"Pilates En Pareja"

1249 Words
Capitulo 19 Enfoco mi mirada en esos ojos y en ese rostro varonil, su piel tersa y esa barbilla son espectacularmente bellos. Esta no es una mirada casual debo admitir que me gusta ver sus ojos. De pronto una chispa de interés de su parte se refleja a la vez que se acerca un poco más a mí, eso me pone tan nerviosa que solo hago un movimiento en brusco haciendo que mi cabeza pegue con su barbilla, rápidamente aprovecho que está sobando su rostro para agradecerle a la vez que camino con agilidad hacia mi recamara. Varias horas después… Luego de una siesta deliciosa decido ir a caminar alrededor de la hacienda, el sol hoy está un poco más fuerte que ayer, siendo sincera me gusta más los días de sol que los días nublados eso suelen deprimirme. Como siempre voy disfrutando de la caminata que siempre hago por las mañanas. A decir verdad, hago varias durante el día eso es porque el medico dejo estipulado que debo ejercitarme es por eso que lo hago. Concentrada voy de camino hacia ese hermoso campo de girasoles sin embargo al cruzar el portón enorme que hay en la entrada de esa hacienda, a lo lejos escucho como alguien dice “Señorita” Varias veces consecutivas. El brillo del sol no me deja ver por lo que pongo mi mano en mi frente cubriéndome un poco de esos rayos, solo así puedo ver que esa persona es la señora adivina del pueblo. Ella en cuanto nota que la miro me hace una seña para que vaya, así mismo lo hago, voy de camino hacia esa dirección. —Hola hermosa. ¿Cómo estás? —me saluda con una sonrisa radiante. —Buenos días, señora. Muy bien ¿Y usted? Dígame ¿Ocupa algo en que pueda ayudarla? —pregunto también con una sonrisa. —Bueno como vi que no llegaron a la clase pensé en venir ¿Van a ir? —ella enfoca la mirada detrás de mí. Curiosa volteo hacia donde ve y es el señor Abernathy quien está detrás de mí. Confundida vuelvo la mirada hacia la señora la cual espera una respuesta de mi parte. —Me encantaría ir, creo que iré la próxima semana, siendo sincera ya me aburrí de solo caminar—sonrío apenada. —Muy bien. Entonces le diré a mi hija que le he conseguido dos clientes seguros—ella dice segura de sí misma. —Más bien solo uno. Él no ira—niego también con segura. De pronto de la boca del señor Gilberto sale “Claro que iré” Con un gesto de sorpresa lo veo por un segundo luego regreso la mirada hacia esa señora quien nos ve orgullosa a ambos. —Por cierto, como dio con nuestra dirección—pregunta. —Soy tan adivina que ustedes serán esposos—alza las cejas. De repente la saliva se me atora en la garganta haciendo que tosa violentamente, de mi parte solo le doy pequeños golpes a mi pecho, en tanto él me toma de los hombros preguntando si estoy bien, a lo que le respondo que sí. Menos mal que deje de toser casi de inmediato. Reincorporados los dos, me dedico a buscar a la señora sin embargo ella ha desaparecido, frunzo el ceño ante eso, luego vuelvo a ver al señor quien está parado viéndome, eso me hizo recordar esas palabras de la señora adivina, debe ser una broma. Efectivamente no se equivocó al decir que él iba a ser esposo de alguien solo que mío no, recordarlo me hace sonreír con ironía. —¿De qué te ríes? —cuestiona curioso. — ¿Perdón? —alzo las cejas. —Sí, Es que estas sonriendo—me muestra una sutil sonrisa. —Ah. No es nada. Me iré yo primero tengo que hacer algo. En Pilates… Vaya esto sí que es nuevo para mí, y estoy segura de que incomodo también. Boquiabierta veo como hay varias parejas al igual que unas posiciones entre ellas que estoy totalmente segura de que serán muy pero muy incomodas entre el señor Abernathy yo. ¡Ay! Le dije que se quedara que no tenía que acompañarme, pero claro “Es mi hijo y quiero ser parte del proceso” Esas fueron sus palabras. En fin, ahora estamos ambos parados frente a la puerta en donde nos recibe una chica muy amable. Ella debe ser la hija de la adivina. —Hola buenos días—tiene la misma sonrisa que su madre. —Buenos días, estamos aquí para una clase, somos nuevos y…. —Ustedes deben ser la pareja que mi madre recomendó—nos apunta con una mirada cómplice—Vengan por acá. Nerviosa sigo los pasos de esa señorita quien nos pide que nos sentemos de espalda y en contra. Noto como el señor Gilberto acomoda su corbata, debe ser que está muy incómodo. —Si quiere váyase yo me quedo aquí, no es necesario que se quede usted. —Claro que si lo es. Él siendo el papa al bebe le va a caer de maravilla, sentirá la conexión de ambos, además ayuda con el parto—explica atentamente. —Aquí me quedare y hare lo que pueda para cuidarte—termina de decir para luego quitarse el saco. Cuando lo hace varias mujeres voltean a verlo y como no, si esos músculos salen a relucir por esa camisa color celeste. Suspiro antes de negarme a mí misma a seguir viéndolo. La maestra de la clase aplaude y dice en forma de regaño “Vamos chicas la atención hacia sus parejas” —Recomiendo más la ropa de ejercicio esto es para ambos—comenta. Ambos asentimos, seguido de eso los dos nos sentamos del lado opuesto, la siguiente indicación es juntar la espalda. Prometo que esa es la sensación más placentera que he tenido desde que estoy embarazada. Fue como una descarga cálida acariciando toda mi espalda haciendo que mi cuerpo, así como todo de mí se relaje, puedo apoyarme tan tranquilamente debido a su anchura y eso es lo mejor. Que genial sonrío al tacto de esa calidez, esta relajación es más de lo que esperaba, tanto que mi nuca empieza hacerme cosquillas creo que guardare esta sensación en mis recuerdos. La maestra comienza a indicarnos ciertas respiraciones luego de eso, nos invita a tomarnos de las manos. Sí que esto no me lo esperaba. Él es quien primero me toma de las manos las cuales une con las suyas al igual que sus brazos, ambos empezamos a balancearnos, y así como ese cosquilleo que siento en la nuca también empieza a sentirse en mi estómago, es como una atracción silenciosa. Ese ejercicio brevemente termina y no, no quiero soltarlo siendo sincera quiero que se prolongue aún más, pero claro mi subconsciente me termina regañando por lo que de inmediato lo suelto. Una hora más tarde… Ambos cansados y hasta un poco sudados, nos despedimos de la maestra y luego de eso él procede a invitarme a una tienda deportiva, sé cuáles son sus intenciones así que me niego rotundamente a esa petición. Decidida camino hacia el coche en donde me alcanza tomando mi mano entrelazándola con la suya, por lo que hace que mí respiración se acelere al igual que mi pulso. Anonada sigo sus pasos en tanto el aire me golpea en la cara y mi subconsciente me traiciona yéndome junto con sus pasos apresurados hacia esa tienda.
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