Di una vuelta en mi cama luego otra y otra hasta terminar enredada en las sábanas, aburrida, ese era mi estado en este mes sin celular, computadora o laptop o cualquier cosa electrónica para distraerme, jamás odie tanto ser pobre que ya ni tenía para poder comprarme unos cuantos libros en tanto duraba todo este sufrimiento; para mi mamá habían otros gastos más importantes que arreglar mi celular, ni siquiera le pedía uno nuevo pero no era suficiente para ella.
Comencé a buscar trabajo pero nadie quería contratarme por no tener experiencia pero ¿cómo se suponía que la tuviese si nadie me daba la oportunidad? Que pésimo sistema de estas malditas empresas, ¿por qué no generaban empleo dando capacitaciones? Eran unos desgraciados.
Gemi en frustración reteniendo las lágrimas de impotencia, solo tenía un libro desgastado sus páginas se salían por si solas al no tener su cubierta y ni siquiera era la primera parte de la trilogía, era la segunda. Me la releí tanto que podía escribir el m*****o libro si me lo proponía, eso no era legal sin embargo, ni justo para su autora. No le faltaría el respeto de esa forma después de acompañarme en este doloroso camino.
Extrañaba fantasear con mis crushes literarios a ver si así olvidaba al imbecil que conquistó mi estupido corazón.
¡Si, estupido corazón por enamorarte de él!
Hice lo mejor de mi por desenredarme entre todo ese nudo de seda porque ya tenía la necesidad urgente de ir al baño, por supuesto como sólo me pasaba a mi con mis enormes pies y su descomunal fuerza rompí mi sábana púrpura ¡mi favorita! ¡¿por qué me suceden estas cosas?! Lo peor de todo es que ahora mamá iba a matarme. Escondí la seda debajo de la cama mientras iba al baño y luego por unas agujas e hilos, en el camino choque con mi hermano lo oí insultarme pero lo ignoré mi vejiga era más importante que disculparme, aunque segundos después de entrar el castaño tocó la puerta.
-Lynna mamá me dijo que bajarás.
-¿Para? -pregunté nerviosa aunque no había forma que la mujer se enterará si tan solo pasaron escasos minutos.
Al menos que tuviera cámaras en mi cuarto o en la casa, asustada alcé la mirada en busca de esos aparatos no viendo ninguno aunque quizá eran diminutas para no ser descubiertas, eso explicaría como descubrió que me comí su torta de chocolate la semana pasada.
-¿Lynna?
-¿Si?
-¿Acaso estás ebria? -pregunto en frustración -, Mamá quiere que bajas.
-Oh bueno ya entendí, pero no me voy a llevar la taza del baño conmigo abajo -contesté más frustrada por su impaciencia -, Largo de aquí o me lanzaré un cañón que te abra los poros.
-Eres una asquerosa -no pude evitar la sonrisa en mi rostro cuando su tono de voz cambió y podría imaginar su rostro asqueado.
Si sabía cómo me ponía cuando me molestaban ¿para qué lo hacía? Demore unos minutos en salir del baño, mamá no podía poner cámaras eso era excesivo, a penas tenía para el arrendamiento de la casa. La casa de dos pisos que alquilamos ni siquiera es lujosa.
Lo básico y ya. Muebles, cocina, comedor, camas, refrigeradora, televisión, todo lo que se necesitaba para vivir.
Mi padre es un gran hueco en mi memoria, de los cinco años para atrás no recuerdo ni un sólo momento a su lado. Mamá nos dijo que es un médico muy ocupado, no se si es cierto, yo jamás lo busqué. Se fue, eso es todo con lo que me quedó. Sin remordimientos, ni rencores, ni odio después de todo no puedes sentir algo que sólo es un recuerdo borroso.
Baje las escaleras esperando encontrar a la mujer en la pequeña sala pero esta estaba vacía, termine de bajar los escalones escuchando los susurros de afuera tan curiosa como yo sola me dirigí a la puerta entreabierta viendo a dos hermanos que ahora mismo detestaba. Harvey y Denver. Mi frente se arrugó al escuchar al ruloso decir mi nombre seguido de celular.
-Por favor si abro la boca ella saltará encima de mi y no por felicidad -le replicó el pelinegro, suspiró con fastidio sobando su frente -. Ella no me quiere ver, no arreglaré nada al menos que me lo pida.
Mi boca se abrió ofendida ¿yo tenía que pedirle algo? m*****o idiota, había dañado mi celular ¡su responsabilidad era arreglarlo! Entre todo ese montón de idiotez su único talento era reparar celulares y otras cosas electrónicas, me enojé aún más cuando su bocota se abrió para decir la oración que definitivamente se ganaba un premio a su idiotez.
