Capítulo 03 | Indicaciones indecentes |

3454 Words
Genial, Lauren, lo has hecho otra vez. ─¡Ni que tú fueras la gran cosa!─ Exclama de vuelta, con sus ojos ahora en llamas. ─¡Pero, lo que no es gran cosa, al parecer se casará contigo!─ Digo, explotando.  Nuevamente, la escena, se vuelve la primera atención de las personas. Ella coloca sus manos fijas en sus caderas, dándome una mirada furiosa, tratando de colocar sus labios carnosos en una línea recta. ─Ni lo pienses─ le señalo con un el índice. Lauren me mira con aquellos ojos, haciéndome una especie de gesto tierno. ─No, eso no funcionará conmigo─ afirmo.  Joder, está funcionando. ─¿Por qué yo?─ Inquiero confundido ¿Acaso no me odia? Me da una mirada rápida, pero la desvía rápidamente cuando escucha su nombre llamarle. Sus padres vienen hacia nosotros, con sus sonrientes rostros. Me coloco erguido, pensando en huir, mierda ¿Cómo huyo ahora de esto? Me pregunto observando a todas las personas. ¿Y si me escabullo como un ninja? Me propongo rápidamente. Comienzo a dar pasos hacia atrás, lentamente. ─¡Kilian!─ Exclama la madre de Lauren, luego de terminar el largo abrazo con su hija. Mierda, y mil mierdas. ─¡Hola!─ Exclamo con una sonrisa falsificada. ─Ay, cariño, que guapo estás─ me murmura, agarrándome las mejillas. Dejo mi sonrisa efusiva en el rostro mientras le doy una mirada fría a Lauren. Ella ríe con descaro. La señora comienza a darme besos babosos en los cachetes, haciéndome sufrir. Su padre, luego, me da un abrazo fuerte. ─Eres todo un hombre─ dice, palmeándome con fuerza el omoplato. ─Sí, ya he tenido mi primera vez─  digo, sin pensarlo. Ellos me miran confusos. Y Lauren se atora de la risa. ─Hijo… es bueno saberlo─ agrega la señora un poco perpleja. Asiento con una sonrisa. Mátenme.  Lauren, se posa a mi lado, sujetando mi brazo. Mi cuerpo queda inerte. ─Siempre supimos que ustedes iban a quedarse juntos, se ven tan bien juntos─ habla la madre, mientras nos admiran. ─¿Podemos hablar un momento?─ Le propongo a Lauren. ─Oh, claro. Un momento, papá y mamá─ ellos asienten con sus sonrisas tiernas hacia nosotros. Le sostengo del brazo jalándola hacia un lugar alejado de ellos. ─¡¿Qué mierda ocurre en tu cabeza?!─ Le exclamo molesto, dando vueltas con mis pies. ─No es para tanto─ suelta ella, como si nada.  Detengo mi mirada sobresaltada hacia ella. ─¡¿No es para tanto?! ¿Cómo mierdas le dirás a ellos que lo de nosotros es una mentira?─ Le inquiero respirando con dificultad. Súbitamente, desvía su mirada, encogiendo los hombros. ─¡¿No les dirás?!─ Exclamo, resolviendo su gesto. ─Estás verdaderamente loca, desquiciada─ farfullo, negando con la cabeza. Me siento, en un banco desocupado, esperando que no se me baje la tensión. ─Kilian─ me llama, con su voz rasposa y sensual.  Sí, la muy loca, tiene una voz sensual. ─Te propongo algo─ argumenta ella, esbozando una sonrisa. Mis ojos quedan hipnotizados por la combinación de sus palabras con su sonrisa. ─No te voy a embarazar─ suelto, dejando mi cara de loco en ella. Ella se aleja sobresaltándose. ─¡No hablo de eso!─ Grita ofuscada. ─¿Entonces?─ Inquiero. ─Me ayudas a hacerles creer que te casas conmigo y que su hija no es tan inútil en los compromisos… y yo me alejo de ti, para siempre, no sabrás de mí. Y el asociamiento, lo dejaremos en manos de Sebastián─ propone, llamando toda mi atención.  ─¿Y cómo harás eso?─ Pregunto. ─Durante el tiempo  que ellos estén aquí “planeando nuestra boda ficticia” tu actuarás como mi prometido, pero ellos no sabrán, que tú me dejarás en el altar al llegar el día de la boda… luego, desapareceré─ frunzo el ceño, ¿por qué planear todo esta mentira? ─¿Por qué no simplemente, te casas de verdad con alguien que tú quieras?─ Menciono atónito por cómo ha planeado todo en poco tiempo. O quizás venían sopesando la idea en su cabeza llena de demonios. Lauren desvía su mirada. ─No estoy enamorada de nadie, y tú, estás soltero, te quieren mucho… digamos, que es una buena oportunidad─ dice, cambiando el tono de su voz. ─Esto es una locura, además de una estupidez─ niego con la cabeza. ─Por favor─ suelta, con desesperación en sus palabras. ─¿Tanto necesitas esta mentira?─ Le inquiero, levantándome. Ella asiente con la cabeza. ─Mis padres tienen sus creencias, y una de esas, es que su hija que pasó por clases de etiqueta y comportamiento, pueda casarse antes de cumplir los treinta… y como ves ni pareja tengo, desde él… todo mi tiempo se lo he dado a la empresa, siendo una inútil en el compromiso social─ explica, dándome razones. ─Pero, quedarás como una abandonada en el altar ¿estás consciente de eso? Tus padres estarán mal por eso─ agrego.  Tratando de no pensar en su pasado, ya que quizás es una de las razones por las que me odia tanto, cuando le quería demasiado. ─Sí, pero, ellos me dejaran en paz. Al ver, que he fallado contigo, sabrán que no estoy lista para un compromiso─ sus palabras me dejan más confundido.  ─No puedo creer que vaya a aceptar esta propuesta─ murmuro, resoplando. Lauren, levanta su rostro, dándome una curvatura exquisita. ─¿Trato?─ Pregunta, ofreciéndome su palma. Lo pienso unos segundos. ¿Kilian, estás dispuesto a entrar a su juego? Me pregunto mentalmente. Mierda, estás acabado. ─Trato─ respondo, tomando su palma. Para sellar la avasallante tormenta.  ─Gracias─ murmura ella, de forma sincera. Me quedo mirándole. ─Sigues siendo un imbécil ¿está bien?─ Suelta, siendo la misma. ─Y tú, una fastidiosa─ ella asiente motivada. Luego de hablar un rato con sus padres y darme cuenta de su emoción porque seré el esposo de su hija, me deja un poco perturbado. Los llevamos a su respectivo hotel, para que descansen del vuelo y ella me propone ir a cenar en la tarde, para hablar mejor, sobre la propuesta que me ha lanzado encima. Me despido de ella, dejándola con una mirada extrañada. Camino con los hombros erguidos hacia el auto, mientras mi mente permanece en estado de coma. ─Señor Kilian─ llama Rubén. Levanto la vista hacia su asiento. ─¿Uhm?─ Pregunto desconcentrado. ─Nadia le buscó en su casa─ pronuncia, haciendo que suelte una bocanada de aire. ─La llamaré cuando llegue─ informo, desviando mi mirada a la calle. ¿Qué haré ahora? Todos tendrán que saber de este compromiso ficticio. Y yo tendré que dar explicaciones vagas, sin sacarles en cara a las personas, esa mentira que tanto necesita Lauren. ¿Por qué lo necesita tanto? Esa excusa vaga sobre que sus padres le obligan a un compromiso, me parece estúpido. Bueno, las creencias en Londres con las familias de la alta sociedad deben de ser diferentes. Yo no crecí de ese modo. Yo luché para estar en la cima. ¿A qué se refería con desaparecer y alejarse de mí?... no pensará, matarse ¿cierto? Me quedo con la mirada gélida, mientras me asusto por ese pensamiento. ─¿Qué te importa lo que haga ella?