Capítulo III: El collar de Jeremy.

2495 Words
Jackson tragó saliva. Un escalofrío había transcurrido por todo su cuerpo con aquella respuesta. La chica se cubrió el rostro y siguió sollozando. El rubio no sabía qué decir, no sabía cómo manejar la situación. Aparte de estar herida, ahora no recordaba absolutamente nada. «¿Ahora que debo hacer?», se cuestionó dentro de él. La joven se veía realmente afectada, y él, que era una persona demasiado seca, no tenía noción de como consolarla. ―Llamaré al doctor. ―Es lo único que se le ocurrió decir, y se dio media vuelta―. Ya…, regreso. La joven, ni bien lo escuchó, alzó la mirada y mientras lo veía irse, suplicó: ―No te vayas… Jackson escuchó perfectamente sus palabras. Se sorprendió, pero fingió no sentirlas y siguió caminando. Él, no quería afrontar ese momento al lado de la chica, pues se sentía incómodo por no comprender exactamente qué decir. La circunstancia se había complicado y eso le pareció molesto. ―… tengo miedo. La joven envuelta en shock, estiró el brazo, como queriendo detenerlo. Debido a esa fuerte conmoción, intentó pararse, pero solo pudo dar un paso y cayó. Estaba aún demasiado débil, no recuperaba por completo las fuerzas de sus piernas. Jackson, al sonido de la caída, se giró de inmediato, y la observó ya en el suelo. ―¡Ah…! Me duele ―se quejó la joven y se enrolló apretando su vientre. Jackson estaba más atónito que antes. Desde lejos se le quedó viendo completamente paralizado por lo menos unos segundos. Ella lo miró mientras se quejaba y él se sobresaltó, al cruzar sus miradas. Por un momento sintió algo extraño. Ella tenía un resguardo como de cordero degollado que pedía a gritos por ayuda. Jackson, se podría reflejar como alguien cruel y despiadado. Pareció así cuando él pensó, de que la muchacha debía morir, sin embargo, detrás de ese duro pensamiento, lo decía por el hecho de que sería complicado vivir con algo tan terrible. Su forma de pensar, claramente no era como la de un chico normal. ¿Pero que podía hacer? Él había sido criado así, con una rígida y equivocada idea. Jackson, sintiendo por primera vez compasión por alguien, reaccionó. Entonces, se acercó e intento levantarla, posicionando su mano detrás de su espalda. ―No, no… me duele ―exclamó la chica de nuevo, al primer intento de alzarla. Él, debido al grito, se detuvo y la volvió a dejar en su misma posición. ―Mejor espera un momento… ―indicó. ―Por qué… ¿Por qué me duele mucho? ―preguntó ella, lamentándose―, ¿Por qué? Jackson, solo negó como si no supiera nada de lo ocurrido y simplemente la observó en silencio. Ella, con el sufrimiento, sostuvo la mano del rubio y la apretó con fuerzas. Jackson, únicamente por esa ocasión, dejó que haga lo que deseaba. La joven se retorcía de dolor; en ese instante probaba unos cólicos intensos, era como si se le abriera toda la cadera. Era terrible e insoportable. Él sentía incomodidad, pero envuelto en ese raro sentimiento, trató de ser paciente. A los 5 minutos, el infierno que pasaba la joven, se detuvo. Ella lanzó un suspiro, demostrando alivio. Jackson, al darse cuenta de ello, carraspeó su garganta, y alejó velozmente su mano de ella. Él ya deseaba irse, no le gustaba sentirse así de inquieto. ― Lo-lo lamento ―dijo la chica, apretando los labios, y luego estalló en llanto, tapándose el rostro ―Ahora, ¿Qué sucede? ―Jackson con seriedad, preguntó confundido. Él había considerado de que por fin, se había librado de todo el lloriqueo, pero ahora parecía que no. ―Algo acaba