Los pobres

1029 Words
Brenda tuvo clara una cosa en la vida, quería ser ingeniera química, quería trabajar duro y encontrar la solución a la contaminación que producían muchas de las grandes empresas, pero sus condiciones de vida actual parecían estar en contra de ellos. Si uno no es un millonario y tiene la vida económicamente resuelta, se da cuenta muy pronto que todo cambia en un segundo. El padre de Brenda, Rodrigo, era un jugador de Beisbol, no tan bien pagado, pero con un futuro brillante por delante, en el momento del nacimiento de su hija, ganaba lo suficiente como para comprar una casa grande de dos pisos, con un auto familiar y pagar a una empleada doméstica un par de veces a la semana. Además, podía permitirse cumplirle los caprichos a su novia que estudiaba leyes y era una mamá preciosa. En aquella época, no había mucho lujo, pero sí estabilidad, eso hasta que se dañó la rodilla, se convirtió en un adicto a los analgésicos, le despidieron del equipo y su pareja les abandonó a él y a Brenda. La vida de Rodrigo era triste, llena de decepciones, él no había estudiado y tampoco había ahorrado porque tenía la promesa de ser el mejor beisbolista en la historia del país y su fracaso laboral le llevó a la pérdida de la custodia de su pequeña hija. Brenda acabó en una casa hogar, hasta que él se pudo recuperar porque su mamá no se tomó la molestia de cuidarle. La discapacidad de su padre fue una desgracia total, si bien, el equipo pagó por parte de las cuentas que se generaron en el hospital. La rehabilitación por drogas había salido directo de sus ahorros que cada vez eran menores, así como el abogado para recuperar la custodia, poco a poco el dinero desapareció y quedaron solo con la casa que también se tuvo que vender. Hoy debería ser el día más feliz de su vida, el inicio del último año de carrera, por el cual su papá y ella habían trabajado duro para que pudieses estudiar, para que el sueño de Brenda fuese tangible, sin embargo; no parecía estar cerca porque no había más fondos para financiar su préstamo. Las carreras serían financiadas por un máximo de 4 años o sesenta mil dólares, pero ella había invertido ambos, el tiempo y el dinero, así que ahora tenía un préstamo que pagar mucho más caro de lo que podían permitirse con su trabajo como camarera y tampoco era lo que su padre hacía como agente de ventas en una carnicería. —Brenda, no llores —le pidió su amiga mientras ele abrazaba. —Clara, tienes mil dólares libres todos los meses para pagarles a ellos. —Seguro que pueden viajar la cuota, pueden reajustarte el tiempo de pago. —Acabo de llegar a una conciliación para que no nos quiten la casa en la que vivimos, eso cubre hasta ese mes, son mis ahorros para pagar las prácticas en alguna universidad local, no hay dinero, no hay nada más que pueda hacer. —Eres una currante, algo se logra —le anima su amiga y busca en su bolsa. —Son trescientos dólares. —¿Los de tu renta? —pregunta Brenda. —Sí, pero yo tengo de dónde conseguir más, estoy ayudándome limpiando casas y me deben doscientos, solo tengo que hacer cien, ayúdate—le insiste Clara y le abraza con más fuerza porque sabe todo lo que Brenda ha pasado en su vida y lo mucho que ha trabajado para ser ingeniera química. Clara no tenía la inteligencia para una carrera universitaria tan dura, pero era muy consciente del esfuerzo académico que su amiga realizaba. Ambas mujeres salieron de ahí y fueron caminando hacia el centro para encontrarse con su amiga. Mina había estado en la misma casa hogar que ellas dos, solo que por mucho más tiempo. Ella nunca fue adoptada, así que había tenido que aprender a sobrevivir con lo que le enseñaron que era lo único que valía en ella, su cuerpo. A ella no le enorgullecía ni le daba paz al final del día, pero, no vivía en la calle como al principio, tampoco le faltaba la comida y estaba ahorrando para montar un negocio antes de que los viejos ricos se cansaran de verle y tocarle. Clara había sido adoptada a los doce años y seguía agradecida con sus papás adoptivos por todo el amor y el cariño que pusieron en ella. Tenían una tiendita de regalos que no siempre le iba muy bien, pero ella se esforzaba porque sus papás llegaran a fin de mes, por eso limpiaba casas porque era una entrada fenomenal. Mina las vio a ambas y en cuanto vio a Brenda acercase supo que algo iba fatal. Ella le dio un beso y un abrazo a su amiga y le preguntó que está mal. Brenda le cuenta cómo le han rechazado la solicitud de préstamo para completar su último año de estudios y todo lo que acaba de pagar y tendrá que pagar. —Entonces pagaste cuatro mil dólares, tienes que pagar mil antes de fin de mes y la cuota inicial de la universidad. —Sí. —¿Cuánto es? —Ocupo quinientos dólares para la matrícula de la universidad y setecientos para completar la cuota de este mes. —Yo te puedo prestar los quinientos, matricúlate. —le anima Mina. —No puedo con préstamos chiquitos, necesito soluciones. —Entonces, ven a trabajar conmigo. No es ideal, es asquerosa Brenda, pero es un año. ¿Qué tan malo puede ser un año y podrías ser solo mesera con buenas propinas? —Hay oportunidades que te cambian la vida y prostituirte, que es lo que Mona ofrece va a destruirte la vida. —Le dice Clara. —Tú has trabajado duro para llegar aquí, ¿Cuántas son? ¿Diez? ¿Cinco materias? Las llevas de una en una y trabajas más duro. Estoy seguro de que Rodri puede ayudarte, pero no te hagas esto Brenda. Hay formas más honestas de conseguirlo. Ahora que ya conocieron un poco a Brenda y un podo a Damian... ¿Qué les parece?
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