Esperando Comenzar

2113 Words
Capítulo 2 Esperando Comenzar Los días pasaban con tranquilidad en el consultorio de la veterinaria y profesora Carolina, ella había dado la oportunidad a su estudiante Andrea de trabajar los fines de semana y como ella ya se había graduado a pesar de la negativa de Carolina la joven había querido continuar asistiendo a su trabajo, no solo los fines de semana sino también algunos otros días de la semana, pero lamentablemente en ocasiones pasaba la mañana o la tarde y no llegaba muchos clientes ni casos que tratar, solo algunos perros con sus propietarios que buscaban algún control de rutina o incluso algún consejo sencillo de comportamiento y cuidado, la joven compartía el tiempo leyendo y hablando con la auxiliar de veterinaria que estaba encargada de los oficios generales además de asistir la recepción de los pacientes. En verdad Andrea se sentía muy aburrida en esos momentos, pero no había en realidad muchas alternativas, mientras pasaba el tiempo aparentemente trabajando en el consultorio, trataba en lo posible de mantenerse al tanto de las ofertas laborales que se acomodaban a su carrera y su perfil, pues su profundización en medicina interna y en cirugía básica, daban a Andrea un perfil esencial para las clínicas veterinarias, pero conseguir esto se hacía difícil pues a pesar de tener la experiencia y una edad apropiada, la realidad le mostraba que su carrera soñada en ciertos términos no era muy bien remunerada a menos que ella tuviese la posibilidad de emprender bajo su propio liderato, aunque para que eso sucediera no solo necesitaba el conocimiento o las habilidades, necesitaba un golpe de suerte. Era martes y como de costumbre y sin ninguna prisa Andrea salió de su casa al sur de Bogotá para dirigirse al consultorio de su maestra y amiga Carolina, mientras el autobús avanzaba y llegaba a su destino, Andrea aprovechaba este tiempo para ojear propuestas de trabajo que daba la facultad o una página de internet, pero no hallaba nada en verdad interesante, solo se fijó en un par de propuestas, una sobre visitas a domicilio y otra sobre una tienda de mascotas, no era lo ideal sin embargo ella envió su currículo y quedo a la espera de una respuesta oportuna. El autobús se detuvo sobre la avenida y Andrea se bajó de este, camino unas cuantas calles hasta llegar a un pequeño parque, cerca de ese lugar se encontraba el consultorio de la doctora Carolina, pero a pesar de ser ya la mitad de la mañana el lugar estaba cerrado, Andrea se fijó en esto y decidido esperar en una de las bancas del parque, pasaron los minutos hasta que al fin apareció Carolina acompañada de su perro dálmata Max, al verle acercarse a la puerta del local, Andrea se acercó deprisa, noto al instante de que la doctora estaba estresada, pero al ver a la joven ella se sintió aliviada. Sin mediar muchos saludos la joven ayudo a abrir el local mientras Carolina entraba deprisa y dejaba sus cosas en el consultorio. —No dejes abierto… cierra la persiana de nuevo…—Grito Carolina desde el consultorio. Andrea no dudó en seguir la orden de su jefa, pero si noto confundida de que Carolina preparaba su instrumental quirúrgico. —Ayúdame a preparar la mesa…— Andrea fue hasta la mesa del consultorio y retiro algunas cosas que estaban sobre ella, además de que la aparto de la pared y acomodo la silla que su jefa usaba, tomo el atomizador de desinfectante y con hojas de papel limpio la mesa con cuidado, justo cuando Andrea termino Carolina llego de la parte de atrás del local con un perro mediano de color café, un labrador chocolate que parecía muy enfermo, la doctora lo acomodo sobre la mesa y pidió a la joven que lo sujetara mientras ella preparaba un tranquilizante, Andrea sostuvo al perro, pero noto de inmediato que olía un poco extraño, la doctora inyecto en su pata el tranquilizante y segundos después el perro parecía haber quedado dormido. Enseguida