─ Me pregunto a mí mismo. ─¿A qué se refiere?─ Pregunta Rubén. Volteo rápidamente, he tenido un vomito verbal. ─Oh, nada─ suelto. Él deja una sonrisa sarcástica en el retrovisor. ¿Qué te importa lo que haga, Lauren? Me vuelvo a inquirir. Ella es una simple propuesta que desaparecerá cuando esto termine, simplemente eso. Tal vez, disfrute de ello, mientras. Salgo de la ducha, viendo la hora. Nadia dejó dicho que estaría a las cinco en punto aquí y lleva quince minutos de retraso. Odio que lleguen tarde. Oigo la puerta retumbar en un sonido de golpeteo de una empuñadura, llevo mi mirada furiosa a esa dirección. Con la toalla alrededor de mis caderas y el torso desnudo, abro la puerta encontrándome con sus ojos azules llamativos y su sonrisa gatuna recibiéndome en placer. ─Kilian…─alarga mi nombre saboreando cada palabra, mientras sus ojos se impregnan de mi torso desnudo. ─Llegas tarde─ suelto, reprochándole. ─Entra─ ordeno gélido.  Ella, sin pensarlo dos veces, lo hace. Comienza a observar el entorno de la casa, con demasiada atención. ─Tienes una hermosa… ─Quítate la ropa─ le ordeno interrumpiéndole. Se descoloca con mi mandato, poniendo un gesto sorpresivo. Miro su cuerpo insistiendo con mi mirada. Lanza su bolso a mi sofá, comenzando a bajar su vestido n***o. Cuando cae al suelo, su esbelta figura, me hace saborear mis labios. Sus senos se aprietan al sujetador n***o que combina con su braga.  ─Desnúdate para mí─ le ordeno, sin dejar la vista de su cuerpo. La sangre me comienza a hervir, al ver cómo se comienza a desabrochar el sujetador.  Sus senos se escapan, danzando. Suelto una bocanada de aire densa. Madre mía. ─Detente─ pronuncio. Llego a ella, envolviéndola en mis brazos, para domar sus labios. Comienzo siendo brusco y veloz, sus labios pierden coordinación por la brusquedad de los míos. Sus uñas de clavan en mi pecho, acariciando el torso que la dejó excitada. Poso mis manos en sus pechos, apretándolos. Ella suelta un gemido sonoro a través del beso. Inmediatamente, al escuchar su gemido. Bajo mis manos a su braga, y la arranco con rapidez. Liberando su humedad que comenzaba a hacerse una tortura para ella, sus jadeos me dejan desquiciado. Qué mujer es ella… solo una diversión, me repito. ─Vamos a tu habitación─ me propone. Niego con la cabeza. ─Aquí─ ordeno, dándole la vuelta. Su torneado trasero queda en mi vista, saboreo mis labios con deseo. ─Eres travieso─ murmura en un gemido, meneando su trasero para mí. ─Cállate─ le ordeno, zurrándole el trasero, que acepta con placer. Niego con la cabeza, mientras sonrío con descaro.  Eres una infiel. Me repito mentalmente… infiel.  Le embisto sin piedad, clamando estos sentimientos y estos pensamientos que me invaden haciéndome daño. Nadia se encuentra exhausta y durmiendo en el sofá, termino de vestirme, para ir a la cena con Lauren. Abotono mi camisa blanca y ajusto mi corbata plateada. Bajo con rapidez las escaleras, encontrándome con Nadia; desnuda y sonriéndome. ─¿A dónde irás?─Pregunta confundida. ─Tengo planes─ expreso tajante. Me dirijo hacia la puerta, pero antes, me detengo observándola por completo. ─No olvides recoger tus cosas, querida─ le indico. Ella abre la boca sorprendida. Pero, con un portazo de la puerta, evito cualquier conversación con ella.  