A pesar de explorar y curiosear a mi alrededor, sigo sin encontrar respuestas claras. Llego a la conclusión de que lo mejor es escapar, así que me apresuro hacia la habitación desconocida en busca de mi ropa. La encuentro esparcida por el suelo y comienzo a buscar una a una las prendas. En mi búsqueda, encuentro una media azul que parece ser de vestir y de hombre. La miro con curiosidad y la acerco a mi nariz, exclamando: "¡Qué asco!" al percatarme de su olor a pies. Alejo rápidamente el objeto maloliente y me concentro en tratar de averiguar dónde me encuentro.
Pese a que no veo a nadie y mi curiosidad está disminuyendo debido a la pereza, tomo la decisión de seguir adelante en silencio. Tomo mi cartera, afortunadamente sin que me hayan robado nada, y doy media vuelta para regresar al mismo lugar. Aunque no tengo ni idea de dónde estoy, lo peor es que no tengo recuerdos de cómo llegué aquí.
Llego a la sala de estar y me encuentro con una persona. Respiro aliviado y murmuro un tímido: "Hola." La mujer comienza a hablarme en un idioma que no entiendo, parece ser chino. Intento preguntarle algo, pero ella sigue hablando mientras se va limpiando y protestando. No la entiendo en absoluto, lo que aumenta mi frustración. Ahora me doy cuenta de que no podré despejar mis dudas con alguien que no habla mi idioma.
Frustrada, considero que lo mejor es marcharme. Estoy a punto de dirigirme hacia la puerta cuando un delicioso aroma me envuelve. Giro mi cuerpo y observo que en la mesada hay comida. Mi estómago protesta, y aunque podría negarlo, es evidente que tengo hambre.