CAPITULO 2

2290 Words
LUCIFER Tenía una bonita vista desde mi lugar, su piel es tersa como una porcelana, blanca como la nieve. Tiene un culo que – Joder – vuelve loco a cualquier hombre. Sus gemidos y jadeos eran melodía para mis oídos. Seguía embistiéndola tan feroz y salvaje, que estaba extasiado. -Joder – Sisee. La apreté más fuertes por las caderas. Había tenido una semana de mierda y esta era la manera de relajarme. Realmente me encantaba. -Más duro. Me pedía ella. Enredé una de mis manos a su cabello, y me enterré más fuerte, con mi otra mano comencé a masajearle el clítoris. Queria llevarla hasta su límite. Mis manos hacían maravillas en su coño. Estaba tan mojada. Eso me permita entrar con mayor facilidad. -Joder Vianca que rico coño. -Es Jude. -¿Eh? ¿No es Vianca? - ¡Diablos! Que mala memoria tengo. Juraba que se llamaba Vianca. Me dio una mirada letal, yo solo pude reír y mostrarle mis blancos dientes. La verdad era que me importaba una mierda como se llamaba. Total, esta sería la última vez que la vería ¿Para qué saber cómo se llama? -Eres una delicia – Me dijo entre jadeos. -Lo sé. Por eso dejaste que te siguiera follando aun cuando te dije el nombre de otra mujer. -¡Imbécil! Me dijo, volví a sonreír - Ya lo sabía - pero eso era lo que le gustaba a ella, que aun cuando soy un completo imbécil, me la follo como le gusta. -Gracias. Cada día trabajo más en ello. Por eso de que hay que perfeccionarse cada día mas – Le di una nalgada – Ahora haz silencio. Solo me gusta escuchar tus preciosos gemidos. Seguí con mi trabajo. La embestía a la vez que trabajaba su coño. Le daba nalgadas, le jalaba el cabello, le daba chupones y suaves mordidas. -¡Oh Dios! – Dijo. Supe que ya estaba llegando a donde la queria tener. -No blasfemes de esa manera. Yo me llamo Lucifer y soy yo el que te está follando. Cada vez le daba más fuerte, la hacía gritar. Y eso era estimulante para mí. Escuchar gemir a una mujer por mí, me inflaba el ego, sabía que le estaba dando una buena follada. Los hombres tienden a ser egoísta a la hora del sexo, solo se centran en tener placer ellos, y se olvidan que las mujeres tambien deben disfrutarlo. Por eso me gusta llevarlas a su límite, darles un buen orgasmo. Aunque después desaparezca de su vida. Pero aun a pesar de eso quedan bien folladas. No pueden quejarse de mí. No hay nada malo en eso, el sexo casual es lo mejor, no te enrollas con nadie, tienes tranquilidad y es un buen método de relajación. No entiendo porque las personas quieren aferrarse a la estupidez de una relación con amor. Eso no existe. -Lu... - Sabía que iba a pronunciar mi nombre. Asi que me enterré más fuerte en ella. -¿Qué Vianca? -Ya... Te... Dije... Soy... - No la deje terminar. Di más rápido, más duro, mis dedos seguían en su coño masajeándola. -No importa cómo te llamas, solo disfruta... Le dije en un tono seductor. Sentí como su coño aprisionó mi polla, ya se iba a correr, y yo tambien estaba a punto de hacerlo, arremetí más fuerte. No me importaba que fuera delgada, aunque pensé que iba a partirla. -¡Lucifer! Una voz me llamó, giré mi cabeza a la puerta de la habitación. No paré, tenía que descargarme si no me volvería loco. -¡Diablos hermano! No quiero ver porno en vivo – Antoni me miraba desde la puerta. -¿Por qué no? Es gratis – Le dije con una sonrisa. -Asqueroso. No quiero verte la polla, es horrible. -Ella no piensa lo mismo. Mira lo feliz y dichosa que esta ¿Cierto Vianca? -Soy Jude. -Como sea... Yo seguía embistiendo a la mujer que tenía en cuatro. Mientras hablaba con mi mejor amigo. -¿Qué quieres? No creo que quieras verme correr. -Ya está listo. -¡Oh! – Jalé más de su cabello hasta que la hice arquear la cabeza – Dame un minuto termino y voy... Vi como el pelirrojo me clavó los ojos azules, negó con la cabeza y salí de la habitación cerrando consigo la puerta. -Lo siento cariño, pero debo ocuparme de algo, así que quiero que terminemos juntos. Comencé a moverme sin compasión. Ella gritaba mi nombre, decía