Los siguientes días transcurrieron de forma muy similar. A pesar de las cadenas, había guardia por la noche, pero Mitchell tuvo la sensación, tras esa primera noche, de que se trataba más de lo que pudiera haber en los páramos que recorrieron que de lo que pudieran hacer los prisioneros. Quedaron a oscuras al ponerse el sol, pero había una especie de hoguera al otro lado del camino, donde sus captores habían montado la tienda. Mitchell no sabía qué podrían estar quemando, ya que no se veía ni un solo árbol hasta donde alcanzaba la vista. De vez en cuando, había hierbas quebradizas o plantas rodantes, pero no eran suficientes para mantener el fuego encendido. Probablemente algo mágico, concluyó Mitchell.
La comida que les dieron era escasa pero aceptable. Era una especie de carne con espec
