―La chica se morirá de hambre― dijo la señora Dorothy cuando entré en la cocina. Sus cejas se fruncieron preocupadas.
Había pasado un día desde que secuestré a Olivia. Desde que su intento de escape falló, se había negado a comer o beber cualquier cosa —esa mujer testaruda—. No había ido a verla desde nuestro encuentro de anoche, pero lo que me dijo seguía rondando en mi cabeza.
Piensa bien, tal vez recuerdes que hiciste más que abandonarme.
¿Qué quiso decir con eso? No estaba justificando haberla abandonado, pero podía sentir en mis huesos que el resentimiento que sentía hacia mí era más profundo de lo que parecía. Había reflexionado sobre sus palabras toda la noche, y aun así, no había llegado a ninguna conclusión.
― ¿Me estás escuchando, Odorv? ―
Giré la cabeza hacia la señora Doro
