Trabajo Hecho

2012 Words
Capítulo 2 Trabajo Hecho Cada paso se acompaña de una mirada, sin sonrisa, fría como la misma nieve del invierno, y tan solo fue eso lo que basto para hacer del colombiano una sencilla marioneta rendida a mis pies, fácilmente manejable con una sonrisa y un susurro al oído, lamentablemente lo había hecho antes de lo planeado, tenía todavía el tiempo de sobra… vaya que soy buena… o Valery es la que es talentosa para estas cosas. El tango terminó de enardecer la velada, el maestro de ceremonias saludo cada uno de los invitados de la fiesta en especial a los que venían de otros países… yo a todos los conocía, en cierta manera y desde las sombras podría decirse. Luego de terminar su sutil interacción la fiesta continua con menos elegancia, pues él en salón las luces se apagaron y comenzó a sonar la música de moda, el colombiano estaba más que contento con mi compañía, no dejaba de mirarme y su mano sobre mis piernas cruzadas me daba la señal de que solo era cuestión de tiempo, era mío, aunque él no lo sabía. Con la mitad de mi trabajo ya realizado, con el destino para el resto de la noche más que seguro para mí y para el señor Maltes que por cierto seguía encantado con mi belleza… aunque era obvio que quería mucho más de mí, me dispuse a disfrutar un poco el momento, había una parte de mí que no solo se sentía agosto en medio de la clase alta de Buenos Aires, sino que añoraba una vida así, sin embargo mi modo de vivir no me lo hubiese permitido nunca, tampoco era algo que deseaba con fervor, era solo un sutil capricho que mi lado más egoísta nacía. —¿Linda… me acompañas afuera un momento…? —me pregunto el colombiano mirándome a los ojos. Pobre hombre… como si pudiese hipnotizarme con sus ojos corrientes, era atractivo no podía negarlo, pero si me entregaba a sus complacencias no terminaría mi trabajo con éxito, perdería todo el tiempo, no solo el mío sino el de Jorge que fue el que me hizo entrar en esta fiesta tan elegante. —Señor Maltes… me encantaría acompañarlo… ¿Pero por qué solo ir afuera…? — le respondí inclinándome sobre él y susurrándole al oído. Sentí que de inmediato una sonrisa cómplice fue la respuesta del hombre que en ese momento se imaginaba en la cima del mundo mismo, no era un torpe cualquiera, no era tampoco un casado en busca de una aventura, él sabía lo que quería al igual que yo, aunque yo estaba pensando ya en algo muy diferente. Le brindé al hombre un par de tragos más, dos vasos de whisky, una copa de vino, y un pequeño trago de brandy, fueron los suficientes para dejar algo mareado al hombre que tanto presumía el poder tomar sin embriagarse, eran alrededor de las 2 de la mañana, a medida que él se sentía más ebrio se sentía también mucho más en confianza hasta el punto de quererme dar un beso, por supuesto me negué en un primer momento, mi indiferencia tenía que pasar desapercibida pues de igual manera no podía hacerme la difícil con él, podría enojarse y echar a perder todo, en una segunda oportunidad, me deje besarme en los labios, un sutil beso que tan solo fue el roce de sus labios con los míos, una pequeña muestra de lo que fue un siguiente beso mucho más lento, pero son un límite muy definido, él sin duda se sentía el hombre más varonil en la fiesta por sentir que había conquistado a la chica de la noche, una bella argentina, toda una belleza … Debió pensar él en ese momento. Pasaron los minutos, y yo me ausente un par de segundos para retocar mi maquillaje, avise por teléfono de forma discreta a Jorge que aún esperaba cerca del hotel donde el colombiano se estaba hospedando, le advertí que estaba por salir de la fiesta. Volví a la mesa y el Señor Maltes, ya estaba listo para salir, me estaba esperando, ya tenía puesta su chaqueta y un elegante gabán n***o que le hacía ver como un mafioso de los años 50. —¿Me acompañas? —pregunto el cuándo me acerque. —Por supuesto—respondí sin pensar, —¿Dónde me llevarás? —pregunté inocentemente. —Al hotel… si gustas claro esta… y luego al cielo… gustes o no…—me dijo al oído. “Que boludo” pensé yo en el momento que lo escuche decir tal desfachatez, pero en mi rostro la sonrisa confiada le dio la confirmación que estaba buscando, yo aliste mi abrigo y junto al hombre salimos de la fiesta, pero había un problema que no había notado antes, el colombiano estaba acompañado por un guarda espaldas… maldito Jorge no me comento ese detalle, y más torpe era yo el no haberlo notado antes. El colombiano no era el único en la fiesta, las otras mujeres que conmigo había compartido la mesa, habían también conseguido su objetivo, aunque para hacer lo que yo haría eran totalmente unas novatas, ella no pasaría de una noche de pasión sin ninguna evidente mejora en sus vidas… aunque cada cual se gana la vida o consigue lo que quiere, con ambición o no. El guarda espaldas se encargó de pedir un elegante auto para que nos llevara al hotel, lo abordamos en la mitad del camino el hombre comenzó a tocarme las piernas, le daba rienda suelta al recorrido de sus manos por mis piernas y por mi cadera, su mirada no se despegaba de mi cuello y tampoco no se alejaba mucho de mi escote que intencionalmente había exagerado un poco, se notaba a la distancia que no tenía sostén, la curva de mis senos sobresalía del vestido y convergía en una delgada línea que le hacía imaginar de antemano el tamaño de mi pecho, el hombre estaba más que complacido con solo verme y tocarme de manera sutil, a