La cita en la clínica fue más rápida de lo que esperábamos. Pero hay que darle crédito: Serov estuvo cien por ciento atento, y verlo tan concentrado me movió algo en el corazón.
Era curioso cómo, apenas anoche, planeaba huir del mismo hombre que ahora fruncía el ceño mientras repasábamos la información de la clínica rumbo al centro comercial.
Serov no soltaba el tema. Incluso caminando tomados de la mano, me llenó de preguntas sobre el desarrollo del bebé, nutrición infantil y el parto. Sus hombros tensos y el entrecejo fruncido.
Solté su mano y giré sobre mis talones, dándole la espalda a la multitud. Ignoré al guardaespaldas detrás de nosotros y lo enfrenté.
—Oye, sabes que está bien no entender todo de inmediato, ¿verdad?
Sus labios se curvaron hacia abajo.
—Eso no es seguro, Sofi
