"Milady", dijo con un toque de jugueteo en su voz, "cada vez que miro a los ojos de una mujer tan hermosa como usted, siento que el mundo se detiene por un momento". Rocé su mano con la mía, mirándolo con una mezcla de emoción y diversión. "No sabía que también eras un poeta, señor." Tomas rió suavemente y siguió moviéndose al ritmo de la música, guiándonos con gracia por el salón. "Tal vez estoy descubriendo nuevos talentos en medio de esta danza." La música nos envolvía, y mientras nuestras manos se deslizaban en armonía, sentí mi corazón latir más rápido. Había una magia en el aire, una energía que solo nosotros compartíamos. No pude evitar mirar sus labios, sintiendo una mezcla de nerviosismo y curiosidad. Finalmente, llegó un momento en el que nuestros rostros estaban lo suficient

