Eve
—Si no empiezas a hablar, vamos a tener que convertir esto en un interrogatorio... ¿Verdad, Eve? — Stella nos mira a ambas, primero a mí y después a Clarice, y suspira con resignación.
—Están haciendo esto más grande de lo que es— responde.
Clarice me pasa una botella de cerveza y se deja caer en uno de los sofás.
Después de semanas de trabajo intenso y exámenes que nos drenaron hasta la última gota de energía, habíamos planeado esta noche como un oasis. Solo nosotras tres. Sin presiones, sin tareas. Sin nadie más.
Una noche para volver a ser lo que éramos.
—Estás rara— insiste Clarice, frunciendo el ceño—. Ya ni te veo. Siempre te quedas tarde en el bufete y rara vez duermes en el dormitorio.
—Claro que voy, estás exagerando— se defiende Stella con rapidez.
—Ah, ¿sí? ¿Y dónde
