El Asistente del CEO

  — Prefiero a John, tú puedes largarte si te da la gana, si no entonces hazme un favor y ¡mantén tu jodida boca cerrada, Alex! — Grita mi madre enardecida. — No te preocupes mamá, me largo de aquí ¡quédate con ese inútil a quien llamas esposo! ¿No te das cuenta, que solo trabajas para comprarle los vicios a ese imbécil? ¡Él te está usando mamá! —Expreso a viva voz, porque hasta un ciego podía ver que yo no estaba equivocado, sin embargo, mi madre pensaba todo lo contrario. — Te dije que cerraras la boca— Gruñe ella, llena de rabia— ¡No te metas en asuntos que no te importan! Vete de esta casa de una buena vez, ¡Ya no te soporto! — ¡Bien! me voy, nunca más sabrás de mi…—Luego de decir esto, tomo un par de mis pocas pertenencias, metiéndolas de forma agitada dentro de mi mochila. Sin más, camino rumbo a la puerta de la casa rodante donde vivíamos, y antes de irme escucho a mi progenitora exclamar tan fuerte, que quizás todos los vecinos la escucharon decir: — ¡Gran favor que me estás haciendo!... ¡SACA TODAS TUS PORQUERIAS Y LLEVATELAS!   Y de esa forma, aquellas fueron las últimas palabras que crucé con mi madre; fue el momento cuando prefirió estar con su séptimo esposo, el alcohólico y pervertido viejo John, que estar con su único hijo, tenía 15 años cuando me fui, en el fondo esperaba que mi madre me detuviera, que me dijera: “estoy bromeando hijo, quédate, la otra basura se puede ir”, pero esa frase nunca la escuché, lastimosamente. Soy muy orgulloso, y en aquel tiempo preferí dormir en la calle por una semana, que molestar a alguien con mi situación, si me preguntan por mi padre, el jamás estaría al pendiente de mí, es un traficante y adicto al crack, había estado en dos ocasiones en la cárcel, y al parecer aun no aprende la lección. Mi madre siempre tuvo un extraño gusto hacia los hombres, todos cumplían con el mismo padrón de conducta: adictos ex convictos, que no la valoraban en lo absoluto, siempre la defendía cuando intentaban golpearla, yo prefería que me lastimaran a mí y no a ella, pero al final nunca le importaba, todas las peleas o roces de cualquier tipo, todos y cada uno de ellos los solucionaba en la cama. Cada noche, podía escuchar como esos sujetos copulaban con mi madre, podía oír sus gemidos, las palabras asquerosas que se dedicaban mutuamente; sin lugar a dudas, era desagradable, es por eso que, cuando crecí un poco, logré juntar la suficiente cantidad de dinero para comprarme un reproductor de mp3, no me alcanzaba para tener un iPod, igual, no me importaba, solo quería comprar un artefacto, que no me permitiera oír los atormentantes sonidos cachondos de mi madre y sus imbéciles parejas. En mi pequeña burbuja, me ponía a escuchar música a todo volumen, principalmente rock pesado o rap, me sumergía en las depresivas o violentas letras, de cada canción que escuchaba hasta quedarme dormido, vivíamos en una casa rodante cerca del cementerio de autos viejos, una de las cosas que más recuerdo, era el tamaño de las ratas que habían en ese lugar ¡Eran gigantescas! de niño, creía que eran conejos mutantes, y otro detalle que caracterizaba al cementerio de chatarras, era que en las noches se convertía en el "motel" para los chicos y chicas del barrio, yo perdí mi virginidad en uno de esos autos oxidados, con una chica, pero esa es otra historia... Regresando al punto de partida de mi historia, cuando me fui de mi casa, no le mencioné a nadie al principio, iba al colegio, e intentaba fingir que las cosas estaban normales en mi vida, hasta que mi único y mejor amigo Jordan comenzó a sospechar, él me conocía mejor que nadie más, un día no pude controlarme, y logré desahogarme con él explicándole con el lujo de detalles por lo que estaba atravesado, mi amigo, sin mi permiso, se lo dijo a sus padres, y gracias a eso me permitieron estar en su casa.    