de suceder ―respondió sollozando. ―¿Qué cosa? ―El joven, se mostró un poco angustiado. Ella, al escucharlo, por la impresión, abruptamente se quedó en silencio e inmóvil. Jackson arrugó la frente ante ello, entonces, expulsando un resoplido de cansancio, le descubrió el rostro con sus manos. ―Dime…, ¿Cómo te ayudo? ―Yo… ―Ella lo miró a los ojos con mucha pena―, yo…, me acabo de orinar. Jackson abrió los ojos enormemente, luego fijó hacia sus piernas, e inició a sentir el olor. El color bañado sobre el suelo se hacía más grande. «Lo que me faltaba», refunfuñó por dentro. Tiró otro resoplido, y sin querer aceptar que sintió algo de lástima por la chica. Como excusa, se dijo: «Debo limpiar este desastre» Sin decir más, se acercó, y cargo a la pelirroja sin ninguna preocupación en mojarse. ―¿Qué-qué hace? ―dijo ella, mirándolo sorprendida. ―Vamos a lavarte ―le respondió con voz seca y neutra. Ella se ruborizó, era inevitable no avergonzarse. ―Lo siento…, lo siento… ―replicó cubriendo de nuevo su rostro. ―No te preocupes. ―Jackson se mostró cortante―. Tendremos que ir al río que se encuentra en la parte de atrás. En este lugar no contamos con duchas habilitadas y menos agua, así que, obligatoriamente te lavarás ahí. La chica sin siquiera mostrar su rostro, asintió. Entonces Jackson, siguió sus pasos lo más veloz que pudo. Ni bien salió del edificio, cruzó por el tendedero de ropa que él y sus amigos habían hecho con cables de luz para las prendas lavadas. El rubio, sin detenerse, jaló una sábana y lo llevó arrastrando, hasta la orilla del río que se encontraba a unos pocos metros más allá. ―Llegamos ―le dijo. Y la chica sobándose los ojos, afirmó. Jackson intentó ponerla de pie, pero sus piernas le tambalearon. ―Oye, ¿Enserio, no puedes mantenerte de pie? ―refunfuñó y la miró con mala gana. Ella negó apenada. El joven chasqueo los dientes con fastidio y respiró hondo. Jackson intentaba seriamente no enojarse. ―Ok, entonces tendré que ayudarte, si no te ahogarás. La pelirroja, demasiado abochornada, no respondió. Pero claramente ese silencio era como una afirmación. Jackson la sentó en el suelo, dobló la sábana aún lado, y luego la cargó otra vez para entrar al calmado rio. Él, se sentía estresado por tanta responsabilidad. Si fuera por él, ya la hubiese dejado a su suerte, sin embargo, el trato que había hecho con Clarck, fusilaba a su mente, así que, no tenía de otra más que esforzarse. «Esto es sofocante» Pensó dentro de sí. Lo que más odiaba en la vida, era hacer las cosas por obligación. ―Tendré que sumergirnos, así que aprovecha a enjuagarte todo lo que puedas, sola. ―Está bien ―respondió ella sin otra opción. Entonces, apretando su cintura, posicionados frente a frente, en un dos por tres, ambos se sumergieron. Jackson la sostuvo firmemente, mientras ella con toda la rapidez que podía, se sobó el rostro, el cabello y toda parte de su cuerpo en donde llegaba alcanzar. Luego de un largo minuto, ambos salieron a respirar aire. ―Tendrás que sacarte esta ropa ―le sugirió, porque se había percatado, de que realmente se le estaba haciendo difícil. Ella ante su pedido, se abrazó con sus brazos, avergonzada. ―No te veré ―aclaró el chico con disgusto―. No tengo el interés de prestarte atención. Yo direccionaré mi mirada a otra parte. La joven se mostró de acuerdo, entonces él se posicionó detrás de ella, la sostuvo de nuevo de la cintura y consecutivamente, le ayudó a retirarse el vestido blanco que asemejaba a un pijama. Inevitablemente, Jackson