—¿Qué te dijo? —preguntó Odorv después de que se fue. —Nada grave. Solo escuché todo sobre las cosas que solías susurrarle al oído mientras la cogías —. Él examinó mi rostro. —Eso fue antes de que volviéramos —. —Entiendo —. —Olivia, ¿estás celosa ahora? —. Lo estaba, y no necesitaba ocultarlo. —Sí, lo estoy. Eres mi primer todo, y nunca estuve con otro hombre desde que te conocí. Pero me parecía que habías disfrutado todos estos años —. Tomó mi mano, rozando el dorso con su pulgar. —Ahora eres solo tú. Nunca te engañaré ni te traicionaré. Te lo juro —. —Será mejor que no, Odorv. Ni yo sé hasta dónde llegaré si permites que otra mujer toque lo que es mío —. Él sonrió, sus ojos azules brillaban. —Eres linda cuando estás celosa — El rojo intenso me quemó las mejillas. —¿Puedo entrar