decir verdad se notaba a leguas que se estaba conteniendo, solo porque el auto quizá no era de él, o porque el chofer era un chismoso que cada tanto miraba por el retrovisor la romántica escena… si Fuese Carla ya lo hubiera golpeado contra el volante por mirón… pero Valery en su lugar le gustaba ser observada, era parte de ser ella esa noche. No falto mucho para que llegáramos al hotel, no sabía que había sido del guarda espaldas, pero que suerte que ya no estaba al pendiente del colombiano que cada vez más demostraba las ganas de poseerme, pues cuando subíamos por el elevador, no tuvo un límite claro en lo que debía tocar o no tuve que resistir en ese momento pues el hombre estaba ya decidido a hacer lo que quería conmigo y yo no podía permitirlo, por suerte el elevador llego pronto al piso donde el hombre tenía su habitación, los pasillos eran elegantes a la par que todo estaba en silencio, para hacerle peor las cosa al colombiano, yo tome la tarjeta de la habitación y buscándola camine frente a él asegurándome que su vista no se apartara de mi cuerpo… pobre baboso, estaba babeando la alfombra del pasillo. Llegamos a la habitación y como era de esperarse él me tomo por la cadera y antes de que pudiera abrir la puerta él ya estaba tocándome, creía en absoluto que tenía el control por completo, abrí rápidamente la puerta y enseguida nos acercamos a la cama, el hombre estaba decidido a hacerlo que tenía que hacer, pero yo tenía cartas bajo la manga, deje que se diera gusto con mi cuerpo y en el fondo no me desagradaba el sentirme así de deseada, él buscaba una noche loca en la ciudad de Buenos Aires, yo buscaba la manera de sobrevivir por unos cuantos días más… exagerando la expresión por supuesto. No me di cuenta en qué momento sucedió, pero él ya estaba casi desnudo, pero yo aún conservaba mi vestido, apenas si sobre la tela se notaba por completo el contorno de mis senos, y él se encantaba de verme de esa manera, pero justo en el momento que todo iba a pasar a un siguiente nivel me decidí por ir un momento al baño, le pedí me esperara y como un niño pequeño dio un pequeño berrinche, aunque no intento detenerme. Una vez en el baño lo primero era darle la señal a Jorge de que estaba ya por terminar, lo segundo fue colocarme la parte de arriba de mi lencería, el color vino tinto era uno que me encantaba usar, y más en la ropa interior, combinaba a la perfección con el tono claro de mi piel y mis labios rosa. Salí del baño y él estaba ansioso sentado al borde de la cama, sin dudarlo un segundo me acerque a él y con su corbata le vende los ojos, era tanta la perversión que el hombre sentía que no protesto en ningún momento a hacerlo, estaba por completo complacido, en medio de un beso lento que le deje sin palabras como yo esperaba que sucediera, me senté sobre él y no pude negarme a sentir por un momento su cuerpo, fue inevitable para mí en realidad, pero disfrutarlo no era propiamente mi propósito para esa noche, justo antes de que tuviera que despejarme de alguna pieza de mi lencería, tome un pequeño dulce de mi sostén, lo coloque en mi boca y tras un profundo y apasionado beso, se lo deje en sus labios, el hombre en medio del momento no protesto, no dijo nada más, no pregunto siquiera si era quizá una droga, su sabor a cereza pudo confundirlo lo suficiente hasta que se quedó atontado, tuve que seguir sobre él hasta que note que se había quedado dormido, no iba a morir, solo estaba descansado, el licor tampoco lo afectaría, era solo la mezcla perfecta para dormir un hombre sin hacerle ningún tipo de daño, en su mente quizá solo pensaría que la había pasado bastante bien y que no lo recordaba en detalle por el alcohol que bebió… era todo un plan bien elaborado. Una vez el colombiano estaba dormido me coloque un par de guantes de látex y tuve el tiempo suficiente para revisar sus maletas, incluso revise su teléfono celular, la caja fuerte de la habitación que se abría con la misma tarjeta de la entrada… y allí estaba, la única razón por la cual me había aguantado a ese baboso toda la noche, un anillo de oro blanco grabado, un anillo que de hecho era de matrimonio, el que obviamente el hombre no quiso usar mientras le era infiel a su esposa…”Ay señor Maltes… ¿Cómo se lo vas a explicar…?” dije en voz baja mientras lo admiraba puesto en mi mano. Tome algunas joyas más que el hombre tenía en su equipaje, dinero en efectivo, un par de fotos de mi sobre el hombre como medida de seguridad, y finalmente me dispuse a acomodar el hombre sobre la cama, la sacudí un poco como si hubiéramos pasado una noche increíble, incluso lo desnude, me acosté a su lado para dejar la huella de mi cuerpo en las sábanas, incluso moje con agua corriente un poco las sábanas para que cuando despertara sintiéndose todo un semental y el toque final… un roció de mi perfume sobre su cuello para que no me olvidara fácilmente. Terminado mi trabajo me vestí y Salí por los pasillos del hotel sin llamar la atención de nadie, pero no sale por la recepción, el hotel tenía una puerta alterna por donde se suministraba los insumos de la limpieza y del restaurante, afuera de esa puerta estaba Jorge esperándome, estacionado en las sombras, no medie ninguna despedida, nadie noto que yo había salido, solo camine hacia el auto y me subí en él. —Vamos a comer algo Jorge… tengo hambre…—le dije en cuanto abroché el cinturón de seguridad.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD