ella. Apoyando sus codos en el escritorio. ─Nunca─ murmuro. Sin dejar mis ojos llenos de ella. ─¿A qué se debe tu visita?─ Pregunto, caminando hacia la silla al frente del escritorio. ─Somos socios ahora, tenemos que hablar como adultos─ habla, dejándome confundido. ─¿Acaso eso no es lo que hacemos? ─No lo suficiente─ sus palabras, me dan una cierta sensación. ─¿De qué quieres hablar?─ Propongo, abierto a una nueva perspectiva con ella. Ella se sorprende ante mi propuesta, tal vez, no se lo esperaba de mí. Dejo mi espalda en la silla. ─¿Uhm?─ Pregunta cambiando su gesto. Súbitamente, se levanta. Mostrándome descaradamente sus curvas. Aprieto mis labios, para no intentar desear algo indebido. ─Lauren, ¿a qué has venido?─ Insisto, ya nervado. ─Ha sido una estúpida… equivocación─ dice, arrastrando las palabras. Frunzo el ceño ¿Qué ocurre con ella? Ella se dirige rápidamente a la puerta. ─Detente ahí─ le ordeno, sin darme cuenta, que mi mano sujeta su brazo. Una especie de electricidad recorre mi cuerpo, cuando ella observa el agarre. ─Lo siento─ digo, soltándola.  ─No vuelvas a tocarme─ amenaza, con sus ojos intensos en mí. Sigue su camino, saliendo, para desaparecer de mi vista. Me quedo perplejo ante lo que acaba de suceder. Esta mujer me volverá loco. Pienso rápidamente. Al llegar a mi casa, dejo mi camiseta en el suelo del cuarto, para caminar en pantalones de pijama hacia la cocina. Comienzo a prepararme chocolate caliente, pero, el olor me trae imágenes dolorosas de recordar. Aprieto mis ojos, mientras apoyo mis manos del mesón. Mi respiración de desnivela. ─Sal de mi cabeza, por favor, detente─ suplico, cuando mis ojos comienzan a escocerse. Sus ojos verdes me recuerdan nuevamente, lo desconfiado que debo de ser con mis sentimientos.  El sonido de la puerta de la casa abriéndose, me desconcierta. Levanto la mirada para ver a Sebastián caminando con unas bolsas de comida hacia mí. ─Hola, hermano─ saluda sonriente. ─No puedo creerlo─ murmuro, estrujándome el rostro. ─¿A qué te refieres?─ Pregunta dejando las bolsas en el mesón. ─Eres un dolor de culo─ suelto con gracia. Él, suelta una risa sarcástica. ─Deberías de ser comediante─ propone, esbozo una sonrisa por eso. ─¿A qué se debe tu visita?─ Inquiero, dándole vuelta al chocolate caliente. ─Vine a traerte comida, no has comido bien estos últimos días─ me hace fruncir el entrecejo. ─¿Acaso eres mi padre? ─No, pero soy tu hermano─ responde abriendo las bolsas. ─Hermano de vida─ reitero. Él encoje los hombros sin importancia. ─Lauren invadió mi oficina, hoy─ anuncio, él levanta su mirada sorprendido, pero con una sonrisa en el rostro. ─No es la primera vez que lo hace. ─Gracias, por recordármelo. ─Vamos, que ella es excepcional─ murmura efusivo. ─¿Acaso te gusta?─ Pregunto dejando la mirada inquisidora en él. Él niega divertido con la cabeza. ─Es como mi hermana─ responde. ─Tal vez ella no piense lo mismo de ti─ agrego. ─Sabes muy bien, que ella siempre ha estado pendiente de ti… solo, que tú no le has parado, por lo de “hermana”, a la mierda eso─ añado, haciendo que él me mire confuso.  ─No la veo de esa forma─ suelta, dejándome pensativo. ─Ella siempre te ha admirado, Kilian. ─ Dice, en medio del silencio, su gesto cambia drásticamente. Mi ceño se interpone ante cualquier pensamiento. ─No sé de qué hablas, siempre me ha odiado─ me doy la vuelta, para verter mi chocolate en una taza. ─Siempre tan déspota y orgulloso─ habla, volteo a verle, pero comienza a comer. ¿A qué se referirá con eso? Me pregunto por enésima vez. Luego de colocarme un suéter gris, miro la hora por última vez. Suelto una bocanada de aire, cuando oigo el golpeteo de la puerta. ─Adelante─ anuncio hacia Rubén. ─Señor, ya tengo la ubicación del hotel─ informa rápidamente. ─Bien, vamos─ le indico dejando mi mirada fría en el camino, pero con una sonrisa efusiva. ─¿A qué se debe esa sonrisa, señor?─ Inquiere dándome una mirada a través de el retrovisor. ─Una simple venganza─ murmuro en respuesta. ─Vaya, eso suena divertido─ dice él, riendo. Observo detenidamente a la chica de cabello castaño con un flequillo perfectamente cortado, dejando ver a penas sus almendrados ojos. Trago con dificultad, no puedo creer que esté a punto de hacer esto. ─Puedes… ─hablo, pensándolo dos veces.  ─¿Uhm?─ Inquiere ella, con una sonrisa expectante. ─Darme la llave del cuarto de mi esposa─ desvío la mirada inmediatamente al decir eso. Vaya Kilian, definitivamente, te quieres meter en la boca del lobo. El lobo llamado, Lauren.  ─Por supuesto, ¿cómo se llama su esposa?─Pregunta, volteo rápidamente sorprendido. ─Bueno… se llama Lauren Cordova, solo, que no utiliza mi apellido… es un poco déspota─ explico, casi tartamudeando. ─Un momento, ¿Kilian Valech?─ Pregunta ella, sorprendida. Frunzo el ceño por lo informada que está sobre mí. ─Sí… espera ¿Cómo sabe mi nombre? ─Su esposa, dejó dicho que usted vendría, no se preocupe. Le dispondremos una llave─ informa. Descolocándome por completo. Miro alrededor para verificar si no es una maldita broma. ─Tome, señor. Disfrute de la estadía─ anuncia, entregándome la llave. Aprieto mis labios en una línea recta. La tomo en mis manos, para pasar en zancadas largas hacia el ascensor. ¿Pero… qué mierda? Me pregunto. En serio, esta mujer está mal de la cabeza, o yo lo estoy, por entrar a la boca del lobo. ¿Me regreso? Sí, es mejor… joder, no me vaya a matar cuando entre a la habitación, no apareceré en las planas del diario con el enunciado deprimente de “Asesinado por meterse con la desquiciada de Lauren Cordova” Ni loco. Decido salir del ascensor, pero, no se detiene  en ningún piso, sino, que sigue directo al piso que he marcado. ─Mierda─ mascullo entre dientes, pisando los botones con desesperación. El ascensor se detiene finalmente en el piso indicado, tomo una bocanada de aire al pasar las puertas. Eres Kilian Valech, no le tienes miedo a nadie, ni a Lauren… no, tú puedes. Me repito mentalmente, dándome valentía. Paso la llave a la habitación indicada. La puerta hace un sonidito indicando estar abierta, la empujo, entrando. Levanto mi mirada, encontrándome con la suya, oscura y brillante. Su curvatura me sorprende. ─Sabía que vendrías, eres muy fácil de descifrar─ habla ella, colocándose un sombrero blanco. Frunzo el ceño. ─Huye Kilian, huye─ murmuro para mí. Ella suelta una risa escandalosa. ─¿Cómo supiste que vendría a invadir tu habitación?─ Inquiero con el orgullo en el piso. ─Simple. Eres como yo─ responde con simpleza. ─No soy como tú─ pronuncio altanero. ─Como digas─ encoje los hombros, tomando su bolso. ─¿Qué es eso de ser tu esposo?