CAPITULO 5

1634 Words
LUCIFER Me encontraba en uno de los salones de la universidad. Tenía a una chica inclinada en el escritorio del profesor, su redondo culo chocaba con mi pelvis, le estaba embistiendo tan duro como podía. No me gustaba verles la cara a la hora de follar, tampoco me gustaba besarlas, esas cosas eran para las parejas y demasiado cursi para mí. Ya que yo no hacia el amor, yo me las follaba duro, salvaje y me encantaba dominarlas. Aunque no niego, que cuando me la chupaban si me gustaba que me miraran a los ojos, me encantaba ponerlas de rodillas y tener mi polla dentro de su boca. -Eres un dios follando Lucifer – Le di una nalgada. -¡Error! No soy un dios – Le dije La tomé del cabello, lo enredé en una de mis manos, y tiré de él, salió un fuerte grito, me enterré, más en ella, embestía y daba nalgadas, jala el cabello y manoseaba sus tetas, estaba en mi mundo. -Que rico coño tienes Mell – Le dije. -Soy Melody – Me dijo entre jadeos. -Que importa cómo mierdas te llamas – Le di más duro – Aunque debo decirte que Mell me gusta más, tiene más estilo y no es tan común como el nombre que tienes. Por todos los infiernos, tenía que lograr recordar los nombres, tenía que dejar de ir por la vida, cambiándoles los nombres a las mujeres que me follaba. Aunque para ser franco, a ellas muy poco les importaba, siempre que las follara bien, ellas me dejaban llamarlas como me diera la puta gana. -Eres un dios cuando follas – Llevé unas de mis más a su cuello. Apreté fuerte, queria cortarle el paso de aire, mientras me la follaba de espaldas, a ver si hacia dejaba de decir estupideces. -No blasfemes, yo no soy un dios – Me enterré más duro – Ya te lo dije. -Eres un demonio. Sonreí, era tan cliché eso, me gustaba, no voy a negarlo, al fin de cuenta, me hacía llamar Lucifer, pero cuando ellas me decían eso, era tan cliché que me enfermaba. -Lo sé – Le magreaba las tetas – Y solo gime, es el único sonido que me gusta escuchar de una hembra cuando me la follo. -Eres un demonio follando, pero un imbécil cuando hablas. Sonreí, eso no es nada nuevo, siempre decían lo mismo, pero siempre disfrutaban cuando la tenían adentro. -Mell. -Melody – Dijo. -Lo que sea, en estos momentos esas palabras me las paso por el culo – Embestí mas fuerte – Me dices imbécil cuando estoy destrozando tu coño, te estoy dando satisfacción, estas empapada de sudor. Soy la muerte y vivo para coger, lo más satisfactorio es que todas ustedes mueren por mi v***a caliente. Llevé una de mis manos a su clítoris y comencé a masajearlo, queria estimular, para lo que estaba a punto de hacer, hacia círculos en su centro, mordía su espalda, dejaba chupines, magreaba sus ricas tetas. Queria dejarla sin aliento, es que no puedo quejar, en esto del sexo soy un maestro, lástima que soy un gran carbón. Comenzó a gemir más fuerte, creo que estábamos dando un buen concierto allá afuera, cuando sentí que estaba bastante húmeda, uno de mis dedos se empapó con sus fluidos y los arrastré hasta ese pequeño orificio que a muchas mujeres les costaba entregar. Estimulaba ambas partes, queria entrar allí, realmente follarme los culos me encantaba. Cuando ya le sentí bien húmeda, arrastré la punta de mi polla y empujé lento. -¿Qué haces? – Sentí como su cuerpo se tensó. -¡Lo siento! Me equivoqué de orificio – Dije en un tono inocente. Como lo dije. A las mujeres aterraba entregar ese hueco, lo que no sabían eran que a los hombres nos encantaba pedirlo y obtenerlo. Regresé a su coño y en un par de embestidas más la hice llegar al orgasmo y después al mío. Me quité el condón, lo tiré a la basura y me subí los pantalones, me peina el cabello con las manos y me dispuse a salir. -¿Vas a dejar el condón ahí? – Me dijo mientras se acomodaba la ropa. Me encogí de hombros, la verdad me valía mierda. Además, no tenía tiempo ya iba tarde a mi clase. -¿Me volverás a llamar? – Me dijo. Yo sonreí. -Si... Claro... espéralo – Vi como una sonrisa se le dibujo en el rostro – Pero sentada, para que no te canses. -¡imbécil! -¡Gracias! Dije y salí del salón, tenía que darme prisa, no me gustaba llegar tarde a las clases, pero tampoco me queria perder un buen polvo mañanero, esos te alegraban el día. -¡Ey! ¿Dónde estabas? Encontré a Antoni esperándome en la entrada del salón de clases, su sonrisa a veces me