Narrador Omnisciente
El cabello oscuro y bella sonrisa de Vikran, hipnotizó por primera vez a Elena, de una forma diferente.
«¿Quiere enseñarme a nadar?» pensó, conmovida, tomando un rubor intenso sobre sus mejillas.
Por un corto segundo, la alegría le había invadido la cabeza.
—Porque... —susurró, para sí misma.
Debido a la escritura que Vikran le había mandado previamente, imaginó que, al primer contacto, él se disculparía y retomaría las paces como antes. Sin embargo, no hubo más palabras del príncipe. Él solo permaneció sólido con la seña de su mano, como diciéndole que cumpla su pedido.
—Acompáñeme, por favor, señorita Bruns —volvió a decir la señora Ductrán, detrás de ella.
La desilusión apareció en su pecho, pero pese de ello, se esforzó en verse natural y devota.
—Sí,
