Gritos de amor
Kenma se encontraba recostado de espaldas en su cama jugando videojuegos. Esa era una rutina para el: después de cenar jugaría hasta la hora que el quisiera si prometía levantarse temprano para ir a la escuela ¿A quién se lo prometía? A Kuroo, mejor amigo de la infancia desde... ¿Siempre? Kenma no podía imaginar, ni recordar un mundo sin Kuroo. Mentiría si dijera que no era la razón de su despertar cada día (literalmente, Kuroo lo llamaba a las seis y media de la mañana todos los días para avisarle que iba camino a su casa para llevarlo a la escuela). Kuroo era su pequeño y gran mundo.
Últimamente, Kenma no había podido concentrarse debidamente (en sus juegos, ya que nada más aparte de eso (y el volley según Kuroo) merecía su concentración). No sabía bien a que se debía aquello, y pese a que lo había buscado en Internet, no hubo respuesta.
Recordó el momento en el que su madre le preguntó porque había buscado en internet "¿Qué hacer si no puedo dejar de pensar en mi mejor amigo?" Su respuesta fue simple. Un simple pestañeo y la mirada gacha, y la señora Kozume supo al instante que su hijo tampoco lo sabía. Lo sentó en la sala, y le pregunto abiertamente sobre Kuroo:
-Kenma cariño... ¿Te gusta Tetsuro? - ¿Gustarle? ¿A él le gustaba Kuroo? Su madre al ver su cara de confusión, se acerco a su hijo, y con amor sobo suavemente la cabeza de choco flan de Kenma - Sea lo sea, quiero que sepas que te amo - Y a el asentir de Kenma, su madre dio por terminada su corta conversación; se levanto del lujoso sofá, y dejó a su hijo sentado un tanto confundido respecto a sus sentimientos.
Recordar como su madre al parecer sabía mas de el que el mismo lo dejaba en un estado de vulnerabilidad bastante alarmante. Al menos para Kenma.
"GAME OVER" Se escuchó del aparato. Era la sexta vez que perdía ese juego tan simple. Sentía el d***o de hackearlo y arruinar la base de datos, para que nadie mas pueda jugar ese estúpido videojuego.
Se recostó de una forma más cómoda, y saco su teléfono de su bolcillo. Lo desbloqueo, y deslizó por las aplicaciones de una en una, esperando que alguna notificación que valiera la pena, llegara.
Abrió mensajes. El chat de Kuroo (que había abierto unas diez veces en la última hora), no mostraba ninguna actualización. Reviso sus conversaciones, corrigiendo mentalmente las faltas de ortografía de su amigo, sonriendo como bobo cada que veía un corazón rojo o un meme de doble sentido. Kuroo siempre le mandaba ese tipo de memes por las noches, provocándole un gran sonrojo al menor, que respondía un con un Emoji con el dedo de en medio levantado, o un "púdrete Kuroo".
Como si se lo hubiera buscado, le llegó un mensaje. El chat lo llevó directamente hasta abajo, donde se veía una imagen recién enviada por parte del pelinegro.
"Maldición" pensó Kenma.
Abrió la Imagen. Era una colegiala de un anime con el rostro bastante sonrojado: ¿Tienes un chicle? Y un globo con respuesta de "No". La siguiente imagen era la misma chica con una cara bastante graciosa diciendo "¿Y ese paquetote que me traes?".
Kenma apagó el celular después de ver las imágenes, y se cubrió la cara con su almohada. ¿Cómo pudo haber sido tan tonto? Miles de mensajes de Kuroo llegaban repentinamente (porque SÍ, lo tenía con un tono de notificación diferente). Podía leer a través de la pantalla bloqueada "¿Esperabas mi mensaje?" "Basta Kenma" "Me haces sonrojar".
- ¡¿Y CREES QUE TU NO A MÍ?! - Había gritado con el corazón en mano, olvidando que ciertamente, Kuroo y Kenma eran vecinos.
Cubrió su boca con ambas manos a la velocidad de la luz, y huyó como gato asustadizo dentro de su closet.
