[Andrew Sullivan]
Vi las luces de la casa brillar antes de llegar. La casa donde había crecido —si es que podría llamarse casa y no mansión— era de un tono blanco brillante, con porche y un jardín que se extendía a ambos lados de la casa dejándola en el centro. También había un bosque de altos pinos donde recordaba jugar cuando era un niño. La casa era de madera de tres pisos, con balcones que daban al jardín de rosas de mi madre y pequeños farolillos que iluminaban el camino de piedra hasta la gran puerta de hierro que encerraba la casa dentro.
Taylor estacionó su auto afuera, sentí mis manos temblar, traté de parecer calmado y salí del auto. Abrí la puerta de Olivia y ella salió con toda la gracia y elegancia que tenía, observé sus largas piernas y besé su mejilla con suavidad.
—¿Estás nervioso? — la escuché susurrar en mi oído, me mordí el labio, lo estaba.
—No — mentí, ella sonrió, pero no dijo nada más. Despedimos a Taylor y caminamos de la mano por el camino de acceso con los farolillos colgando encima de nosotros con una suave luz rosa.
—Tus padres tienen mucho dinero — murmuró Olivia cuando llegamos junto a la puerta de madera oscura, toqué el timbre y me moví incómodo a su lado.
—...Supongo que sí, no lo menciones frente a ellos.
La puerta se abrió en ese momento, la cálida luz del interior iluminó mi rostro y me hizo parpadear rápidamente. Mi madre apareció con una sonrisa grande y sus encantadores ojos grises brillando felices, al verla sentí como todo el estrés y nerviosismo corrían lejos de mí. Cuando me di cuenta ya la estaba abrazando con fuerza, su perfume floral tan familiar inundó mi nariz.
—Veo que me extrañaste, cariño — susurró, sonreí y me aparté suavemente de ella.
—Hola, mamá. Por supuesto que te extrañé.
—Espero puedas pasar un par de días en casa — dijo, acariciando mi mejilla.
—Claro, lo haré cuando termine los proyectos de la universidad, no te preocupes.
—Gracias, cariño — besó mi mejilla.
—Mamá, ella es Olivia Campbell. Olivia, ella es mi madre, Laurie Sullivan — las presenté.
—Olivia, hola. Me da gusto que puedas acompañarnos a cenar el día de hoy — sonrió mi madre mientras besaba su mejilla y la abrazaba.
—El gusto es mío, señora Sullivan. Gracias por recibirme en su casa — sonrió Olivia mientras volvía a mi lado. La mirada de mi madre pasó de Olivia a mí y luego de regreso a ella. Sólo faltó aquella pequeña mirada un tanto desconcertada y algo extraña para darme cuenta que aquello podría volverse un problema incluso para mi madre. Tragué y mi madre nos hizo pasar en ese momento, la casa olía a tarta de manzana, sonreí de nuevo porque ese era un olor tan normal en mi niñez que recordarlo ahora me hacía sentir en casa.
Olivia presionó suavemente mi mano con la suya, la observé, tenía una sonrisa en los labios mientras observaba los cuadros de las paredes y las lámparas de araña que colgaban en el techo. Una suave música llenaba el ambiente y pude escuchar la conversación animada que llegaba desde el comedor.
Mi padre apareció por el pasillo, sonrió al ver a mi madre y se acercó rápidamente a ella, le dio un beso en los labios y luego me observó. Sus ojos azules se detuvieron en mí antes de mirar a Olivia que sonreía ampliamente.
—Andrew — susurró.
—Hola, papá — me acerque un par de pasos junto a Olivia hasta mis padres, mis manos temblaron suavemente, temí que él dijera algo, sin embargo, sonrió y estrechó mi mano con la suya para después abrazarme unos segundos.
—Gracias por venir. Tu madre estaba muy feliz de tenerte aquí por un rato.
—Gracias, papá. Ella es…
—Señorita Campbell, me sorprende verla aquí — dijo mi padre cortando mi frase, me encogí de hombros.
—Señor Sullivan, es un placer conocerlo. Gracias por recibirme en su casa — estrechó su mano con la de mi padre por unos segundos, luego presionó una vez más mi mano.