─ Pregunto, mientras ella se retoca los labios carnoso en un color carmesí. Ladea levemente su cabeza, dándome una mirada. ─Diste la misma excusa para que te dieran la llave. Solo te di una ayudadita─ explica. ─Bueno ¿Gracias? Aunque no haya servido de nada… ya lo esperabas ─digo, sintiéndome patético. ─Exactamente─ termina de decir. Suelta su labial en el bolso, dándose una última mirada en el espejo. Comienza a caminar en mi dirección, mi cuerpo se siente un poco atrapado ante los pasos de ella. ─¿A dónde irás?─ Pregunto, interponiéndome en su camino. ─Tengo algo qué hacer─ responde, haciéndome una seña. ─Que disfrutes de la habitación─ dice ella, con una sonrisa cómplice en su rostro. ─No. ─ Pronuncio tajante, evitando dejar irle.  ─Te tengo que hacer la estadía terrible en este lugar, para que te vayas─ digo, sin pensarlo. Ella abre la boca sorprendida. ─No se vale jugar la misma carta. ─Me vale mierda─ farfullo molesto. ─Bien ¿Qué propones?─Inquiere expectante. ─Iré contigo─ respondo rápidamente. Lauren suelta una risa irónica. ─Si eso quieres─ encoje los hombros, pasando de mí. Sus caderas se comienzan a mover con descaro. Apretando su trasero en la falda blanca. Resoplo nervado. No pienses en esas cosas, no pienses en esas cosas. Dios te escucha. Repito en mi mente, apretando mis labios. Hago un chasquido de dientes, siguiéndola con apuro. Entrando al ascensor junto a ella. Su mirada la mantiene baja, mientras observa su bolso. Levanto la mirada para no incomodarme. La cancioncita del ascensor comienza a sonar, dándome un dolor de cabeza. ─Quisiera matar al que inventó las canciones en ascensores─ murmura ella, le miro de soslayo, sorprendido. ─Calma tus demonios, que no caben aquí junto a los míos─ digo, divertido. Ella suelta una risa baja. Llamándome la atención de algún modo, suena dulce su risa. Espera ¿Qué? Su mirada escrudiña la mía, la desvío rápidamente. Carraspeando ante la incomodidad. ─Esto va lento─ musito, colocando mis manos en los bolsillos. ─Igual que te cerebro─ suelta ella. Esta vez, sonrío, negando con la cabeza. Las puertas se abren dándonos paso. Le sigo a poca distancia, escuchando cómo sus tacones resuenan en el piso. Los hombres se le quedan mirando con atenta insinuación. Frunzo el ceño por el descaro. Cruzando las puertas de cristal, nos encontramos con Rubén. ─Hola, Rubén─ le saluda ella de forma animada ¿Cuándo coño se conocieron? ─Hola, preciosa─ murmura él con demasiada confianza. Le doy una mirada fría por eso. ─Señor─ agrega él rápidamente. ─¿Nos puedes llevar al aeropuerto, por favor?─ Le inquiere Lauren. ─¿Acaso no tienes tu propio conductor designado?─ Le pregunto prepotente. ─Sí, si tengo. Pero, le he dado el día libre. Porque me prestarás al tuyo─ responde con una gran sonrisa.  Rubén le abre la puerta, haciendo que ella se adentre al auto. Él me da una mirada cómplice. ─Te salvas, esta vez─ le murmuro, él ríe escandalosamente cuando me adentro al auto junto a ella. Su vista se encuentra agacha en su celular, mientras  sus dedos se deslizan en la pantalla. ─Deja de observarme, resulta atemorizante─ murmura Lauren, sin despegar la vista del celular. Me sobresalto por eso ¿acaso tiene ojos en todos lados? ─No te estoy observando─ gruño, desviando la mirada. ─Sí, claro─ pronuncia, obviándome por completo. ─Cuéntame de Katherina─ Propone, haciendo que mi mente quiera explotar por la pronunciación del nombre de ella. ─Eso no te importa─ escupo molesto. ─Sebastián me contó, quiero oír tu versión─ dice, como si nada. ─No te contaré nada─ insisto, cruzando mis brazos. ─Tenemos un largo viaje al aeropuerto y aparte de hablar, podría torturarte de otra forma─ sus ojos se incrustan en los míos, junto a una sonrisa sugestiva. ─¿Me estás amenazando?