La mano de Odorv apretó la mía con fuerza mientras entrábamos al club. Había notado lo sudorosa que estaba mi mano. La luz de neón parpadeante y la música estruendosa me recordaban a Nueva York y a todo el trabajo sucio que había hecho para mi papá. Algunas noches, tenía que seducir a sus enemigos y atraerlos a un lugar donde encontrarían una muerte dolorosa. Otras noches, tenía que robar un teléfono y hackearlo. Una vez, casi me atrapan y me matan uno de los hombres a quienes debía plantar un dispositivo en su teléfono. Por suerte, llevaba un Taser conmigo. Después de eso, mi papá concluyó que yo era inútil y empezó a hacer que sus hombres me siguieran. No todo fue malo, porque también conocí a Odorv una de esas noches. Independientemente de cómo terminaran las cosas, conseguí sacar a