—Pueden pasar al comedor, estoy segura que todos estarán felices de verte, Andy — sonrió mi madre, asentí.
—Gracias, mamá.
Guié a Olivia por el pasillo hasta las puertas de cristal del comedor, ahí estaban mis tíos Zacky y Gena con Tennessee, mi primo. Del otro lado los tíos Brian y Elena y mi primo Demian. Entramos al comedor y saludé a todos los presentes mientras presentaba a Olivia a todos ellos, pude ser consciente de las sonrisas sinceras y los saludos afectuosos, pero también de las segundas miradas que el tío Zacky y Brian me daban en silencio. Pero probablemente fueran solo imaginaciones mías así que no le tome mucha importancia y lo dejé pasar.
La cena transcurrió tranquila, mis tíos y mis padres preguntaron por mis estudios y mis proyectos en la universidad, así como de mis clases extracurriculares de pintura y piano contesté lo mejor que pude hasta que parecieron tranquilos y felices de que lo estaba haciendo bien. Preguntaron y escucharon a Olivia hablar de sus propios estudios y sus padres con mucho interés. También los escuché bromear y reír recordando viejas historias de cuando eran jóvenes. Hasta ahora no había notado lo mucho que extrañaba estar rodeado por mi familia y lo feliz que me hacía poder tener a Olivia ahí conmigo. Una vez la cena terminó en el comedor, mi padre nos pidió pasar al bar para tomar algo más.
—Llevaré a Olivia a ver el resto de la casa — susurré a mi madre cuando todos caminaban hasta el bar, ella me observó un segundo y luego simplemente asintió.
—Te mostraré lo demás — Olivia tomó mi mano y me siguió, le mostré el salón principal donde se quedó durante un largo rato admirando las pinturas colgadas en las paredes, el piano sobre la tarima y las pequeñas figuras de porcelana y cristal que mi madre guardaba en un pequeño mueble de madera. Vimos la cocina con sus muebles de madera oscuros y sus electrodomésticos de color plata brillante, sus barras de mármol y sus pisos de madera pulida. El cuarto de la televisión con los muebles llenos de películas y videojuegos que había coleccionado de niño. El área de trabajo de Chris, el agente de seguridad dentro de la casa; el estudio de mi padre y el de mamá. La biblioteca la cual mi padre estaba pensando remodelar y ampliar para mamá.
El segundo piso era el que mis padres ocupaban, estaba remodelado de tal forma que contaba con una habitación principal, un closet, un baño completo con bañera y jacuzzi. Dos cuartos de invitados, con baños propios, un pequeño salón para recibir visitas y una pequeña biblioteca. Además del cuarto donde mi padre guardaba su equipo de pesca, sus palos de golf y un sin fin de cosas más.
Subimos al tercer piso.
—Aquí es donde me quedo cuando estoy en casa. Es otra versión muy parecida al piso de mis padres con la diferencia que cuento con un estudio de pintura — susurré, entramos al salón y me dejé caer en uno de los sofás oscuros, Olivia recorrió el lugar con la mirada antes de caminar de nuevo hasta donde me encontraba. Tomé su muñeca y tiré de ella hacía mí, sonreí y ella se inclinó suavemente hasta tocar mis labios. Sus manos se deslizaron por los botones de mi camisa hasta abrirla por completo, cerró los ojos mientras su lengua y la mía se movían con desesperación.
—Olivia — susurré, ella sonrió en mis labios y sus uñas trazaron pequeñas figuras en la piel de mi pecho. Se sentó sobre mí con ambas piernas a cada lado de mi cuerpo. Sonreí.
Sentí como la erección crecía dentro de mis pantalones.
—Detente, Oli. Estamos en casa de mis padres — pero sus labios no se detuvieron, al contrario se volvieron mucho más insistentes.
—Cariño, sabes que no puedo resistirme si me besas así. Lo haremos cuando volvamos, lo prometo — me observó y sus caderas se movieron en pequeños círculos. Dejé un pequeño beso en la piel suave de su cuello y la ayudé a ponerse de pie y traté de pensar en otra cosa que no fuera ella o la imagen de ella desnuda.
