Cuando conoces a un nuevo cliente, se supone que debes reservar tu juicio. No puedes ser parcial sobre su situación. No lo sabes todo y tienes que asumir que te está diciendo la verdad.
Ni por un maldito segundo creí lo que mi cliente estaba diciendo.
Lorenzo Mancini no estaba demandando a Fantasy por bondad de su corazón, y yo sabía que me estaba ocultando algo. Aun así, tenía un trabajo y un ascenso en juego, así que traté de aguantar el almuerzo lo mejor que pude. Lo que habría sido muchísimo más fácil si el tipo no dejara de mirar mis malditas tetas.
—Oye, los ojos aquí arriba, amigo.
—Quiero que averigües todo lo que puedas sobre el club y la gente que lo dirige. Sé que están haciendo algo malo, y no voy a tolerarlo en mi hermosa ciudad.
Lorenzo rezumaba carisma como los político