sintió la piel de la cintura de la mujer, su piel era tan tersa y delicada, como la seda. Ella lista en solo prendas inferiores, con sutileza, comenzó a masajearse con mejor precisión. Terminó retirando efectivamente todo rastro de sangre que le quedaba. Jackson, sin querer, detalló la blanca y fina espalda llena de moretones de la muchacha. No obstante, sin prestar atención a esos golpes, por alguna razón se ruborizó. Resulta que el entre medio de la espalda de la joven, ante sus ojos, se reflejaba de alguna forma sexy. Menos mal, a su conveniencia, ella no vio su expresión. Tragó saliva, y direccionó su mirada, en un solo movimiento hacia otro extremo. «¿Qué carajo estoy haciendo?» se cuestionó enojado consigo mismo. Jackson esperó con calma, ya se había detallado casi todo el lugar, evitando ver directamente el cuerpo de la chica. Por otro lado, la joven, mientras se bañaba, trató de recuperar memoria con la actual situación que estaba afrontando su vida. Pero por más que intentó, le fue imposible. ―¿Estás lista? ―Jackson interrumpió la seriedad de la chica. Ella, regresando a sus sentidos, asintió abrazándose. La briza de la tarde estaba comenzando a aumentar, así que debían apresurarse. ―Creo que de todos modos tendré que verte ―le dijo forzando su voz lo más serio posible, para esconder su intimidado pensamiento. Pues de todas formas tenía que sacarla cargando y luego enrollarla en la sábana. No podía dejarla dentro del agua, con el riesgo de que se podría ahogar. ―No te preocupes, entiendo ―respondió la mujer, con un tono de resignación. Por lo tanto, Jackson, la sostuvo entre sus brazos otra vez, y salieron del río. Jackson, mientras avanzaba, evitaba a todo costo el rostro de la bella mujer, que, estando entre sus brazos lo detallaba de cerca como buscando reconocerlo. ―¿Por qué me miras tanto? ―cuestionó de repente el rubio, sobresaltándola. ―Tú… ¿Tú y yo no conocemos? ―¿Quieres que sea sincero? ―Sí, por favor ―respondió con súplico. ―No, no te conozco ―confesó, Jackson, en tanto la sentaba de nuevo en el suelo―, recién te conocí ayer. Ella arrugó el entrecejo, ahora se sentía más confundida. «¿Entonces cómo llegué aquí? ¿Por qué esta persona que no me conoce me está ayudando?» Se cuestionó dentro suyo. El joven ante la mirada de la muchacha, no dijo más, luego de forma despreocupada cogió la sábana doblada y la extendió para posicionárselo alrededor de su cuerpo. Al paso que lo hizo, abrió sus ojos con incredulidad. No pudo evitar ver el resto de los incontables hematomas que tenía la chica en todo su cuerpo. Tratando de no hacerse preguntas debido a eso, negó con la cabeza. Luego la sostuvo de los brazos y le ayudó a quedarse de pie. Comenzó a acomodarle la sábana, e inició a realizarle un nudo en el cuello, como si fuese una capa. ―Tú… co-cómo tienes ese… ―le cuestionó de inmediato, al reconocer el pequeño collar de Jeremy, sobre el cuello de la pelirroja. ―¿Ese qué? Jackson se quedó en silencio por un instante. Supuso rápidamente que, quizás Jeremy, se lo había puesto. Sin embargo, de todas formas, era algo impresionante, ya que su amigo nunca le gustaba quitárselo ni siquiera para bañarse, específicamente por ser un regalo que la había dado su madre. Incluso una vez que él quiso tomarlo por fastidiarlo, Jeremy mostró demasiada ira. Entonces, ¿ahora por qué se lo había dado a ella?, se preguntó. ―Nada… ―Jackson, resopló. ―Está bien ―contestó ella, cubriéndose con la tela por completo. Por un momento, la joven había pensado