Jordan a simple vista parecía ser mi polo opuesto, ya que su familia era clase media, sin problemas por abuso de drogas, personas en prisión, y cosas parecidas, eran muy “normales”, el padre de Jordan era jamaiquino, y su madre era mitad irlandesa, y mitad española, dando como resultado un par de exóticos hijos que llamaban la atención en cualquier lugar, mi amigo era de piel morena heredada de su padre, siempre era el más alto del salón cuando estudiábamos en el colegio, sus facciones eran estilizadas y sus ojos eran de un azul verdoso provenientes de su madre, en aquel tiempo lo obligaban a vestir como un niño rico, muchos se sorprendían al vernos juntos, porque no éramos similares, o por menos eso fue lo que me cansé de escuchar. Yo era el chico pobre que vivía en una casa rodante, rodeado de ratas y chatarra, con una familia disfuncional, no era… mejor dicho, no soy nada exótico, soy el clásico chico pálido cabello castaño, delgado, de escuálida musculatura, nada interesante, lo único que podía admitir, que era aceptable en mi, era el color de mis ojos, ya que son de color azul cielo muy claros, pero un par de "ojos lindos", no me ayudaba a conseguir chicas, mi forma de vestir siempre fue deprimente en comparación con Jordán, pero a pesar de eso, nunca me importó realmente lucir bien o mal, siempre ese detalle ha sido irrelevante para mi.   Viví con su familia por dos años, hicieron lo posible y se convirtieron en mis tutores legales, gracias a Jordan y a sus padres, me interesé más en los estudios, y logré graduarme siendo uno de los mejores de todo el colegio, para sorpresa de muchos e incluso de mi, pero como nada es perfecto, el tío de mi mejor amigo abusaba sexualmente de mi desde que llegue por primera vez a mi nuevo hogar, en un comienzo solo fue por temporadas en las que ese hombre visitaba a la familia, pero de la noche a la mañana, se convirtió en algo habitual cuando se mudó a un par de casas de distancia, al principio lo odiaba, luego terminé temiéndole a ese hombre, ya que, él me amenazaba para que no dijese ni una palabra al respecto, es por eso que, yo mantenía mi sufrimiento en silencio, y nunca le comenté nada a nadie, hasta el día que decidí irme, sabiendo que, ni con mil años de terapia, iba a superar lo que había vivido con aquel hombre que abusó de mí.   Jordán y sus padres no les agradó mi decisión, pero era momento de largarme, ingresé en la universidad comunitaria del estado, y como no tenía ni puta idea que estudiar, decidí entrarle a la publicidad, cuando comencé a vivir solo, fue el momento en que pude hacer lo que mejor sabía, o por lo menos, lo que estaba acostumbrado a presenciar desde mi niñez: experimenté con crack, cocaína y marihuana, no me arriesgué con heroína, ya había visto los efectos que podían causarme, así que esa la descarté en mi búsqueda de autodestrucción, mi vida se convirtió un ciclo constante de drogas y alcoholismo, sorprendentemente, no me iba tan mal en la universidad,  y no me importaba, solamente estudiaba por inercia, si me preguntan por mi aspecto físico, era deplorable, podía permanecer una semana sin asearme, meses sin lavar mi ropa y días sin comer, no me importaba, pero para mi sorpresa me iba bien con las conquistas, en su gran mayoría eran personas de mi mismo sexo, gracias al tío de Jordán, pude descubrir mi gustos y preferencias sexuales todas dirigidas exclusivamente a los hombres… Al principio, no lograba conseguir empleo, así que se me ocurrió la brillante idea de vender mi cuerpo, ganaba lo suficiente para el alquiler de la pocilga donde vivía, para mantener mis adicciones, y otros gastos que no les prestaba mucha atención, por ejemplo, necesidades básicas como vestido, calzado, comida etc.   Fui una puta barata por casi año y medio, estuve detenido muchas veces a causa de mi prostitución. La dedicada y lucrativa profesión que ejercía, llegó a su fin cuando Jordan de casualidad me encontró tirado cerca de un basurero, estaba casi muerto lleno de golpes, por lugares donde jamás creerías que alguien te pueda golpear, una vez más, mi mejor amigo me salva la vida, duré un par de meses internado en el hospital a causa de mis heridas, meses que fueron un completo infierno para mí, porque no podía consumir absolutamente nada de drogas. Me escapé del hospital, tenía que drogarme, mi cuerpo no iba a aguantar más, después de un par de “trabajos fugaces”, conseguí la cantidad suficiente de dinero para abastecer mis adicciones, por causa de mi abstinencia y desesperación, consumí todo lo que había comprado, estaba en la calle, me habían desalojado de la pocilga donde vivía, solo tenía a las drogas y a mí, no quería molestar a Jordán, suficientes molestias le había causado, así que como dije anteriormente, consumí y mezclé toda mi mercancía autodestructiva, ¡Vaya, eso sí que fue una mala idea! Porque, una vez más, mi vida pendía de un hilo, por culpa de mis malas decisiones, había sufrido una sobredosis, pero nuevamente gracias a Jordan logré salvarme, por llegar en el momento justo.   