Andrea dejo a un Aldo su maleta y su chaqueta, y apoyo a Carolina que con cierta habilidad acomodo al perro y procedió a realizarle la castración. Para Andrea era totalmente normal el procedimiento, a ese tiempo no tenía ningún tapujo o asco de ver sangre o algún otro fluido que proviniera de los animales, en ese momento lo que le pareció extraño fue que la doctora no le pidiera ayuda o no le hubiera pedido que ella hiciera el procedimiento, era evidente que era un caso excepcional que necesitaba la específica atención de la señora. —Perdón por el afán y las prisas… Este perro lo encontré anoche, estaba perdido y un auto alcanzo a golpearlo…—dijo Carolina al mismo tiempo que seguía con el procedimiento, —Encontraron al dueño, pero dijo que él siempre escapaba cuando veía algún grupo de perros, además que se peleaba, le propuse castrarlo, casi no lo convenzo de hacerlo, pero al final acepto, y vienen por él en unos minutos…— —¿Y el auto no lo lastimo…? —pregunto Andrea —Por suerte no… o capaz estaría peor… por suerte el dueño parece ser buena persona…— Andrea asistió la cirugía, pero no puedo evitar notar que era extraño que la auxiliar de la doctora no hubiese llegado aún, apenas habían hablado el día de ayer y lo único sospechoso que ella notó es que la joven estaba algo desanimada, pensaba que quizá había sucedido algo personal a la joven. En ese momento la doctora acabo con el procedimiento y pidió a Andrea que lo acomodara sobre una cobija sobre el suelo, ya solo había que esperar que este despertara y que sus propietarios vinieran por él. Pasaron los minutos y Andrea se terminó de preparar dejando sus cosas en su maleta y acomodan sé bien su uniforme anti fluido color verde oliva. —¿Quieres que abra bien la puerta? —pregunto Andrea. —No Andrea déjala así por el momento—respondió la doctora desde su consultorio. —Está bien…—contesto la joven, —y esta muchacha… se ha demorado, ¿Quizá le pasaría algo…? —agrego ella. —Ella no va a venir, ya hoy entraba a trabajar en otra clínica…— —Ah, ¿Qué raro?... ¿Por qué se iría? — —Ella no quería irse, lo que pasa es que…—alcanzo a decir Carolina En ese momento golpearon sutilmente el portón y Carolina dejo de hablar, Andrea se asomó, pero no hallo a nadie que pudiese distinguir. —Abre, quizá vienen a recoger a este chiquillo…—pidió la doctora. Andrea abrió la persiana y saludo con gentileza a una pareja de novios que efectivamente preguntaron por un labrador chocolate llamado Bongo, como era costumbre Max, el dálmata de la doctora se asomó e inspecciono a los visitantes, pero la pareja en especial el hombre no puso atención al perro pues se sentía preocupado por su mascota. En ese momento Carolina salió del consultorio y saludo a los propietarios de Bongo, explicando lo que había pasado y de como ella logró capturarlo para después dejarlo en ese lugar, también explico el procedimiento y Andrea tomo la palabra en ese momento para entregar los cuidados y las recomendaciones necesarias, la doctora saco al can de su consultorio, el pobre apenas daba unos cuantos pasos pues aún estaba bajo el efecto del tranquilizante, pero estaba en óptimas condiciones la pareja se arrodilló y abrazo al mareado perro que logro reconocerles y batir un poco su cola, la pareja pregunto por algunos otros cuidados y la joven respondió con tal atención, por último ella entregó una tarjeta para que pudieran comunicarse por si algo pasaba, así la pareja salió de la veterinaria, el hombre cargaba en los brazos a su perro mientras la muchacha lo cubría con una cobija, la doctora y Andrea se despidieron con amabilidad. La joven se dirigió al consultorio para volver a ordenarlo y limpiar el instrumental con una fórmula especial de desinfectante, al finalizar, recordó que la doctora le estaba contando algo, pero que había sido interrumpida, Andrea salió del consultorio y al notar a Carolina algo aburrida pregunto de nuevo. —Me