Me introduzco en el Roll Royce, encendiéndolo, para ponerlo en marcha. Dejo mi vista en el camino, tratando de controlar mis pensamientos de una manera que no pueda dominarme, recordándome aquellos sentimientos que alguna vez se afloraron de mí. Cuando llego al lugar indicado por Lauren, me bajo del auto, llegando a la recepción del restaurante elegante, lleno de luces. ─Bienvenido, señor─ dice una chica algo atractiva. Supongo que para eso la contrataron. Le esbozo una sonrisa profesional de vuelta. ─¿Tiene reservación?─ Pregunta rápidamente. ─Sí, seguro está a nombre de la señorita Lauren Cordova─ respondo, ella comienza a indagar en una libreta. ─Oh, claro… pase adelante, señor Valech. Le llevarán inmediatamente a la mesa donde se encuentra su prometida─ le miro con rareza. Mierda, Lauren, siempre me sorprendes. Un chico me lleva hacia la mesa.  Puedo observar a Lauren, con la cabeza agacha. Sus labios tornados de un rojo fuerte, dándole un aspecto sumamente… perfecto. Resaltando la palidez de su piel al punto de parecer porcelana y su cabello oscuro y largo.  Niego con la cabeza, por los pensamientos que comenzaban a aflorarse en mi mente. ─Señor Valech─ anuncia el chico. Lauren levanta la vista, dándome con sus ojos marrones. Mis labios se secan inmediatamente. Su gesto es de molestia, pero su intensidad, me hace sentir un poco incómodo ante el aura imponente que ella erradica.  ─Llegas tarde─ suelta, en forma de regaño. Esbozo una sonrisa traviesa por eso. El chico se va. Decido sentarme en la silla al frente de ella. ─Llegué un minuto tarde─ digo, tratando de sacarle una sonrisa. ─Es tarde, no es la hora en la que te dije─ su postura permanece igual. Haciéndome fruncir el ceño y arrugar la nariz. ─Que intensa eres─ suelto, molesto. Sus ojos entornan en mí. ─Que manso eres─ pronuncia, dándome una curvatura. ─¿Manso? ¿Acaso soy un puto oso de peluche?─ Inquiero ofendido. Ella suelta una risa fina y elegante. Haciendo que la piel se me achine. ─Algo así, pero tienes menos gracia que un peluche. Y eres todo lo contrario─ responde, sacándome una sonrisa. ─Definitivamente, eres una rareza─ digo, comenzando a leer la carta del menú. ─¿A qué te refieres con eso, pedazo de imbécil?─ Pregunta altanera. Levanto mi vista un poco sorprendido. ─¿Dónde han quedado los modales, señorita Cordova?─Inquiero para molestarla, se ve excitante cuando se molesta. ─Que se pudran los modales─ farfulla sin más. Una risa escandalosa se me escapa, haciendo que ella se contagie. Solo, que detengo mi risa, para oír la de ella. Ella se detiene, al ver que solo me he quedado observándola. Carraspea incómoda.  ─Te dije, que dejaras de acosarme─ suelta, sus ojos marrones  misteriosos se vuelven más oscuros, justo el chocolate que me gusta y no me dejaban comer de pequeño. ─Tonterías─ escupo, arrugando el gesto. Frunce su ceño de forma sublime, pareciendo sexy por naturaleza. ─¿Tonterías? ─Sí, escuchaste bien, Lauren. ─Realmente, eres raro─ baja su mirada confusa a la carta de menú. ─Dime, Lauren… ¿Qué te mueve?─ Pregunto, colocando toda mi atención en ella. Su vista se levanta. ─No vinimos para hablar de eso─ su voz suena rasposa. ─No me interesa. Respóndeme─ insisto en forma de mandato. Ella resopla, volteándome los ojos. ─Pasión─ suelta, sorprendiéndome. ─¿La pasión, te mueve?