"m****a, m****a, m****a, m****a"
Kuroo en su niñez, vivía frente a casa de Kenma, pero debido a que ascendieron a su madre, pudieron comprar una casa mas espaciosa. Ese día ambos niños se pusieron a llorar frente a la señora Kuroo sobre lo mucho que no querían ser separados, por lo que decidió mudarse a la casa DE AL LADO. La fila de los Kozume era mucho mejor, por lo que hubo el cambio que querían los Kuroo, y los niños fueron mejores amigos hasta la actualidad.
Kenma la había (seriamente) cagado.
En el armario que estaba pegado a la pared que daba a la casa de al lado. A la casa de Kuroo. A la habitación de Kuroo Tetsuro.
Lo único que dividía a estos dos amigos era una fina pared estrecha, que antes a Kenma le habría encantado, en esta situación lo detestaba. Lo odiaba. Su armario era la antes conexión secreta de Kuroo y Kenma, del cual Kuroo tenía un par de armario parecido en el mismo lugar de su cuarto. Un día Kuroo rompió un pedazo de pared a los doce años. Kenma, un año menor, estaba asustado en el piso después de oír tal estruendo, y después de discutir seriamente con Kuroo, ambos decidieron romper la parte trasera de sus armarios, y volverlos la conexión-entre-Kuroo-y-Kenma-por-siempre.
Sentado en ese mismo armario, Kenma miraba el gran hoyo que era tapado con una prenda bastante holgada (camisa de Kuroo). Suavemente deslizó su pequeña mano por debajo del antiguo jersey de su capitán, y toco las mangas de las sudaderas arrumbadas en montón del armario. Sintió la indiscutible manga de la chamarra de Nekoma, la escuela a la que ambos iban. Sintió algo húmedo y quito la mano con un respingo.
Una risita malévola se escuchó del otro lado.
-Eres adorable cuando te asustas... - susurró el recién llegado.
-Ni siquiera puedes verme... - y así continuaron su conversación en susurros.
-Pero se que estabas totalmente adorable arrugando tu naricita, viendo tu mano en busca de restos de la humedad que tocaste...
-Y que toque? - dijo Kenma subiendo finalmente su tono de voz.
El Jersey se movió, dejando al d*********o una botella de agua. Después de unos cuantos insultos por parte de Kenma, y unas risotadas de Kuroo, el ambiente volvió a ser peligrosamente callado.
-Así que te hago sonrojar Kenma?
"Trágame tierra"
Sus colores estaban al rojo vivo. Su decisión de haber ido al armario había sido completamente incorrecta. Debió haber huido a China (ESTA SOY YO RECORDANDO QUE CHINA NO ESTA TAAAAAN LEJOS DE j***n), o, mejor dicho, a Canadá, donde Kuroo no lo encontraría. De sus labios solo pudo salir un pequeño:
-Cierra la boca...
Kenma estaba a punto de salir del armario, cuando vio el Jersey moverse violentamente de nuevo. Unos pelos negros salieron de ahí, al igual que una cabezota y unos respingos. Kenma se agacho hasta donde la cabeza de Kuroo y le pellizcó la cara.
-Kenma... - "m****a ¡¿PORQUE TIENES QUE SER TAN.... TAAAAN... TAAAAAAAAN COMO UN DIOS GRIEGO?!" - ¿Te hago sonrojar?
La maldita sonrisa socarrona adornaba la cara del pelinegro.
Ambos estaban a centímetro de distancia, Kenma agachado de un lado, y Kuroo del otro. Ambos ahora serios, Kenma expresaba todo lo que podía con sus ojos, en cambio Kuroo, leía a la perfección como las palabras que sobraban pasaban por esos ojos tan lindos que tenía su amigo de la infancia. Sus alientos se entremezclaban, sus ojos brillaban. Ambos jamás habían querido algo tanto en sus vidas. Pero ¿Qué era ese algo? ¿Un simple beso? No. Ellos se querían comerse enteros. Kenma y Kuroo estaban completamente sumergidos en el otro, que no notaban el resto del mundo a su alrededor.
Literalmente.
-Tetsuro...! Tetsuro hijo- Que m****a estás haciendo ahí niño?!
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