Te esperaré por siempre

Siete años atrás… Era una hermosa tarde de verano, el sol brillaba con su gran esplendor sobre el firmamento y el reflejo de sus rayos iluminaban la bella cascada, provocando que un arco iris de magníficos colores asomara de repente para asombrar a los visitantes del lugar. El calor del día proporcionaba una calidez asombrosa a la pequeña laguna que siempre permanecía fría durante gran parte del año. La claridad del agua dejaba al descubierto una variedad de peces de diversos colores que nadaban sin control alrededor de los enamorados. Viggo estaba con su torso desnudo, sus partes íntimas estaban cubiertas por un pantaloncillo de tela rústica que era ideal para nadar, en su rostro relajado y cubierto por gotas de sudor se dibujaba la más bella sonrisa, mientras observaba a su pareja destinada, correteando en círculos, sonriendo, con su cabello oscuro como la noche siendo alborotado por la pequeña brisa que comenzaba a surgir desde el valle. Ella se veía perfecta jugando en el agua con solo un vestido blanco que cubría su ropa interior intentando en vano agarrar un pez dorado. —¡Es muy escurridizo, nunca podré atraparlo! —dijo Wanda de repente y se giró bruscamente salpicando el torso de su acompañante y dejando al descubierto su hermosa figura ya que la fina tela blanca se traslucía bajo el sol que la iluminaba. —Y tú eres muy traviesa y descarada —respondió Viggo al ver su expresión de felicidad por la pequeña travesura que acababa de hacer, él llevó su mano sobre su rostro para secarse la cara —. Tendré que castigarte por ser una niña mala. —Solo intento refrescarte un poco, el calor es insoportable. —ella con movimientos lentos se acercó y pasó su mano sobre el pecho del hombre esparciendo así más agua por todo su cuerpo—. ¿Acaso esto no es refrescante? —preguntó con su voz entrecortada y moviendo su mano con suavidad. —Si, pero ahora me debes compensar por tu mal comportamiento —respondió; entonces la atrajo a su cuerpo y la besó con brusquedad las feromonas que ella emanaba le estaban haciendo perder el juicio y quería poseerla en ese mismo instante sin importarle que a solo a unos pasos una familia nadaba. Al separarse ambos estaban muy excitados; sin embargo se escuchaban voces a lo lejos y debían mantener la cordura. Viggo ya no soportaba ver sus pechos agitados moviéndose al compás de la respiración de la joven, entonces con movimientos lentos la giró para que se quede de espaldas y así poder abrazarla mientras le susurraba palabras de amor en el oído. —Eres la mujer más hermosa que la Diosa Luna ha creado en este lugar, pero a la vez una maldición, cada vez que te veo me provoca hacerte el amor y ya es insoportable —murmuraba mientras por su cuello dejaba unos besos candente de deseo —. Tu cuerpo es tan perfecto, tan mío que me quema todo mi ser cada vez que estás tan cerca y a la vez estás tan lejos —decía sin poder controlar su lengua que recorría la zona de manera experta y provocando en ella un sin fin de gemidos. —Creo que el sol te está provocando una insolación —bromeo para intentar calmar su cuerpo ardiente de deseo; entonces ella giro su cuerpo para evitar seguir con esa tortura deliciosas, se acercó más a él y levantando sus brazos alrededor del largo cuello de su mate le dijo—. Hay miles de mujeres más hermosas que yo en este lugar. —Pero solo tengo ojos para ti, las demás no existen —respondió al mismo tiempo que la estrechaba más de la cintura —. Wanda eres mi mate, mi luna, mi todo y quiero que una vez que me nombren alfa, nos casemos y gobernemos juntos a nuestro pueblo. —¿Hablas en serio? —preguntó con sus ojos cristalizados por la emoción ya que era la primera vez que hablaba de formalizar su relación, aunque en la aldea era un secreto que todos ya sabían y callaban por el bien de la omega. —Si, te amo y ya no veo la hora de hacer oficial lo nuestro —dijo besando con urgencia los labios carnosos de su mujer. Wanda lo atrajo aún más y jugando con el cabello rubio de Viggo profundizó el beso, uniendo sus lenguas en un juego danzante donde ambos anhelaban mucho más que simples besos y caricias; con desgano se separaron y ella dejó escapar un leve suspiro, el aliento ardiente y los jadeos de la bella mujer le provocaron un sin fin de sentimientos en el alfa. —Wanda, aún no has respondido —dijo juntando sus frentes y mirándola a los ojos buscando esa respuesta que ya conocía perfectamente, entonces reformulo la pregunta —.