Aarón La ansiedad me corroe desde adentro hacia afuera, como ácido en las entrañas, lento pero implacable. He tenido que colocar una máscara de impasibilidad sobre mi rostro desde el instante en que Eve cruzó la entrada del salón, del brazo del idiota de Lars. Y no, no fue una visión que pude soportar fácilmente. Sentí el estómago caerme hasta los pies, como si todo el aire hubiese sido succionado del lugar de golpe. Conté hasta diez. Lo hice en silencio, una y otra vez, como un mantra que me impidiera lanzarme tras ella como un lunático. No porque no me muriera de ganas de hacerlo. Dios, si tan solo supiera que hubiera ido tras ella solo para asegurarle que este compromiso no significa absolutamente nada para mí. Que ella, no es la otra en esta historia. Pero no podía. No iba a hacer