Ese momento fue un antes y después, ingresé voluntariamente en un hospital para desintoxicarme la sangre, duré 8 largos meses, los primeros 3 meses fueron una completa tortura, podía sentir como mis órganos se retorcían por dentro, pidiéndome a gritos el veneno que ya estaba habituado a consumir, sentía que un torrente de ácido de batería corría por mis venas, en vez de sangre, entre otros síntomas igual o peor de dolorosos; para entretener mi mente seguí estudiando vía internet, con la excusa que “había sufrido un accidente”, logré terminar mi carrera, no fui a la graduación, tampoco me importó demasiado, en mi estadía en el hospital, Jordan era la única persona que me visitaba, él me daba fuerzas para seguir el tratamiento y seguir con vida, ya que en el fondo, nunca le había visto una razón de ser a mi existencia, pero gracias a él, tenía una razón para vivir.   Una cosa llevo a la otra, y terminé mudándome en el departamento de Jordan, ambos teníamos 20 años, él me vigilaba en todo momento, eso me partía el corazón, porque sabía que desconfiaba de mi, así que intentaba no darle razón para que sospechara, o dudara en lo absoluto que mis hábitos autodestructivos regresaran. Como se podrán imaginar, el cariño de amigo que sentía por Jordan, se convirtió en algo mas, llegando al punto de enamorarme completamente de él, no había dudas que era un hombre realmente atractivo: su hermosa piel morena bien cuidada, su cuerpo esbelto y de alta estatura, junto con aquellos ojos azul verdoso, me volvían loco, y sin dejar atrás esa personalidad hermosa, que lo destacaban de cualquier otra persona.   Es por eso que, un día sin importarme nada, decidí sincerar mis sentimientos, sabiendo que él era totalmente heterosexual, y además tenía novia, esperaba lo peor después de mi declaración, y así fue, dos semanas después tuve que irme de su departamento. mi amigo no pudo soportar el hecho que estuviera enamorado de él. Con el dinero que había estado ahorrando, desde que logré conseguir mi primer trabajo decente, como asistente de una publicista, me alcanzó para alquilar un departamento en la zona más peligrosa de la ciudad, en medio de mi soledad, con el corazón roto y la facilidad que tenía, para encontrar drogas gracias a el lugar donde vivía, saboree la idea de consumir nuevamente, Jordan era mi razón para vivir, y esa razón ya no existía, me había rechazado, y alejado de su vida, por un momento se paseó por mi mente la idea del suicidio, pero la descarté automáticamente, y literalmente comencé a golpearme a mí mismo, así es, comencé a darme golpes en mi cara, para entrar en razón de una vez por todas. Sin lugar a dudas, ese fue un momento muy extraño, si alguien me hubiese visto dándome bofetadas hasta hacerme sangrar, quise hacerlo, tenía que detener ese estúpido sentimiento de autocompasión que tenía, Jordan no me quería, el mejor amigo de toda mi vida y primer amor me rechazo ¿Y qué? ¡Vendrán otros!, ¿mi madre nunca me quiso? ¡Qué importa! ¿Prácticamente nunca existí para mi padre? ¡Qué importa él nunca existió para mi! ¿Un hombre me violó y usó mi cuerpo hasta cansarse, y admito que ese hecho marcó mi adolescencia? ¡Gracias a eso me gustan los hombres y me encanta! De esa manera, comencé a verle el lado positivo a todos mis fantasmas del pasado, y a reír como un desquiciado, quizás ya me había vuelto loco, pero no me importó, por primera vez, me sentía bien.   Ahora tengo 21 años, seguía conservando mi empleo con la publicista, la paga era una porquería, pero no podía darme el lujo de renunciar, hasta que un día hojeando el periódico, “por casualidad” entro en la parte de los clasificados y veo un aviso que dice: “importante y prestigiosa agencia de publicidad “Art & CO” solicita jóvenes publicistas, para formar reforzar nuestro grupo de trabajo, los interesados por favor llamar al número: 228-34-54 para mayor información”. Asumí que era una oportunidad que no debía dejar pasar, sin embargo, nunca iba a pensar que, al llamar a ese número, se abrirían las puertas a experiencias totalmente diferentes que jamás iba a pensar que viviría, y aquí, es donde comienza mi historia.