Había llegado el santo viernes y me encontraba en el campus de la universidad, cerca del mediodía. La semana había pasado volando y me había acostumbrado muy rápido a todo el alboroto de la ciudad y a mis clases.
Pasé la mayor parte del tiempo con Ryu y Jenn y me divertí muchísimo con ellos, ambos eran muy inteligentes y súper amables.
Lo único malo de la semana fue quizás ver a Philip todos los días a primera hora. Él no había vuelto a hablarme, pero me miraba demasiado y me sentía muy incómoda con él cerca. Solo quería que desapareciera y me dejara disfrutar de mis clases en paz, pero para mí mala suerte, Philip era el ayudante de varios maestros y siempre estaba cerca. No sabía si iba a soportar todo el semestre viendo su cara.
Estaba agotada y todavía tenía que caminar varias cuadras para llegar al departamento de Jacob, hacer mis maletas y partir a Filadelfia, por el cumpleaños de Candace.
Pasé junto al aparcamiento del campus y me puse los audífonos, para escuchar música.
Alcancé a dar dos pasos y sentí que alguien ponía su mano sobre mi hombro. Reconocí el tacto, el aroma y la presión.
Era Philip, y lo supe antes de voltearme. Me quité los audífonos con cara de pocos amigos y él sonrió nervioso.
- ¿Qué tal? – dijo, llevándose las manos a los bolsillos. Si mi memoria no fallaba, hacía eso cuando quería conseguir algo y me detesté a mí misma por recordar esa clase de cosas.
- ¿Qué quieres? – respondí. Él frunció el ceño, confundido.
- Solo quería saludar – se encogió de hombros. Bajó la vista al piso y torció los labios. – Al parecer todavía me odias.
- No, odiar requiere esfuerzo y tú no vales la pena – solté cruzándome de brazos. – Prefiero pretender que no existes, es más fácil.
- Cassie…
- ¡No me llames así! – gruñí entre dientes. Él arqueó las cejas y suspiró.
- Perdón, Cassandra. No quiero esta tensión entre nosotros, vamos a vernos diariamente por un largo tiempo, y pensé que podríamos hacer las paces, ¿qué dices?
- ¿Y si mejor me ignoras y yo te ignoro? – pregunté. – Realmente esa opción me gusta más.
- ¡No puedes ignorarme! – masculló un tanto exasperado. – ¡Crece de una vez, Cassandra Green, ya no eres una niña! ¡Supéralo!
- ¿Te estás escuchando? – levanté el tono de mi voz. – ¡Quiero que te alejes de mí!
- Pero…– él dio en paso en mi dirección y lo empujé casi sin pensármelo.
- ¡No te acerques!
- Cassandra, cálmate.
- No me digas que me calme – gruñí, con los puños apretados y el corazón muy agitado. – Arruinaste mi vida, y no dejaré que arruines mi carrera.
Dicho eso, me volteé sobre mis talones y salí del campus a toda prisa. Me concentré en respirar con normalidad y a no pensar en lo mal que me hacía ver a Philip, sentía como si los problemas tuvieran un imán, me perseguían, no me dejaban respirar.
[…]
Algunas horas más tarde, me encontraba llegando a Filadelfia. Me bajé del autobús y llamé un taxi para llegar a casa de Nate, donde actualmente, Candace estaba viviendo.
Nate y Candie habían avanzado mucho con su relación, eran el uno para el otro. Él la hacía muy feliz y nada me ponía de mejor humor que ver a mi hermana así de contenta.
- ¡Te he extrañado un montón! – Candie me dio un gran abrazo, que correspondí.
- No puedo respirar – me quejé y ella soltó una risa.
Nate también me abrazo y tomó mi bolso para dejarlo sobre el sofá. Su casa era muy bonita. Todo estaba bien decorado, y era muy acogedora.
- ¡Kyle! – Nate llamó a su amigo y le lancé a Candie una mirada, ella se mordió el labio y susurró.
- Lo siento…
- ¡Cassandra ya llegó! – siguió Nate. – ¡Ven a saludar!
- Le dije que era mejor no venir, pero insistió – murmuró Candie en mi oído.
Kyle hizo su aparición bajando las escaleras, con una sonrisa dentada y su caminar seguro. A mí no iba a engañarme, tenía los ojos hinchados y por muy azules que fueran… estaban vacíos.
- Hola, Cass – se acercó y besó mi mejilla con mucho cuidado.
- Hola – suspiré.
- La cena está lista – avisó Candie. – Pedimos pizza.
La tensión era tangible, por ello, Nate tomó a Candie de la mano y la arrastró casi a la fuerza hasta la cocina. Yo miré a Kyle y eso me destrozó el corazón. Él estaba triste y se estaba esforzando mucho para ocultarlo.