─ Vuelto a reiterar. ─¿Te sorprende? ─No del todo─ digo, sin desviar mi mirada de ella. ─¿A qué te refieres? ─Pues, la pasión mueve a todas las personas. Si les gusta el baile, bailan, si les gusta cocinar, cocinan. Todo lo vuelven una pasión, pero, al final… termina siendo aburrido. ─Oh, vaya, sabelotodo. Entonces ¿Qué es lo que te mueve?─ Pregunta a la defensiva. Le esbozo una sonrisa. ─Placer─ respondo, inclinando mi pecho en la mesa. Sus labios se separan al oír esa palabra. ─Cliché─ suelta.  ─Dependiendo─ ladeo la cabeza, viendo cómo su cabello oscuro cae en cascada hacia su pecho. ─¿De qué?─ Pregunta con atención.  ─De quién te proporcione el placer─ ladeo la cabeza, observando la curvatura de su boca.  ─¿Hablas de amor?─ suelta junto a una risa sarcástica. ─Nunca pronuncié esa palabra─ arrugo el entrecejo, alejándome de la mesa. ─Claro, le tienes miedo. Eres de esos que no mezcla el placer con el amor… eres todo un perrito asustado, Kilian─ sus palabras me dejan pensando. No le tengo miedo al amor, le tengo miedo a lo que causa eso en mí, me hace perderme, confiar… es peligroso. ─Tú no puedes decir mucho de eso─ digo, siendo molesto. ─Es cierto, no sé nada sobre eso. Pero, yo no lo evito, en cambio tú…─ Su mirada me escanea. En mi mente pasan las imágenes de Katherina, recordándome nuevamente, que no fui lo suficientemente bueno para ella… para nadie.  ─Dejémonos de estupideces. ¿Cómo haremos con la propuesta?─Intervengo rápidamente. Ella muestra confusión. ─He realizado una lista de parámetros─ pronuncia, rebuscando en su bolso.  ─Pediré la comida─ ofrezco, llamando al mesero, quien se acerca con velocidad. ─Queremos una botella de Merlot, y dos especiales─ pido, la mirada de Lauren viaja hacia mí, cuando el mesero se retira ─Eres el hombre menos romántico del mundo… ¿Merlot? ─Bueno, nunca he querido ser romántico, y menos contigo. ¿Acaso no te gusta un buen vino seco?─ Pregunto altanero. ─Al contrario─ dice, apretando una hoja en sus manos. Observo sus clavículas cómo se aprietan a su piel, por la contracción de una fuerte respiración. ─No dirás nada sobre nuestra propuesta, a nadie. ─Comienza a leer el papel. ─Ni que quisiera que me mataras─ pronuncio divertido. Ella saborea sus labios, humedeciéndolos.  ─Y con nadie, me refiero a Sebastián. ─¿Por qué? Es mi mejor amigo─ muestro confusión en mi rostro. ─Es demasiado bocón─ responde ella. ─Cierto, lo que sigue. El mesero deja dos copas junto a la botella de Merlot, los sirve y se va. Tomo un sorbo del Merlot.  ─No puedes estar con nadie─ lee, dándome un golpe mental. ─¿Qué?─ Inquiero molesto.  ─No quiero que la gente sepa que me engañas, cuando también me dejarás en el altar─ responde ágilmente. ─Tengo necesidades─ pronuncio. ─Y dudo que tú me las atiendas─ agrego, ella levanta su mirada ofendida. ─Te  tendrás que jalar el ganso─ dice, nuevamente con eso. Pongo los ojos en blanco. ─Otra vez tú con eso. ─No sabía que eso te ofendía─ añade, esbozando una sonrisa. ─No me ofende─ gruño, tomando otro sorbo. Ella baja su vista, junto a una sonrisa desorbitante.  ─”Cuack”─ suelta, haciendo que suelte una bocana de aire. ─¿Te encanta molestarme? ─Ni te imaginas. Sus ojos me miran de forma sorpresiva. Ese color tan misterioso, esa mirada tan exorbitante. No sé qué combinación tan extraña podría ser esa, solo sé, que es una locura permanecer tanto tiempo mirándola, podría morir.  ─Bueno, creo que eso es todo─ anuncia, dejando la hoja en la mesa. Sus palabras caen como agua fría, ¿qué ha sido todo? ─¡¿Acaso eso es todo, para qué ha sido la hoja?!─ Exclamo, quitándosela. Cuando la observo, está en blanco. Entorno mis ojos en ella, quien sonríe con inocencia. ─Acaso… ¡¿No sabes cómo coño hacer esto?!─ Inquiero molesto. ─Sí, sé─ pronuncia, dejando la mirada a una pareja de ancianos, celebran su fiesta de aniversario animadamente. ─¡Oh, claro que no! ─Mierda, en qué me he metido. Una loca, me propone ser su prometido de mentira, acepto y ella no sabe qué carrizo hacer… simplemente lo dejará al destino. Genial, muy genial─ farfullo estoico.   ─No te obligué a aceptar─ escupe, ofendiéndome.  ─¡Te estoy ayudando! Por lo menos, demuestra agradecimiento. ─No─ su palabra tajante, me hace resoplar con fuerza. ─Mátame, por favor─ le pido, acariciando mi sien. ─Con gusto, déjame y pido un cuchillo más afilado─ dice con sarcasmo, o eso pienso. ─¿Acaso estás loca?─ Inquiero, cuando el mesero llega con la comida, dejándola en la mesa. ─Deberías de dejar de decirme “loca” no sabes, cuán loca puedo ser─ dice, dándome una mirada fuerte. Comienzo a comer,  masticando con efusividad, sin dejar la vista de ella… cualquier movimiento puede ser en vano. Tengo el estómago vacío. No por tenerla al frente, dejaré de comer. Cuando levanto la mirada, luego de haberla bajado por un milisegundo… está sonriendo como psicópata. ─¿Qué?─ Inquiero a medio masticar. ─Tendrás una muerte lenta─ responde, sin quitar esa sonrisa. ─¿Pero qué… ─Es broma─ dice, comenzando a comer.  Le miro perplejo. Decido desviar mi mirada, para seguir comiendo. ─O no…─ suelta, riendo. ─¡Lauren!─ Le exclamo. ─Ay, si eres gallina─ dice como si nada. Una risa fina sale de ella, haciendo que sus ojos se achinen. Mi corazón comienza a latir, y mi piel se eriza. ¿Qué? ¡Kilian! Sabemos que ella es imponente, pero… tú eres más fuerte que eso. ─Aleja tu mirada acosadora de mí─ murmura. Llamando mi atención.  ─No te estaba mirando─ carraspeo, incómodo. sí, claro. Esboza una sonrisa, por lo dicho. Frunzo mis labios, tratando de entender ¿Qué es lo que ocurre con ella? Una sensación extraña comienza a formarse en lo más profundo de mi pecho, dejándome adormitado por su experiencia. Ella me vislumbra observándola con inocencia, ¿Qué poder tendrán sus ojos? Me convierten en un mar de dudas y extrañezas. Sus ojos me someten a su imponencia. Luego de terminar de comer, su cuerpo se mueve caminando a un lado de mí. Mis manos permanecen ocultas en mis bolsillos. La silenciosa caminata hacia el coche, me perturba un poco. ─Entonces... ─Pronuncio, rompiendo el silencio. ─Te llamo luego─ suelta ella. Sobresaltándome. ─¿Tú me llamarás? Ja, esto debe de ser una broma o algún castigo─ suelto sarcástico. ─¿Acaso he destruido tu lindo ego?─ Inquiere divertida. ─No tengo una pizca de egocentrismo. Te lo puedo demostrar─ me coloco al frente de ella, evitando su camino. Sus ojos se entornan ante mi rostro. ─Ya veremos─ pronuncia, quitándome hacia un lado. Las caderas de ella danzan en una música demoniaca, producida por su sensualidad nata. Muerdo mis labios, evitando que mis testosteronas, pequen.  ─Sí… ya veremos, Lauren─ murmuro para mí, avanzando hacia mi auto. 
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