molestaba, era como un osito cariñosito. Siempre tenía esa maldita sonrisa, aun cuando su mundo es una mierda. -¿Por qué no has entrado a clases? – Le dije cuando me acerqué. -Estaba esperándote – Me dijo dándome una palmada en el hombro – Además, me estoy tomando aire. -¿Qué? – Le dije frunciendo mi ceño. -Hay una hermosa ninfa de ojos azules allí dentro del salón – Suspiró – Es la mujer más hermosa que estoy bellos ojos azules han visto. -¿Te das cuenta que tu tambien tienes los ojos azules imbécil? – Le di un golpe y blanqueé mis ojos. -Los de ella son más hermosos que los míos – Me dijo encogiéndose de hombros. -Entremos – Le dije. Cada día estaba más estúpido. Al entrar casi me da un infarto - ¿Me estas jodiendo? - ¿Qué mierda hace aquí? ¿Me está acosando? Debe ser eso. -Hola ¿De qué lago te escapaste? – Le dijo Antoni. ¿Era enserio dijo esa frase tan patética? Tuve que blanquear mis ojos, este chico de verdad que no sabe coquetear. -¿Seguro que tu padre no tuvo una aventura? – Le dije a Antoni cuando me acerqué. -¿Qué? – Me dijo confundido. -Hermano, tiene ojos azules y cabello rojizo como tú – Enarqué una ceja – Y es igual de acosadora como tú – Hice como si estuviera pensando – ¡Ah! Verdad que no tienes padres. -Igual que tu imbécil – Me dijo él con una sonrisa. La chica ignoró nuestras bromas, y era mejor, no me gustaban que me vieran con lastima. -Ya te dije que no soy una acosadora – Me dijo enojada. -Yo creo que sí, no has dejado de perseguirme desde que me viste, eso deja mucho que decir – Le dije encogiéndome de hombros. -Estoy en esta clase – Vi cómo se arrugaba la nariz. Por un momento me perdí en esos azules cielos que tenía por ojos, como el primer día que la vi, después de rescatarla de los secuestradores, la segunda vez, me di cuenta que arrugaba la nariz cuando no estaba de acuerdo con algo - ¿Estás estúpido? ¿El polvo de la mañana te dañó el cerebro? - ¿Por qué me estoy dando cuenta de esos detalles? -Pediré cambiarme entonces, no quiero una acosadora como tú cerca de mí, quien sabe con qué intensiones te acercas a mí – Le dije, caminando lejos de ella. Comencé a alejarme, mientras sentí como resopló por lo que dije, una sonrisa intentó dibujarse en mi rostro, pero rápidamente la borré – Esto será divertido – Sacarle el mal genio será uno de mis mejores pasatiempos. *** La hora de la clase pasó tan lenta, que estaba que me dormía, queria salir rápido de aquí, tenía cosas que hacer, gente a la que debo ir a matar, cuentas que debo ir a cobrar, extorciones que hacer, drogas que entregar. La clase por fin acabó, estaba recogiendo mis cosas, Antoni salió primero, dijo que iría al baño y me esperaría en el parqueadero para irnos. -¿Siempre eres tan imbécil? – Una suave voz llamó mi atención. Subí la mirada y allí estaba ella – Alessia – Tenia el cabello suelto, sus ondas rojizas le caían en los hombros y le llagaban hasta la cintura - ¿Cómo se verían enredadas en mi mano? – Batí la cabeza. ¿Qué te pasa estúpido? ¿Cómo osas tener ese tipo de pensamientos? Me dije a mi mismo. Necesitaba follar otra vez o quizás matar, alguna de las dos, el aburrimiento de la clase había afectado a mis neuronas. -Te hice una pregunta - Volvió hablar al notar que la ignoré. -Si alguien no responde es porque no quiere hablar – No la miraba, si lo hacía, me perdería en esos cielos – Además, de acosadora, estúpida. -No me digas estúpida. No sé en qué momento la tuve delante de mí, a unos cuantos centímetros, a pesar de que mi estatura le llevaban ventaja, me tenía apresado entre su cuerpo y la silla. -Alguien debe enseñarte a respetar a las mujeres – Me dijo en un tono retador. -¿Y quién lo va a hacer? ¿Tu? – Me burlé. Esos cielos, estaban clavados en las neblinas de mis ojos, no podía moverme, la tenía tan cerca, pude ver cada una de sus pecas, esos labios rosados, mi respiración se mezclaba con la de ella. -Estas demasiado cerca ¿Me vas a besar? – Le dije. Intentando calmar mi respiración. ¿Qué era esto? Mi polla se estaba endureciendo debajo de mis pantalones – Maldita traidora – Se levantaba cuando menos lo esperaba. -Ya quisieras que yo te besara, no eres mi tipo y además tengo novio. Esas palabras me hicieron fruncir el ceño, me desagradó escuchar eso, pero omití esa sensación.
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