¡Maldición!
—¿Cuánto vale esta propiedad? — preguntó mientras miraba por la ventana hacia el jardín trasero.
—No lo sé. Miles y miles y miles de dólares, quizá.
—Tu padre realmente tiene mucho dinero — susurró, terminé de abrocharme de nuevo la camisa y suspiré.
—Lo tiene.
—¿Y nunca quisieron tener más hijos? — me acerque a ella y rodeé su cintura por detrás miré también por la ventana donde la piscina se veía iluminada por las lámparas de luz blanca. Tennessee y Demian tomaban un par de cervezas y conversaban.
—Realmente no lo sé.
—¿Y tu padre tiene más propiedades como esta? — volvió a preguntar, suspiré, odiaba aquel tipo de preguntas, realmente me molestaba que cualquier persona hiciera aquello, pero solo esta vez y porque se trataba de Olivia iba a dejarlo pasar.
—Bueno, no me gusta hablar de esto, pero sí, mis padres tienen algunas propiedades entre casas, hoteles, restaurantes, editoriales y más.
—Vaya, es impresionante.
—¿Quieres que volvamos abajo? — pregunté tratando de quitarle importancia a ese asunto.
—Claro.
***
Las horas transcurrieron rápidamente entre conversaciones, copas de vino y cerveza. Observé a mi familia reír y disfrutar aquella velada como en muchas otras ocasiones y me sentí feliz de estar ahí una vez más.
—Tenemos que hablar — dijo mi padre, lo vi encender un cigarrillo con un encendedor plateado que yo mismo le había regalado hacía un año. Le dio una calada a su cigarrillo y lanzó el humo gris al frente.
—Claro, papá. Llevaré a Olivia a casa y mañana volveré y podremos hablar — sonreí, los ojos azules se clavaron en los míos, sus facciones eran duras, me hicieron saber que no estaba agusto con mi respuesta.
—Taylor llevará a la señorita Capmbell a su casa, sé que se ha estado quedando contigo los últimos días — lo miré y luego al lugar donde Olivia y mi madre conversaban alegremente. Sabía que mi padre iba a enterarse tarde o temprano de lo que hacía, pero al menos esperaba que pasarán algunos días más antes de que supiera algo.
¡Mierda!
—Yo…
—No digas nada. Entiendo en parte tus razones y agradezco que hayas tenido la amabilidad de no traerla a la misma casa que tu madre — dijo mirando a mamá.
—Lo lamento.
—Espero que así sea. Hablaremos una vez que ella se haya marchado y pasaras un par de días con tu madre — dijo, su tono fue firme, no había oportunidad de réplicas, solo asentí.
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—¿Nos vamos? — preguntó Olivia, dejó un tierno beso en la comisura de mis labios y sonrió de forma coqueta.
—Cariño, yo…
—Señorita Campbell, Taylor la llevará a su casa. Andrew debe quedarse hoy, tenemos un asunto familiar que atender a primera hora mañana y es necesario que él nos acompañe — dijo mi padre en tono cortés, Olivia sonrió.
—Entiendo, señor Sullivan. Y gracias por todo, fue una excelente cena.
Después de las despedidas de mis padres, acompañé a Olivia a la entrada. Abrí la puerta del auto y ella entró.
—Te llamaré después, Oli — sonreí, ella asintió y entró.
—¿Pensarás lo de vivir juntos? — preguntó de pronto, me mordí el labio.
—Lo pensaré. Adiós, cariño — dicho eso cerré la puerta y vi el auto marcharse calle abajo.
Respiré hondo. Por supuesto que quería pasar más tiempo con Olivia, claro que quería verla a diario, sin embargo, ese lugar era de mi madre, ella era quien me dejaba usarlo para tener tranquilidad. Cerré los ojos, quizá si hablaba con Olivia, ella entendería, además estaba seguro que mi padre y tal vez, su padre desaprobarian esa decisión.
Abrí los ojos de nuevo y vi la casa brillando con sus cientos de luces blancas y rosas, caminé de vuelta a ella y la conversación que me esperaba ahí dentro.