¿Quieres casarte conmigo y ser mi luna para toda la vida? —ansioso mordió su labio inferior esperando que la joven le diera el sí. —¡Sí, claro que quiero! —gritó emocionada y comenzó a saltar de una manera muy infantil y sin importar la gente a su alrededor lo besó una vez más sellando así su compromiso. La emoción que los embargaba era tal que pasaron toda la tarde hablando de su boda, su futuro y como le dirían a los padres de ella que estaban comprometidos. Él era el próximo líder de la manada y ella solo era una simple omega sin ninguna cualidad especial, salvo que estaba impregnada hasta los huesos de su mate y a su lado se sentía segura y poderosa. El sol se ocultó en el horizonte cubriendo la laguna de una oscuridad infinita hasta que la Diosa Luna hizo su aparición y con su bella luz iluminó el lugar. Viggo estaba recostado sobre una roca y Wanda tenía apoyada su cabeza sobre su pecho mientras jugaba con los vellos de su amado. —Wanda me haces cosquillas, deja de provocarme. —Ya estamos solos, ahora podemos hacer lo que queramos —respondió ella de manera coqueta mientras se incorporaba y se sentaba encima de él—. Mi celo es dentro de dos días y mi cuerpo ya está ardiendo por tu culpa. —Siempre es mi culpa —respondió al mismo tiempo que la agarraba de la nuca y con urgencia buscaba sus labios. Wanda lentamente acarició el cabello de su amante, jugando en la nuca con sus dedos y moviendo su cuerpo de manera sugestiva para quedar lo más cerca posible. El alfa ya conocía perfectamente sus movimientos; entonces lentamente se separó de ella y agilizando su visión verificó que realmente estuvieran solos para continuar con su entrega. Viggo con delicadeza le retiró la única prenda que cubría su cuerpo y como cada vez que estaban juntos se detenía a observar la perfección de su cuerpo, para luego besar con delicadeza cada parte de su piel. Wanda esa noche se sentía diferente, algo dentro de su ser le decía que era el momento ideal para ser marcada y ser para siempre la mate del alfa, por eso al terminar agitada sobre el pecho de Viggo, inclinó su cabeza en señal de sumisión y le entregó su cuello de manera sugestiva como era la tradición. El líder de la manada al ver ese gesto sonrió, le mostró sus colmillos y lentamente descendió a la zona elegida para marcar la fina piel de la joven; sin embargo cuando vio la vena palpitante de su cuello y sintió cómo su corazón se agitaba se detuvo precipitadamente. —¿Qué sucede? ¿Por qué no me marcas? —preguntó ella con lágrimas en los ojos al ver como sus colmillos desaparecen frente a sus ojos y él le depositó un dulce beso en lugar de clavar sus dientes. —Aún no es el momento —respondió mientras sentía que sus dientes volvían a la normalidad. —¡Creí que era tu mate, no lo entiendo! —dijo ella separándose y acomodando su ropa. —¡Lo eres!—intentó abrazarla sin embargo ella lo rechazó —. Wanda si te marcó antes de ser nombrado como líder de la manada sabrán que te sometí previo a nuestra boda y no quiero que en la aldea hablen mal de mi futura esposa —respondió y la abrazó tiernamente—. Te amo, eres mi debilidad y si algún enemigo se da cuenta de lo nuestro, estarás en peligro, lo mejor es esperar a mi nombramiento. —Está bien —respondió entendiendo su explicación pero un mal presentimiento de repente la hizo temblar y se apoderaba inundando su alma de una infinita tristeza—. Quiero regresar a casa, ya es tarde —pidió mirando todo a su alrededor . —De acuerdo, te llevaré y nos veremos dentro de cinco días cuando tu celo haya finalizado—propuso Viggo y beso su cabello impregnando su fosas nasales de un delicioso aroma a vainilla. Ella asintió recogiendo las últimas prendas que faltaban mientras que Viggo iba en busca de su caballo, un semental n***o de gran porte que solo obedecía a su amo.