La luz del departamento frente al mío se apagó, y supe que Dakota se había quedado dormida. Por un instante había caminado hasta la ventana, y la observé con hambre mientras se quedaba allí de pie en ropa interior. Tenía que saberlo todo sobre esa maldita mujer increíble, y no iba a perderla de vista. Era demasiado jodidamente hermosa, y no tenía nada que hacer metida en las porquerías de Lorenzo. —Buenas noches, Dakota. Dulces sueños. Esperaba que soñara conmigo, porque Dios sabía que eso era exactamente lo que yo iba a hacer esta noche, justo después de hacerme acabar pensando en su cuerpo ardiente. Giré la llave de contacto, puse el auto en marcha y conduje hacia la casa de Ivankov. Necesitaba descansar, y aunque deseaba quedarme a vigilar su departamento toda la noche, sabía que no p