otras palabras que la verdad no lograba entender. Hasta que se corrió y yo detrás de ella. Me quité el condón y lo tiré. Me subí los pantalones. Con mi mano peiné un poco el cabello y acomodé mi ropa. -¿Me llamaras? -¿Para qué? – La miré. -Para repetir. -¡Oh! – Lo pensé. Había sido un buen polvo, lástima que no repito mujer – Lo pensaré. -¿No te gustó? -Estuvo bien. Ahora vete. -Mi numero – Me extendió un papel. -¿Sabes que no llamaré? – Le dije con una sonrisa de come mierda. Fui claro, no queria mentirle. Me gusta ser claro con las cosas. -La esperanza es lo último que se pierda. Vi ese brillo en los ojos, es el mismo que tenía todas las mujeres a las que me había follado. Siempre hacían lo mismo, después de un buen polvo, guardaban las esperanzas de que las buscaría otra vez. Me encogí de hombros. No soy nadie para arrebatarle los sueños. Igual sabía que no la volvería a ver como dije – No repito mujer – Es un problema, porque después quieren más de lo que estoy dispuesto a dar. Siempre vienen con la idea de que pueden cambiar al hombre malo en bueno y eso es una completa estupidez, el que es malo lo es y punto. Esas ideas ridículas solo pasan en las novelas baratas. -Fue exquisito. Follas como los dioses – Intentó darme un beso, pero lo esquivé olímpicamente. -No soy un dios, soy el diablo. Le dije con una gran sonrisa. Y me dispuse a salir de aquella habitación. Ya había tenido mi momento de relajación, era hora de trabajar. *** Me encontraba en la bodega que tenía para este tipo de entretenimiento. Me senté en la silla que tenía delante del tipo que parecía estar en sus últimos minutos de vida. Tenía una apariencia deplorable. olía a mierda y estaba todo destrozado. Estaba a punto de entrar en el infierno, eso se le veía reflejado en los ojos. El hombre sabía que no era cualquier infierno, era mi infierno. El peor de todos, me había ganado mi nombre a pulso. Era el terror de todo aquel que se me cruzara en mi camino. -Amigo – Le dije con una sonrisa - ¿Cómo te han tratado? -Lucifer ¡Lo siento! – Me dijo el imbécil. Yo sonreí nuevamente. -Pensé que vendrían a salvarte, vendiste información al otro clan y no hacen nada para que no mueras – Negué con la cabeza y puse un tono dramático a mis palabras – La gente es desagradecida. -Me equivoque ¿Si? No debí hacer eso – Su tono era de alguien desesperado y no podía ser para más, estaba al frente del mismo diablo. Su mirada reflejada ese miedo, ese tipo de sentimiento que te hace flaquear. Pero que, para las personas como yo, es satisfactorio. -Debiste pensarlo mejor. No eres nada inteligente después de todo. Le dije mientras me rascaba la cabeza. Estaba apoyado en el espaldar de la silla y tenía las piernas abiertas. -¡Lo siento! Dile al jefe que lo siento ¿Si? – Su desespero me causaba gracia – Puedo darte información de ellos. -¿Vas a traicionarlos? – Volví a negar – Eso no está bien. Debes tener ética profesional. ¿Tus padres no te lo enseñaron? – Pensé un poco más – Verdad que no tienes padres. -Tu tampoco – La voz de Antoni llamó mi atención. Le dedique una mirada que si pudiera matarlo lo hubiera hecho ahí mismo. Él sonrió con inocencia. -Lo siento. Sé que son tus traumas, pero me pareció divertido que dijeras eso, cuando tú tampoco los tienes. -Mis traumas, mis chistes – Le dije. Soltó otra risita. El pelirrojo, siempre me había acompañado a lo largo de mi vida. Desde que perdí a mis padres y llegué a la casa del maldito que los mató y me reclutó. Ha estado a mi lado, creo que es la única persona que estimo. Bueno - después está mi perro - ese tiene más importancia que él, pero lo estimo, por eso dejo que haga ese tipo de bromas. -Bien – Retomé la conversación con el imbécil que tenía enfrente. En ese momento sonó mi celular. Odiaba que me interrumpieran mientras trabajaba. Tenía al imbécil colgado de pies, suspendido en el aire con una viga. A unos metros de una piscina infestadas de piraña. LLAMADA -Lucifer. -Luci – Me dijo el hombre al otro lado