Capítulo 1

2162 Words
El accidente No soy una persona muy atenta, ni muy cuidadosa que digamos pero no era mi culpa, puede que la mayor parte del tiempo las cosas se dañen por su mala calidad. Digo, la peinilla de mamá si que fue un evento desafortunado o piezas de su lavavajillas, carro, maquillaje, en fin muchas cosas de mala calidad; ser una diosa de la destrucción no es fácil ni ningún trabajo sencillo, ese apodo me causaba algo de gracia como inseguridad, no es como si yo fuese por la vida queriendo destruir las cosas. Como cuando le rompí la nariz a mi amor frustrado, dos años en la zona de ni te me acerques o me pegarás tus gérmenes, dos años en los que suspiro por una pequeña sonrisa sarcástica. Denver Brook ha hecho a mi corazón saltarse latidos al punto de que cuando vaya al médico a lo mejor me digan que sufro de mi pobre corazoncito, no entiendo porque me gusta, no es como si cuando sonriera esa sonrisa coqueta afloja bragas me afectará, esos músculos que fácilmente me pueden abrigar, ese cabello n***o en el que quiero hacer trenzas por lo largo que está, obviamente no me he fijado en esos ojos tan mieles o los rosados y pomposos labios los cuales quiero besar. No. No me gusta nada de ello. Me gusta lo inteligente que es o inclusive lo sabio que puede llegar a ser en ocasiones, me gusta su estilo musical y esa ropa tan aesthestic con la que suele vestir, su voz pacifica al cantar. Me gusta Denver aunque sea el m*****o fuckboy de la universidad. Me gusta Denver aunque duela tanto. Me gusta aunque sea el cuñado de mi madre. Mamá se casó hace cuatro años con un hombre después de tantos años de estar soltera, por muy en desacuerdo que estuviese no pude hacer nada por evitar la boda, no estuve muy en desacuerdo al conocer a quien en ese entonces era un pelinegro rompecorazones, en ese entonces tenía dieciocho y él alrededor de veintidós. Como solía entrar y salir del país no lo conocí hasta ese día, el peor día para mi suerte. Aquel día donde mi corazón se instaló en aquel muchacho y ya no quiso salir. Donde comencé a perder la dignidad día tras día, yo no soporto a los niños por una sencilla razón, son muy revoltosos. Para la cúspide de mis problemas aquellos engendros estaban por todos lados, si bien los zapatos altos y yo no nos llevábamos sumarle esas criaturas del mal fue mi perdición; más el simple 'hola, gusto en conocerte' no hubo más intercambio de palabras entre nosotros así que en la primera oportunidad que tuve para hablarle me acerque con una gran sonrisa, saque mi mejor repertorio e incluido mis mejores chistes, muchas risas y muchas palabras hasta el momento en que uno de esos engendros se acercó a Denver en busca de atención. Denver es un chico malo pero muy dulce con los niños, son su debilidad, obviamente el chico le dio toda si atención y al verme desplazada me acerque para incluirme, por supuesto, el pequeño demonio dio un manotazo en mi mano haciendo que mi celular rebotara en el piso a los pies del mayor, sin pensar mucho me agaché en busca de mi celular cuando por fin lo tuve en las manos y vi que no tenía nada levante la mirada, a la altura de su m*****o. Esa posición pudo pasar muy fácilmente por una muy s****l para el público sensible al corazón. Asustada me levanté sin percatar la corta distancia dando con mi enorme y torpe cabeza en su preciosa nariz respingada, fueron cuestión de segundos para que la sangre comenzase a fluir, en total pánico arranque un pedazo del vestido de una mejor quien por su desgracia pasaba por ahí. Escuche sus gritos de fondo ocupándome de socorrer a Denver, sus ojos lanzaban llamas a mi dirección, quien sabe cuántas veces ya estaba muerta en su imaginación. Las personas se aglomeran a nuestro alrededor a causa de las locas desesperadas por él y finalmente se lo llevan donde mis ojos no pueden verle, mamá me cuestiona para luego regañarme. Pase dos semanas castigadas ¿injustificado? Por supuesto, aunque me vino bien de excusa, lo único que quería era enterrarme en mis sábanas por mucho tiempo tal cual lo hice en esas semanas; no vi a Denver hasta dos meses después que se instaló en Sidney luego de vivir por mucho tiempo por sus estudios en Nueva Zelanda. No era frío ni amistoso, conmigo era neutro, a comparación de las chicas que entraban a su departamento cada fin de semana. Las chicas solían durar en su departamento un mínimo de dos semanas, luego huía de casa y le pedía a su padre y hermanos para correr a las pobres. En eso estaba en desacuerdo, si no quería nada serio con ellas, decirles la verdad no le quitaba lo decente. Pero si jugar como si fuesen unas muñecas, pero yo era mucho más tonta porque sabiendo eso aún así le permitía a mi corazón latir por él. -¿Lynna? -me quite los auriculares cuando una gran mano se posó en mi pierna, alce la mirada de mi celular donde me encontraba leyendo una historia cursi y mire al peli n***o frente a mí -, ¿Vas a salir? ¿Tienes algún plan? En ese momento animaciones de luz verde comenzaron a girar a su alrededor, cantos angelicales quienes me decían que había llegado mi momento. Por fin, después de mucho tiempo. Al fin he sido elegida. -No -sonreí con entusiasmo -. No tengo ni un solo por más mínimo y complejo plan de salida por hoy. Su entrecejo se frunció viéndome como si fuese una loca -Que mal por ti, supongo -dijo confundido -, Sólo quería saber para qué cuides de mi departamento. Ahora la confundida fui yo ¿qué dijo? ¿Acaso escuche bien? -¿Quieres qué? -Cuidar de mi departamento -repitió -, ¿Puedes? -¿Por qué? -fue la pregunta más lógica que se me ocurrió. -Me metí con una casada y ahora su pareja va todos los días a hacerme problema -contó tranquilo, lo mire como si tuviese una tercera cabeza -, ¿Qué? -¿Qué persona cuerda se enreda con alguien casado? -No sabía que era casada ¿bien? Ella me dijo que quería experimentar. -¡Oh si claro! -refunfuñe y me levante del sillón -, ¿Qué quería experimentar? ¿Como serle infiel a su esposo? -golpee su pecho con mi dedo índice. Me encontraba molesta y ni siquiera sabía si era porque se enredó con una casada, con una nueva chica o porque hasta quisiera hacerle a las casadas y a mi ni la hora darme, atrapó mi muñeca en el aire mirándome con un brillo en sus ojos que aparecía siempre que tenía estos pequeños arrebatos con él, como ahora. -¿En que momento dije esposo? -dijo burlón. -¿Ah? -Eso -su mano paso por mi cintura pegando nuestros pechos -, No se de donde has sacado que es un 'esposo', si fuese así yo me enfrentaría sin dudarlo pero es una chica y yo no golpeó chicas. -Ojalá las chicas hagan fila y te golpearán tan duro que dejes de ser un mujeriego. No soy tímida con él, no es mi naturaleza, no es como soy. No tengo porque cambiar con él, sobre todo porque hace más de dos años hizo salir a la superficie mi verdadero lado feroz y no la niña tímida que aparentaba ser para gustarle, sin embargo, ninguna de estas versiones le ha gustado puesto que sigo siendo la única mujer a su alrededor a la cual no le ha tocado ni la piel de su abdomen. ¿Por qué no lo hace? ¿Por qué no es así de lanzado conmigo? Si se coge todo lo que camina, me hiere, me hace sentir insegura de mi ¿qué me falta para ser suficiente para él? Miro sus ojos mieles recorriendo mi rostro con fascinación, una de sus manos acaricia mi mejilla y ese pequeño acto hace a mi corazón emocionarse tanto como se agrieta, no importa cuán cerca creo estar, siempre me deja en claro que no es así. Que jamás esta a mi alcance. -No deberías desearle el mal a alguien que sólo te quiere mucho -me mira con intensidad, no puedo evitar apartar la mirada al sentir mis mejillas calientes. Al soltarme siento un vacío pero lo ignoró queriendo volver a mi estado natural, donde mi corazón no es un