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1233 Words
¿Por qué la gente se había vuelto loca? Intente despertar de esta pesadilla, pero al parecer esto no era una pesadilla. Abrí los ojos de golpe, miré en todas direcciones y no reconocí nada de esta habitación. Esta no era mi habitación. Me levante y me acerque a la ventana. Recorrí la cortina y vi que me encontraba en uno de los edificios que se encontraban cerca de la casa. Examine afuera, había lugares incendiados y autos chocados. Me alejé de la ventana y luego salí de la habitación. El apartamento era pequeño, contaba con un medio baño, una cocina, una sala de estar y otra habitación. Me acerque hacia la otra habitación y abrí la puerta lentamente, mire a dos personas durmiendo, era una mujer rubia y otra castaña. Cerré la puerta y me acerqué hacia el sillón, en el cual se encontraba durmiendo Erick. Lo moví para que despertara y al parecer lo asuste porque dio un enorme brinco. Me vio y sonrió de felicidad —Al fin despiertas. —¿Qué hacemos aquí?— pregunte algo confundida. Si bien tenía vagos recuerdos sobre lo que había pasado, pero después de haber chocado mi mente se nublo y perdí toda razón. —Después de que nos estampáramos contra el poste no recuerdo mucho, pero cuando desperté ya me encontraba dentro de este apartamento. Las dos mujeres que viven aquí son paramédicas y, después de escuchar el ruido del choque, salieron a ayudarnos, nos dieron los primeros auxilios y después nos trajeron aquí para que pudiéramos descansar y recuperarnos. —¿Hace cuanto que fue eso?— pregunte nuevamente. —Hace tres días— responde con toda seguridad. ¿Cómo era posible que haya estado inconsciente tres días? ¿Qué había pasado en todo ese tiempo? ¿Mi familia se encontraba bien? Tenía que ir a buscarlos, tenía que rectificar que se encontraran bien. Mi cabeza se llenaba de dudas y preocupaciones, así que cuando me di cuenta mi vista comenzó a nublarse y mis piernas comenzaban a quedarse sin fuerza y caí lentamente al suelo. Cuando desperté, ya era de día, las dos mujeres se encontraban preparando el desatino y Erick estaba durmiendo en una silla junto a la ventana. —Erick— lo llame. El abre los ojos y me mira preocupado, se levanto de la silla y salió a llamar a las mujeres, mismas que corrieron a verme. —¿Cómo te sientes, Claris?— pregunta la rubia mientras checaba mi vendaje. —La cabeza me estalla de dolor y me da vueltas— respondo. —Bien, tomate esta pastilla, te ayudara a sentirte mejor— la castaña me acerco una pastilla color blanco y un baso con agua. Me tome la pastilla y me levante de la cama, la rubia impidió que caminara y volvió a sentarme en la cama —Descansa, Claris. —Pero es hora de desayunar— trato de levantarme nuevamente, pero no me lo permitieron. —No te preocupes por eso, te traeremos el desayuno hasta aquí— la castaña da media vuelta y sale de la habitación. Después de un par de minutos regresa con una charola de comida. —Erick te hará compañía— ambas mujeres salen y cierran la puerta. —¿Mis padres se han comunicado?— pregunte mientras comía mi cereal. —Lamentablemente no hay forma de comunicarnos... —¿Por qué no?— lo interrumpí. —Nuestros teléfonos se perdieron en el accidente. —Pero pudiste haberlos llamado con el teléfono de esas mujeres. —¡No hay forma!— alza la voz —Después de que despertara comenzaron a bombardear algunas zonas, también cortaron toda comunicación, los teléfonos no sirven para hacer llamadas y la televisión no emite canales. —Mi familia debe de estar preocupada por mi— susurro mientras lo miro con frustración. —¿Crees que eres la única?, a mí también me preocupa mi mamá. Ni siquiera se si se encuentra bien— Me mira, pero yo simplemente sigo comendo así que mira por la ventana. —Maldición— susurra. Me levanté y me dirigí a la ventana, comencé a ver en la misma dirección que él y vi a un grupo de personas que caminaban en la misma dirección —¿Qué es lo que hacen?— lo miro. —No tengo idea, desde hace tres días los infectados se concentran en pequeñas masas y atacan a todo lo que haga hasta el más mínimo ruido. La radio dijo que la única forma de contagiarte es a través de una mordida. —¿Cómo saldremos de aquí entonces?, la comida de esas mujeres no nos durara para siempre— agacho la mirada —Se acabo, vamos a morir. —No digas eso— me toma de los hombros —El gobierno dijo que no saliéramos de nuestras casas, ellos se encargarían de darnos suministros para sobrevivir. —Yo no puedo quedarme aquí hasta que el gobierno lo solucione, tengo que buscar a mis padres. —Pero... —Esta bien si no quieres acompañarme, yo sola puedo encontrarlos— sonrió y camino hacia la puerta. —Pero no podemos salir, esas cosas pueden matarte— me toma del brazo y me detiene. —No me importa, iré a buscarlos— me suelto de él —Con o sin ti yo iré. Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, donde se encontraban las mujeres desayunando —¿Ya terminaste?— pregunta la rubia. —Ya— pongo la charola en el fregadero y comienzo a lavar el plato que había utilizado —Estuvo delicioso. —Gracias, yo lo prepare. —Agradezco mucho su hospitalidad, pero tengo que volver a mi casa. Mis padres deben estar preocupados por mi— me seco las manos con la toalla que se encontraba al costado del fregadero. —Pero tu herida aun no sana— aclara la rubia. —No se preocupe, yo estaré bien, mi hermano mayor es medico y me ayudara a curarla. —Nada de eso— la castaña se levanta de su lugar —Cuando tu herida sane podrás irte— se acerca a mi y me toma de los hombros. —Creo que no me entienden, yo necesito saber cómo están mis padres— me suelto de ella y comino hacia la sala. —Bien, bien— las dos mujeres caminan detrás de mi —No estas obligada a quedarte y tampoco queremos que pienses que te tenemos secuestrada o algo por el estilo, así que si quieres irte no te detendremos. —Gracias por comprenderme y por haber salvado mi vida— me pongo los tenis que Erick me había obsequiado y camine hacia la puerta —Nos vemos luego. —Espera— antes de abrir la puerta Erick salió de la habitación y me detuvo —Iré contigo, también quiero ver a mi mamá. —Veo que ya no nos necesitan así que cuídense y espero encuentren a su familia pronto. —Gracias por ayudarnos— Erick, quien había convivido mas tiempo con ambas mujeres, se despidió d ellas y les dio un gran abrazo. —No fue nada, después de todo ese es nuestro trabajo y cuando se encuentren en problemas ya saben a donde venir. —Cuídense mucho. Abrí la puerta y salí —Adiós— Erick salió detrás de mí y cerró la puerta.
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