de la línea. -¿Qué pasa? -Modera la forma en que me hablas... -Estoy ocupado. -¡Oh! ¿Estás haciendo lo que te pedí? -No estoy jugando futbol – Dije. -Modera tu manera de contestar. -Me quitas tiempo... -Ok. Solo llamo a decirte que hoy llega Alessia. -¿Y que con eso? ¿Es algo que me importe? -Quiero que vayas y te cerciores de que llegue a casa a salvo. -¿Tambien soy niñero y guardaespaldas? Vaya debes subirme el sueldo. -No. Eres mi hijo. -No lo soy – Blanquee los ojos. -No biológicamente. -Menos mal, sería un karma ser familia tuya. -Imbécil. -Vaya hoy ya me lo han dicho mucho... veo que trabajar para perfeccionarme en ello ha funcionado. -Encárgate de que llegue sana y salva. No dejes que te vea. Sabes cómo ser una buena sombra. -¿Me vas a dar un bono por eso? -No. -Entonces búscate otro. Ahora te dejo, estoy ocupado. -Vez y ya está, es una orden. -¿Me vas a dar el bono? -¡Maldita sea! si... Eres exasperante. -¡Gracias! Tambien soy muy encantador. Con el bono lo hago más motivado. -Recuerda sacarle toda la información posible a ese bastardo. -Si no dejas de retrasarme podría hacerlo y llegar a tiempo por tu Principessa... -Ok te dejo. Colgué la llamada. No sabía cómo me aguantaba a ese maldito. Ahora resulta que soy niñero y guarda espaldas, de la maldita princesa de papá. -¿Era el jefe? – Enarque una ceja al escuchar la pregunta del imbécil. -No. Era mi madre, a veces desde el cielo o el infierno, bueno no sé. Le dan opción de llamar a su hijo. -Te tengo una información – Me dijo desesperado, cada vez se acercaba más a la piscina y las nenas, así era como yo les llamaba a las preciosas pirañas. Que estaban ansiosas por comer. -Te escucho – Le dije finalmente. Le hice seña con la mano para que hablara. -Van a ir por la hija del jefe, lo escuché, así que si me dejas vivo puedo ayudarte a salvarla. -¿Quién dijo que quiero salvarla? – Lo miré con diversión – La verdad me vale mierda lo que le pase, a esa mocosa. -Pero... es... la... - Tenia las piernas recogidas para no tocar el agua, sabía que donde lo hiciera, las pirañas se lo arrancarían. -¡Oh! Eso... bueno... - Di un suspiro – Esta bien dime el plan y te dejo ir. Hoy estoy de buen ánimo. -Van a ir por ella, para presionar al jefe de que dé un paso atrás en la organización – Me dijo con ese brillo de esperanza, el que tenían todas las personas cuando pensaban que iban a tener una segunda oportunidad. -¡Gracias! – Le dije. Me levanté de la silla y comencé a caminar - ¡Oh! Pensándolo hay una frase que le va bien a este momento – Me detuve a pensar - ¿Cómo decía? – El imbécil me miraba expectante, esperando a que diera la orden de bajarlo – ¡Ah! Ya me acordé... "lo que ahoga no es caerse al rio, si no mantenerse sumergido en él" – Lo miré por encima del hombro - ¿Quién fue que lo dijo? -No seas imbécil te di una información valiosa – Reí por lo que dijo. -Yo soy el que decide si es valiosa o no – Volví a mirarlo lleno de maldad. Comencé a caminar otra vez - ¡Suéltenlo! – Dije, maldita sea tenía que recordar quien lo había dicho. Y como una luz en mi camino, lo supe - ¡Detente! – Eso fue justo a tiempo, el imbécil no podía morir sin saber quién había dicho tan magnifica frase – Ya me acordé quien lo dijo... fue... Paulo Coelho – Sonreí divertido - ¡Ahora sí! al agua, mis nenas hoy comen. -Maldito. Fue lo único que escuché antes de que callera al agua y las pirañas comenzaran a devorarlo. Sus gritos me hacían doler la cabeza. Tenía que salir de ahí, e ir por principessa antes de que la mataran – Aunque sería buena idea – pero tenía otros planes para ella. Me puse la chaqueta de cuero, mis gafas y caminé hacia mi moto. Tenía que llegar antes de que mataran a la muy estúpida. ¿Cómo luciría después de estos años? Recuerdo que su padre la envió al extranjero cuando ella tenía 15 años ósea que eso fue... hace 6 años. Me imagino que seguirá igual de fea que siempre, e igual de caprichosa y berrinchuda. Que fastidio.
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