descontrol -, Eres como mi sobrina. -No lo soy. No entiendo, no entiendo porque sigue insistiendo en llamarme así cuando claramente le he pedido que no lo haga, no es mi tío, ni tenemos la misma sangre corriendo por nuestras venas. No soy más que la hija de su cuñada. Volteo los ojos con irritación -No vuelvas a llamarme así. -¿Por qué? Eres como mi sobrina, tan pequeña e inocente. Sonrio de lado, no soy inocente ni pequeña. Aunque me gusta que lo crea, me gusta que crea que tiene algo frente a él que se puede corromper. Si no fuese por la puerta abierta de mi habitación lo hubiese lanzado al sillón frente al ventanal para demostrarle lo poco inocente de mi ser, doy pasos devuelta al sillón y me siento bajo su atenta mirada e ignorando su presencia retomó la abandonada lectura. -¿Qué haces? -Te voy a ignorar hasta que dejes de decirme sobrina -no lo veo a los ojos pero sus pisadas vibran bajo mis pies, en unos segundos esta apoyando sus largos brazos en cada lado del sillón. Por su estatura alta tiene que doblarse y así poder ver mis ojos aunque me obligue alzar la mirada -Escucha, solo vine para que fingieras ser mi novia y deshacerme de la loca. No un m*****o berrinche por llamarte por lo que eres. -No soy tu sobrina, Denver -digo con dureza. Me falta poco por botar humo del coraje. -Ni voy a fingir ser nada tuyo -añado -, No voy a facilitarte las cosas, ¿te metiste en problemas? Pues se lo suficiente hombre como para solucionarlo, porque yo, no voy a mover un solo dedo para ayudarte. Alzo el celular fingiendo leer a la vez que empiezo a tararear la primera canción que se viene a mi cabeza para no escuchar sus quejas, me comienza a dar advertencias puedo ver su rostro enrojecer debido a lo fastidiado por mi actuar. No pienso dar marcha atrás, no pienso ser parte de su circo. Denver me gusta tanto pero jamás caería en un juego así, no de nuevo, no después de que me usará para ello y me mandará a volar al volverse a meter con la misma chica. No solo quede como una idiota, perdí mucho de mi corazón ese día. Realmente pude ver adoración en su mirada cuando le dijo a la otra chica que yo era su mundo. No quiero volver a pasar por algo así. -Escuchame -pide a la vez que me arrebata el celular de las manos. -Dame eso -pido balanceando mi paciencia apunto de irse a dar un paseo, al ver cómo retrocede me levanto -, Dame. -¿Me vas a escuchar? -No -intento alcanzar el dispositivo pero retrocede. -Necesito que me escuches. -Y ya dije que no -vuelvo a intentar agarrar el celular pero lo deja fuera de mi alcance -. No quiero escuchar una m****a de ti, dame mi celular y lárgate de aquí. Ante mis palabras se desconcierta bajando un poco su mano así que tiro de ella pero antes de siquiera sostener mi móvil él tira con fuerza dejando al dispositivo estrellarse contra la pared, pasmada en mi lugar miro como esta boca abajo. Ese electrónico tiene todo lo que necesito. No puede estar pasando. No. Mi cuello se tuerce volteando a verlo con cara de pocos amigos -Creí que lo tenias. -Pues claramente ¡no lo tengo! -comienzo a gritar, mis pies me llevan de frente a mi pobre celular. El miedo recorre mis venas al verle ahi sin saber si se ha roto la pantalla o no, quien sabe cuánto se jodio. Con cuidado lo agarro no queriendo ver cuánto daño se ha hecho pero al alzarlo y mostrarselo, que haya perdido color en su rostro me lo dice todo, no esto no, todo menos esto. No estoy trabajando ni mi mamá puede darme el lujo de comprar otro. Resignada volteo el dispositivo en mi mano viendo la pantalla partida de extremo a extremo. -Lárgate y no regreses en un siglo -pido con rabia. No se mueve por largos segundos hasta que le lanzo una mala mirada y con la cabeza gacha sale de la habitación. Denver me gusta tanto aunque a veces sea un idiota por completo. Aquí estuvo, Bethlimie ✨
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD