Me dirijo al aparcamiento y encuentro a mi hija al final de la fila de coches. Los coches parecen estar dispersos, lo que significa que algunos de los otros estudiantes también han vuelto a casa. Coloco mi bolso en el capó de mi bebé y me deslizo en el asiento del conductor. Mis manos rodean el volante y pulso la salida. El trayecto hasta Kenmore Square no dura mucho. Llego al adosado en una media hora. Saco las llaves y abro la puerta. Cuando entro, percibo el entorno familiar del lugar. Todo lo que veo es blanco. Paredes blancas, cortinas blancas, rocas blancas. Luego, otros colores comienzan a filtrarse. Beige, rojo y n***o salpican todo el salón. Veo el largo sofá en el que había pasado muchas noches después de quedarme dormida leyendo un libro. Veo las hermosas ventanas cuadradas qu