-Tampoco puedo hacerle un descuento ¿estás loco?
-¿Estás demente? -le dijo el rubio -, ¡Rompiste su celular! Agradece que no te rompió la nariz.
-¿De nuevo? -recordó él.
Bien j***r ¿acaso esto era una venganza?
-Arregla su celular y discúlpate -colocó el aparato en la palma de su mano haciendo énfasis en cada una de sus palabras.
Antes de que se negara salí y arrebate el artefacto de sus manos.
Lo miré entre enojada y decepcionada -No te necesito Denver -hice una pausa porque sentí que la fuerza en mi voz comenzaba a desvanecer -, Yo no he pedido nada ¿rompiste mi celular y el ofendido aquí eres tú?
-Lynna -intentó hablar el mayor pero con una mirada dura hizo silencio, volví a mirar al pelinegro frente a mi y negué.
-Bien discúlpame por cual sea la m****a que te haya hecho -algo en sus ojos se apagó pero continúe, tragando acentuado en mi garganta -. Pero esto no quiere decir que quiero que repares ni gratis ni cobrando lo que rompiste, también te agradecería el no dirigir una sola palabra en mi dirección, no obtendrás ni un monosílabo de mi parte después de esto.
Me giré a Harvey quien se veía incómodo -Por favor.
Negué -Déjalo así, no te metas.
Me encamine de nuevo a mi habitación aguantando las lágrimas, no entendía la forma de pensar que tenía Denver a veces me molestaba la capacidad enorme para ser un idiota que parecía fluir en él como una cascada sin fin, por mucho que me gustará no podría solo recibir cada tonto trato como si no fuese nada, quizá eso dolía más. Que me dolía más por el simple hecho de que mi corazón latía con intensidad a causa de su existencia.
Estaba pasando muy mal a causa de su idiotez y tenía el descaro de hacer tremenda estupidez. Por un momento me sentí humillada, las lágrimas brotaron de mis ojos cayendo por mi mentón a mi almohada ¿por qué me gustaba alguien tan tonto como Denver? ¿Por qué eres tan terco corazón mío?
Por muy linda sea su apariencia en ocasiones sus actitudes eran tan irritantes, me gusta el Denver encantador con niños o al que puedo hablarle de cualquier cosa y me escucha.
La puerta sonó y realmente recé porque no sean esos hermanos, con mi mejor cara de disgusto abrí viendo a la mujer de mi vida.
El amor de mi vida, la niña más hermosa del mundo, carismática, extrovertida, fascinante, elegante, inteligente, testaruda, la que no puede ver su gran belleza por tontas inseguridades ¿qué hacen unos kilos de más? No dejas ser hermosa solo por ello. Larisa Cooper o como me gusta llamarla, Lara. Mi mejor amiga y el mejor ser humano en el humano, su cabello azul caía en ondas por sus hombros haciendo lucir pálida su piel blanca resaltando sus ojos grises y labios rosados.
-¿Cómo estás? -sus finos labios formaron una sonrisa de boca cerrada.
Enarque una ceja -¿Enserio me estas preguntando eso?
Se encogió de hombros y asintió, voltee los ojos dejando el camino libre al dormitorio para tirar todo mi peso en la cama de dos plazas sin sábanas tendidas, ella entró cerrando la puerta tomando impulso para lanzar todo su peso sobre mi.
-Auch -me quejé.
-Vi a Denver -murmuró en secreto -, ¿Eso te tiene así?
Giré con fuerza para quitarla de encima y ahí frente a frente mis ojos se aguaron -Es un idiota ¿lo sabías?
Asintió -Toda la población femenina sabe de eso ¿tú no?
La mire mal por su sarcasmo innecesario -Quiere no solo que me disculpe por no se que m****a también cobrarme por arreglar mi celular.
Sus ojos se abrieron de sorpresa luego se entrecerraron -¡¿Qué él que?! ¿Acaso esta mal de la cabeza o con que demonios le funciona el cerebro?
-¿m****a?
-¡Debe de ser! -accedió histérica -, ¿Cómo se le ocurre? Fue quien daño el m*****o celular debería ser totalmente gratis.
Cerré los ojos queriendo dejar de actuar como una niña tonta -Fue lo que le dije.
-¿Y qué dijo?
-Nada, le pedí que ya no volviera a hablarme nunca de los nunca.