─ Inquiero levanto una ceja. ─Puedes pensar lo que quieras─ hace un encogimiento de hombros, sin desviar su mirada. ─Bien─ resoplo. ─¿Ella está bien?─ Pregunta, insistiendo.  Pienso unos segundos antes de responderle. ─Sí, ella despertó del coma en el que se encontraba… está feliz, con su familia─ respondo, dejando mis ojos en el camino. ─¿Y tú?─ Pregunta, haciendo que arrugue el ceño. ─¿Qué? ─¿Estás feliz?─ Reitera. ─Si ella lo está… indudablemente, lo estoy─ respondo, tragando con dificultad. ─Eres patético─ escupe ella de repente. ─¿Disculpa?─Cuestiono ofendido. ─Eres patético ¿No escuchaste bien?... a ver…─se acerca a mí, rompiendo mi espacio de confort─ ¡Eres patético!─ Grita en mi oído. ─¡¿Qué mierda te pasa, me quieres dejar sordo?!─ Exclamo, observándola reír a punto de desmayarse. ─Total, ya no escuchabas bien. No te hagas el dolido─ su carácter comienza a enojarme demás. ─¿Por qué soy patético?─ Pregunto, metiéndome en la boca del lobo. Ella detiene su risa, dándome una mirada. ─Porque, realmente no eres feliz. Estarías feliz, estando con ella. En cambio, dices que estás feliz, si ella está feliz con otro. Eso, es patético, engañarse así mismo de esa manera. Tienes que aceptarlo, eres un melodramático. ─Oh, cállate─ gruño, resoplando. ─¿Te molesta la verdad?─ Pregunta, cambiando a un gesto preocupante. ─No, me molesta que tengas la maldita razón─ escupo sin pensarlo. Ella me mira sorprendida. Se acomoda en el asiento al cabo de unos segundos, dejando su espalda nuevamente donde estaba. Su vista viaja hacia la ventanilla. ─Eres toda una caja de sorpresas, Kilian─ suelta, interrumpiendo el silencio. ─Primero, cancelas tu compromiso con Sara, y ella se vuelve una psicótica. Luego, te enamoras perdidamente de una chica, cuyo esposo, pierde la memoria por causa de un maniático. Y él recupera la memoria, dejándote por él. Queda embaraza y tú piensas que es tu bebé, pero resulta ser, que no lo es. Ella queda en coma, pero aun así, luego de quedar bien con ella. Tu amor por ella sigue intacto, después de que te engañó, besándose con su ex pareja… que ahora es su pareja y viven felices, junto a su hijo. Vaya, estás un poco jodido en cuanto a las relaciones─ habla, describiendo cada cosa, como si ella lo hubiera vivido. ─Si lo dices, es por algo─ suelto, sarcástico. Ella ríe de forma extraña. ─Sí, bueno. Tampoco he tenido buenas experiencias en cuanto a eso respecta. Pero, tú me has ganado─ sus ojos me buscan luego de decir sus palabras. ─¿Cómo has sabido todo eso?─Inquiero perplejo. ─No he estado tan lejos de ti, como tú creías. Además, tienes un mejor amigo, que habla mucho cuando bebe demás y uno muy preocupado por ti─ responde, haciéndome sentir un poco idiota. ─No debería de estar preocupado, no estoy mal, del todo─ digo, sin despejar mis ojos de los de ella. Por alguna razón, me parecen llamativos y difíciles de entender de qué color se encontrarán a cada momento. ─No del todo─ repite ella. Sus labios danzan de un modo deseable, los labios se me secan de solo observarlos. Joder, tengo que calmar las testosteronas. ─Por eso, buscas mujeres por diversión ¿Cierto?─ Su pregunta me saca de concentración. Bajo la mirada a mi pecho, tratando de pensar en una respuesta a eso. Pero, se me hace imposible. Ella es una mujer, no le podría decir, que las mujeres me parecen un simple objeto de diversión, ya que, ninguna dará la talla. ─No las busco─ respondo, siendo evasivo. ─Claro, ellas lo hacen. Eres todo un imbécil, como lo pensé─ dice, actuando ofendida. ¿Qué mierdas? ¿No debería de ser yo, el ofendido? Dejo mi mirada fría en su perfil relajado. Respiro fuerte ante el enojo que me causa tenerla tan cerca. ─Deja de acosarme─ murmura ella. ─No─ respondo, sus ojos viajan a los míos. Los ojos de Lauren de encuentran de un color grisáceo por la luz natural que se cuela de la ventanilla… tiene unos hermosos ojos, casualmente, siempre han sido así. Su ceño se frunce, dándole una apariencia aniñada y tierna… es el mismísimo demonio. Comienza una batalla de azul con el color misterioso de sus ojos. Solo mirándonos con intensidad. ─Imbécil─ farfulla, quitando su vista de la mía. Esbozo una sonrisa triunfante. ─Gané─ suelto, dejando mi espalda relajada en el asiento, sin quitar mi sonrisa. ─No era una competencia─ añade Lauren. ─Gané─ repito, levantándole mis cejas de forma sugestiva. Ella resopla, cambiando de lugar su espeso cabello castaño. ─Y… ¿Qué hacemos en el aeropuerto?─ Inquiero, mirando a las personas caminar con desesperación mientras ruedan sus maletas. En el lugar se escuchan muchas voces, unas declarando su amor, y otras diciendo un simple adiós. ─Algo─ responde, haciendo que mis ojos se entornen misteriosos. ─Pensé que eras más inteligente en las respuestas─ pronuncio, meneándome en los talones. ─Pensé que eras menos fastidioso, pero, por lo que veo. No es así─ me da una mirada divertida, mientras se acomoda su enorme sombrero blanco. ─Fastidiosa, tú─ gruño, desviando mi mirada de ella. Súbitamente, ella comienza a dar unos pasos nerviosos. Le miro confundido, pues, nunca la había visto así. ─¿Te pica algo?─ Pregunto perplejo. Lauren me mira rápidamente, su rostro se encuentra nervioso, pareciéndome lindo. Como un lindo cachorrito asustado… sí, eso me parece lindo. Ella niega con la cabeza, batiendo su melena suelta con rapidez. ─Mis padres─ me murmura, sorprendiéndome. ─Me voy─ digo con rapidez, dándome la vuelta. ─¡Espera, no!─ Su mano me sujeta el brazo, deteniendo mi paso. La maldita sensación, vuelve a recorrer mi piel. ─¡No me detendrás! Tus padres están desquiciados─ le digo, tratando de zafarme de su agarre. ─No me dejarás─ suelta ella, bajando la mirada. ¡¿Qué?! Explota mi mente, en una pregunta. Mis ojos viajan hacia todo su rostro tratando de descifrar lo que pasa por esa cabecita. ─¡Suéltame!─ Exclamo. Convirtiendo la situación en una escena muy extraña.  Ella no me suelta, guindándose de mi brazo, mientras yo jalo su cuerpo con un intento de pasos. Las personas posan sus miradas escrudiñas en nosotros. ─Tus padres son muy melosos, no los soporto─ digo, ella se suelta de mí, sorprendiéndome. Me quedo observándola por unos segundos eternos. ─Tengo algo qué contarte, Kilian─ menciona con duda. Arrugo mi entrecejo dando toda mi atención a ella. ─Dime, soy todo oídos para ti─ declaro mirando sus labios carmesí. ─Les he dicho a mi padre que nos… casaremos─ suelta, dándome con un cubo de hielo en la cabeza. ─¡¿Qué?!─ Grito molesto. Lauren esboza una curvatura inocente. ─¡No nos casaremos ni en el peor sueño!─ Exclamo nervado. 
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