que él le estuvo viendo los pechos. ―No tengas ideas equivocadas ―replicó él, poniéndose recio y rodó los ojos. Ella no dijo nada, y el rubio, solo la cargó de nuevo hacia la fábrica. *** ―Esta es la ropa de una amiga. El joven le entregó en su mano, un pantalón rasgado y un polo suelto de manga larga color azul que, claramente se notaba que era suyo. Él no quiso traerle las blusas de su amiga, porque creyó que serían muy obscenas para ella. Además, quizás si alguien la viese algo descubierta, no demorarían en hacerle preguntas respecto a sus golpes. ―Esta es ropa interior, me perdonarás, mi amiga no tenía nuevos, pero si tenía limpios. Más tarde iré a comprarte unos. ―Gracias ―le respondió. Ella se sentía agradecida, pues sentía que el chico ya estaba haciendo demasiado por su bienestar. ―Imagino que en la cama si podrás cambiarte, así que aprovecharé ahorita para traerte algo de comer. A partir de ese día la chica comenzó a recuperar sus fuerzas poco a poco descansando. Jackson le traía de almorzar y de cenar, pero la dejaba sola de inmediato. No intercambiaba palabras con ella, únicamente cumplía con lo suyo y se iba. De esa forma se había vuelto su rutina. Pese de que, el chico era así de frío, a ella no le importó tanto. La muchacha tenía otras cosas en que preocuparse, como, por ejemplo, tratar de recordar que le había sucedido. Durante su recuperación, la mayoría del tiempo se dedicaba a dormir debido a las consecuencias de las medicinas, aunque para ser exactos, en esos pocos minutos que ella podía soportar estar despierta, no paraba de llorar debido a algunos dolores físicos y confusiones de su mente. A la quinta noche, ella, cansada del encierro, decidió levantarse y salir. Estar alejada de todos y sin poder hablar con ninguno, la estaba deprimiendo. La joven siempre por las noches escuchaba música a lo lejos y presentía por horas como se divertían. La pelirroja suspiró y se adentró a la aventura en el lugar. Deseaba encontrar a Jackson y entablar una conversación con él. Con lados claros y otros oscuros por los focos quemados, ella siguió su trayecto siguiendo la música de lo lejos. Su instinto le sirvió, porque llegó a salir victoriosa por la puerta trasera. Ni bien se expuso al exterior, inhalo y exhalo con fuerzas. Al fin sentía de nuevo, el fresco aire de la noche. Ella detalló por al fondo, y se percató de que al lado del río había una fogata encendida. Alrededor de ella, se encontraban unos veinte chicos aproximadamente que, bebían en pequeños grupos y bailaban al compás del rock clásico de los ochenta. Comenzó a caminar sobando sus manos de los nervios. ―Hey… hermosa. ¿Quién eres? ―cuestionó un chico, con cerveza en mano. ―Yo… ―¿Acaso no sabes cómo te llamas? ―le bromeó, al ver que no sabía que decir. ―No… no es eso. ―Dime dulzura ―exclamó, y la sostuvo de la cintura. La pelirroja abrió sus ojos con miedo. El sentir una mano desconocida sobre el cuerpo de ella, la hizo entrar en pánico. Pequeños reflejos mentales de un hombre haciéndole bruscamente lo mismo, pasaron por su mente, y reaccionó de forma atemorizante. ―¡Suéltame! ―Trató de empujarlo, con el intenso temblor reflejándose en su cuerpo. Pero él la apegó más. ― No quieres decírmelo ¿por qué no te he gustado? ―le dijo, un poco irritado. ―No… ―contestó desconcertada. Sin embargo, de pronto un voz demandante, se oyó. ―Michael, aléjate de ella. ―Jackson, con ese semblante oscuro, forzó un silencio entre todos.
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