Dio unas palmadas en mi hombro con una sonrisa en alto -Así se hace mi chica -abrí uno ojo e hice un puchero -, ¿Qué? -me dio esa mirada cuando sabía lo que diría pero quería escucharlo de mí.
-Ya me arrepentí -susurre -. Si se que es un idiota, pero aún así me gusta y no quiero que deje de hablarme.
-Eres una p***a masoquista -dejo escapar todo el aire de sus pulmones.
-Lo sé.
Nos quedamos de espaldas a la cama mirando en total silencio el techo blanco sobre nosotros, enserio tenía que dejar de querer tanto a ese estupido pelinegro, ni siquiera tengo oportunidad si me trata como me trata. Es difícil renunciar a algo que puede llegar a suceder ¿qué tal si se fija en mi justo cuando lo he olvidado? Una vez que lo deje ir no abra forma de volver. Y eso me asusta.
-¿Por qué te gusta tanto Denver? -preguntó por milésima vez, rompiendo el silencio tranquilo que nos envolvía -, Llevas cuatro años detrás de él y lo único que has conseguido es llorar por como es, entonces, ¿por qué te gusta?
Porque no puedes decirle al corazón que deje de sentir, no puedes resetearlo. No es tan sencillo. No es darle una orden y así será ejecutada, no puedes sacar a alguien de tu corazón solo porque si, ni dejar de pensar en ella como si no te importará porque aún no quieras si te importa, incluso si no lo merece.
Porque aún si es una atracción de a poco me han gustado sus defectos.
-Voy a olvidarlo, lo prometo.
No dijo nada. En silencio ambas aceptamos que aquello era una mentira que en algún momento tendría que hacer realidad. Ya llegaría el momento donde finalmente aceptaría que Denver sería un personaje ficticio, por mucho que lo quisiera jamás podría estar con él.
-¿Qué haces aquí? -le pregunte tratando de cambiar de tema.
-Mamá esta insoportable, lo de siempre -cerró sus ojos.
Lara sufría cada día de su vida con una madre alcohólica, llena de problemas económicos, esa señora tenía tantos secretos que arrastraron a su hija menor. Quizá por eso Lara era así de linda, porque evitaba a toda costa ser como su madre. Mi mejor amiga no era mi mejor amiga solo porque si y ya, ambas hemos crecido casi con las mismas vidas, sin un padre, sin una madre cariñosa y afectuosa a la que podemos contarle cualquier cosa sin tener el miedo de verla explotar en insultos, mi madre ha hecho un papel de padre muy bien pero como mamá le ha faltado.
Vivo agradecida aunque no dejo de pensar en cuanto me hubiese gustado un abrazo afectuoso, una palabra tierna, una charla comprensiva, sin tantas reglas, sin tantos juzgamiento.
-¿Qué te ha dicho?
-De todo y de nada -respondió -, La deje de escuchar cuando me llamo malcriada, bueno si, soy malcriada con ella porque me he dado cuenta lo p***a que es.
Torcí los labios ante su forma de referirse a su madre, ambas se han sacado tantos fieros que ya no había forma de retroceder en el tiempo para curar todas esas heridas, ya jamás sanarian.
-¿Se peleó con tu padre?
-Papá ni siquiera contesta sus llamados, dice que está hostigado de ella.
El señor Cooper se fue cuando a penas la señora Hanna salió embarazada de Lara, pero no por huir del embarazo más bien por huir de la mujer que desde ese entonces estaba un poco mal de la cabeza, aunque parecía cuerda a veces sus actitudes ponían eso en tela de duda. Hanna es alguien un poco extrovertida y muy coqueta, el amor no era su mayor fuerte ni la convivencia con sus hijos.
-Por cierto, Larry te manda saludos -sonreí ante la mención de su hermano mayor.
Larry Cooper fue mi crush antes de Denver aunque sólo durase un año, con él me rendí bastante rápido. Me gustaba su cabello castaño tan lacio y sus ojos negros acompañando esa nariz respingada con labios finos tan rosados, con él sucedió eso de 'te olvide y ahora si vuelves', por eso me asustaba dejar en el pasado al tonto de Brook.
-¿Larry mandando saludos?
-Quizá cree que tiene oportunidad.
Volví a hacer silencio. No, Larry ya no tendría oportunidad más que de ser mi amigo. Aquellas mariposas volando han muerto, ahora unas nuevas alzan vuelo por uno más cretino todavía.
En esa noche de sábado nos quedamos viendo películas en su celular hasta que el sueño nos venció, esa noche también prometí dejar atrás a Denver. Al menos hacer un intento.
Como si fuese tan fácil.
Aquí estuvo,
Bethlimie ✨