decías que esta chica no quería irse…—insistió Andrea. —Ah… si te estaba contando y pues debo hablar contigo también…—expreso la doctora. —Uy, ¿sucede algo…? —respondió ella con curiosidad y preocupación. —Tú te has dado cuenta de que esto es solo y que en finales cuentas no hay muchos clientes…—expreso, Carolina, —Y pues es difícil el mantener el local y más un empleado… además que yo permanezco más en la universidad y tú sabes que uno de profesor no le queda tiempo…—agrego ella. —Creo que ya entiendo doce… ¿Tuviste a que despedirla? —pregunto Andrea. —No, claro que no, en su lugar la recomendé para que trabaje en una mejor veterinaria, le cobre un favor a un colega…—explico. Andrea tardó un poco, pero entendió la difícil situación que la doctora exponía, era difícil reconocer, pero Andrea también se sentía aburrida pues a pesar de la ubicación del consultorio no era muy reconocido en la zona, aunque llevase ahí varios años. —¿Entonces que pasara?... ¿Tendrás que cerrar? — pregunto Andrea con preocupación. Carolina no respondió al instante más su expresión de frustración fue más que afirmativa a la pregunta de la joven que algo triste intentaba aceptar lo que sucedía. —¿Tú has seguido buscando algunas buenas propuestas? —pregunto Carolina. —Si, pero no sale realmente algo bueno… pienso que para empezar pagan muy poco…— —Lamentablemente es así paro los chicos que apenas salen, uno hasta se decepciona de todo lo que cuesta estudiar…—confeso la doctora con resignación. —Si señora…—respondió Andrea, —¿Y tú no tienes algún conocido que tenga alguna vacante? —pregunto. —Trate de buscar, pero no halle algo para ti, también no me parece justo mandarte a regalarte por un bajo salario… tienes que también tener ambición—dijo Carolina con determinación. Carolina no quiso abrir el consultorio ese último día, en su lugar invito a su pupila a almorzar, no solo como jefe y empleada sino como amigas, pues a lo largo del tiempo la determinación de Andrea por cumplir su trabajo y sus propósitos habían inspirado en al señor cierta admiración, lo que la llevaba a sentirse mal por no encontrar la manera de ayudarla a comenzar a ejercer su carrera con propiedad. Las dos mujeres caminaron un par de calles hasta un restaurante con terraza donde Max podía quedarse al lado de ella sin ningún problema, las dos colegas conversaron sobre sus planes mientras almorzaban y luego de unos minutos Carolina tuvo que irse junto con su perro, dejando a Andrea sola, pensando en que debía hacer ahora. Algo pensativa y un poco baja de ánimo la joven volvió en autobús a su casa al sur de la ciudad, era aún temprano, de nuevo aprovecho el tiempo para revisar su correo electrónico en su teléfono celular si había quizá alguna respuesta de las hojas de vida que envió días antes, pero no hallo nada que pudiera interesarle, reviso de nuevo la página de ofertas de trabajo y justo cuando vio en ella un aviso reciente y que se veía interesante, su señal de internet comenzó se venció y no logro terminar de leer lo que decía, frustrada y enojada guardo su teléfono celular en su maleta no sin antes guardar la página, quizá al llegar a casa podría revisar con más detalle el anuncio. Llego a casa varios minutos después, paso por el garaje que funcionaba como taller de costura para su padre Fabio y María su madre, y los saludo con cariño, pero María noto al instante de que algo le pasaba a su hija, pues era evidente para ella que Andrea se sentía mal. La señora entonces fue de prisa hacia la cocina al tiempo que invitaba a Andrea a sentarse en el comedor, María sirvió una taza de chocolate junto con unas galletas luego volvió a trabajar en las máquinas de coser. El sencillo detalle de su madre le dio un poco de ánimo a Andrea, que conectada al internet de la casa por fin pudo revisar ese anuncio de empleo que había captado su atención.
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