- ¿Podemos hablar antes de ir a cenar? – preguntó. – En privado.
- Seguro – asentí con la cabeza y él hizo una seña a la puerta.
Salimos al patio delantero, ya estaba bastante oscuro y solo podía ver la mitad de su rostro, puesto que lo iluminaba la luz de las farolas de la calle.
Estaba nerviosa, muy nerviosa, debo admitirlo. Después de cómo había reaccionado hacía un poco más de una semana, esperaba una actitud inmadura, la ley del hielo o algo. Pero ahí estaba él, comportándose, haciéndome sentir muy mal por haberlo terminado.
- Cass – comenzó tomando mucho aire. – Quería pedirte perdón por cómo me comporté el otro día. Reaccioné mal, no debí hablarte como lo hice y lo siento mucho. Eres muy importante para mí y no quiero perderte. Entiendo que quieras mantener distancia y concentrarte en tus estudios, respetaré eso, no quiero que te distraigas o sufras. Si quieres podemos quedar como amigos, pero no quiero perder el contacto contigo.
Me quedé congelada en mi lugar. ¿En qué momento Kyle había madurado así? Era realmente atractiva su actitud y me odié a mí misma un poco por mis decisiones.
Sin embargo, él tenía razón. Quería concentrarme en la universidad, no quería sufrir, (aunque de todos modos estaba sufriendo y no sé por qué me esforzaba tanto en mantener la calma), y mucho menos quería perderlo. Ser amigos sonaba como algo muy inteligente.
- Me parece bien – dije por fin. – Seamos amigos.
Él sonrió, aunque fue una sonrisa triste, llena de decepción. Sentí una puntada en mi corazón, y nos abrazamos… como amigos.
[…]
- ¡No puedes ser amiga de tu ex! – regañó Candace a la mañana siguiente mientras estábamos en el supermercado, comprando algunas cosas para celebrar su cumpleaños.
- No es mi ex realmente – rodé los ojos. – Y baja la voz, por favor.
- Pero Cass – gruñó entre dientes. – Es Kyle…
- ¿Y qué?
- Es un gran chico, Cassandra.
- Hace algunos meses me dijiste que era un patán – me crucé de brazos y ella rió. – Me dijiste que me alejara cuanto pudiera de él.
- Me equivoqué – suspiró. – Como me he equivocado con muchas cosas. Cometí un error en terminar con Nate, cometí un error en mi relación contigo, pero ahora estoy remendando eso, Nate y yo estamos juntos, tú y yo somos amigas, y me he dado cuenta de que Kyle es en realidad muy bueno para ti.
- Es difícil tomarte en serio cuando te contradices – reí. Ella comenzó a empujar el carrito en dirección a las bebidas alcohólicas.
- Es lindo tener veintiuno – sonrió. – Puedo comprar todo el alcohol que quiera.
- Gracias por cambiar el tema, Candie.
- Ah, sí – soltó una carcajada. – Como es mi cumpleaños debes hacerme caso. No pueden quedar como amigos, es obvio que entre ustedes hay algo muy grande, ¡Lo miras como si fuese el único chico en la tierra! ¿Y has visto cómo te ve él? ¡Sonríe como bobo, Cass! – dijo exasperada. – Kyle jamás sonríe como bobo si puede evitarlo, es demasiado cool, sin embargo se pone como loco cuando está contigo, y hasta le brillan los ojos.
- Oh, sí, ayer tenía los ojos un poco rojos e hinchados…
- ¿Por qué crees que fue? – Candace se puso seria. – No debería decirte esto, hermana, pero… Kyle estuvo llorando toda la tarde de ayer.
- ¿Llorando? ¡Kyle no es de los que lloran!
- Pero sí de los que se enamoran a más no poder – Candace me tomó de los hombros y me sacudió un poco. – Él te adora, Cass, le estás rompiendo el corazón.
- Pero él fue quien me pidió quedar como amigos – regañé.
Estaba un tanto mareada. La situación con Kyle no hacía más que complicarse.
- Él solo quiere lo mejor para ti, cree que tú estás aburrida de él… No quiere fastidiarte, y al mismo tiempo quiere estar contigo. Es muy difícil para él.
- ¡Y para mí!
- ¡Tú lo cortaste!
- ¡Tenía mis razones!
- ¡Razones sin fundamentos! – gruñó ella, tomando una caja de cervezas y poniéndola en el carrito. – Acéptalo Cass, si no haces algo pronto podrías perder a Kyle para siempre, puede que esté muy enamorado pero todos nos cansamos de esperar.