"La Inesperada Llegada De Aitana

1138 Words
Capitulo 20 —No esa ropa es suficiente—niego con las manos y asustada de ver como la empleada tiene mucha ropa de maternidad y de ejercicio en ese carrito. —Esta también y esto—él sigue metiendo cosas tan tranquilo. Como puedo lo tomo de los brazos y lo detengo viéndolo asombrada por unos segundos más. —Por favor, señor, ya no ponga más cosas en ese carrito—lo miro con suplica. Respiro aliviada en cuanto se detiene. Luego de eso ordena que se cobren todo con su tarjeta esa misma que para muchos es un sueño tener, me alegra que le vaya tan bien en sus negocios y como no, si trabaja arduamente. Él está a punto de decir algo sin embargo el sonido de su celular lo detiene, por lo que toma la llamada, por un momento parece tranquilo sin embargo poco después su semblante cambia a uno de preocupación y en tono pálido. Frunzo el ceño observando como tensa la mandíbula. —Quédate ahí no te muevas, iré por ti ahora mismo—él me mira por un momento antes de colgar esa llamada. Continúa mirándome por un determinado momento a la vez que pone una de sus manos sobre su cintura procediendo a exhalar con mortificación, poco después me toma del brazo llevándome hacia un lugar más privado de la tienda. —Escúchame bien. Aitana está aquí —sus ojos están llenos de temor algo que no logro entender, debería estar alegre, tal vez sea por el embarazo del cual no le ha dicho nada o eso supongo. — ¿Entonces ya le dijo? —comento seriamente, al mismo tiempo que miro como niega con la cabeza. —Dijo que vino porque tenía una semana libre y que me extrañaba. Ella no sabe nada. El problema es que no la puedo llevar a la ciudad por suerte no ha llegado a mi casa sino ya se hubiera enterado, pero eso no preocupa porque Samuel y ella no se llevan así que no la llamara, pero si la ve en persona si lo hará y eso no lo puedo permitir, no aún. — ¿Entonces qué hacemos? Me regreso a mi casa. —No. No podemos hacer eso—dice con preocupación. —Lo tengo, si dice que no puedo irme entonces puedo decir que soy una empleada, total no se me nota el embarazo, además… Creo que es lo mejor. Abernathy hace un gesto de desaprobación, lo que muestra que no está muy convencido de mi propuesta, siendo así no se me ocurre otra opción, más que esa. No puedo creer que la señorita Aitana este aquí, sí que fue inesperado tanto como este embarazo. Admito que cuando me dijo que ella estaba aquí sentí como la presión bajo hacia mis pies, luego entendí que tarde o temprano el volverá con su prometida así que debo tomármelo con calma, eso es algo normal ya que ellos se van a casar y no debería de importarme. —No sé si eso sea buena idea, de igual manera no eres una empleada. —De alguna forma si, solo estoy criando a su hijo, también puedo rentar un cuarto aquí en el pueblo. —De ninguna manera. Está bien tomaremos la primera opción. Vamos a llevarte a la hacienda, veré que puedo hacer con Eugenia ella es la que me preocupa. —Vaya por su novia yo tomo un taxi—le sonrío. Varios minutos después. Al fin logre convencerlo de que me iría en un taxi, lo malo es que no cabra toda esa ropa en ese coche, así que dejo ordenado que lo llevaran a la hacienda. La chica dijo que llegaría en menos de una hora, espero que así sea porque no sabría que decir si Aitana mira toda esa ropa. He llegado a la hacienda en menos de quince minutos, menos mal que el pueblo queda cerca, asì que pude haberme venido a pie, pero el padre del bebé que llevo en mi vientre es demasiado protector. Tres horas más tarde… Esa señorita no llega con la ropa, ya me cansé de esperar en la sala de espera del patio delantero. Al parecer tendré que volver al pueblo para cancelar y que esa ropa llegue otro día. Convencida de eso camino hacia los escalones que hay en la entrada, sin embargo, me detengo cuando llega el coche del señor Gilberto. En el asiento del copiloto se ve una chica de cabello castaño obscuro con corte en capas finas y definidas. Ella se ve elegante y al bajar veo como resplandece con ese atuendo pegado a su cuerpo. Enseguida la miro y me siento tan incómoda, pero eso no fue lo peor sino cuando vi como ella toma de la camisa a su prometido al que besa con gozo, luego lo suelta para sonreírle. Mientras que yo estoy tan anonada de ver eso, que ni siquiera puedo mover ningún solo musculo. Ambos se toman de la mano y avanzan hacia mí, quien no puedo moverme aún. Sino hasta que ella y él se ponen frente a mis ojos. — ¿Ella quien es mi amorcito? — acaricia su brazo. —Ella es… —Soy empleada doméstica mucho gusto—extiendo mi mano esperando que me salude no obstante ella hace un gesto de disgusto ignorando mi saludo. Casi al instante el señor toma mi mano y me saluda, luego mira a Aitana con reprobación. —Amor estoy cansada—hace un gesto de molestia. —¿La señorita Camila Rivero? —el repartidor ha llegado y ni cuenta nos dimos de eso. Sorprendida lo miro como saca toda esa ropa poniéndola frente a nosotros. Aitana mira con sospecha la cantidad de ropa, luego se agacha tomando un vestido de embarazada el cual escanea sorprendida. — ¿Estas embarazada? —pregunta dejando caer el vestido sobre esa bolsa a la vez que sacude sus manos. —Si…— digo en un hilo de voz. —Ya veo ¿Y el padre? Me gustaría conocerlo debe ganar muy bien, es mucha ropa—alza las cejas levantando sus lentes de sol los cuales pone en su cabeza. —Aitana deja de cuestionarla—su prometido habla con disimulo. —Señor Gilberto—Elías aparece como una bendición. Lo siento Elías, pero te tengo que usar esta vez, cierro los ojos por un segundo tomando aire y decisión. Antes de que Abernathy dijera algo, me tomo la libertad de tomar a Elías del abrazo y atrayéndolo hacia mí. Mi amigo me mira desconcertado en tanto yo solo estoy temblando de nervios los mismos que oculto con una sonrisa. —Él… Él es el padre de mi hijo—digo sin pensarlo. — ¡¿Qué?! — el dueño de esta hacienda exclama ofendido.
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