Introducción
Emmett
Como soltero feliz en la ciudad, lo último que quiero oír es que solo puedo hacerme cargo de la empresa familiar si estoy atado. Dios, siento escalofríos.
Pero liderar esta empresa hacia el futuro es mi pasión, así que me propuse encontrar a la esposa falsa perfecta. Idealmente, alguien que no sea mi tipo, para que sea fácil irme cuando sea director ejecutivo y termine el contrato matrimonial.
Y aquí es donde aparece la respondona Libby. Hace tarjetas de memoria por diversión. Usa pantalones de yoga. Es bocasuelta, desinhibida y desordenada. Lo peor de todo es que ahora soy padrastro de un gato llamado Roger.
Ella no es para nada adecuada para mí. Todo va según lo planeado. Es como tener una compañera de piso durante un año. Doce meses sin sexo, no me mataran, ¿verdad?
Absolutamente, positivamente no podemos enamorarnos…
Eso es casi demasiado fácil. De ninguna manera me enamoraré de mi esposa falsa.
Pero conforme pasamos tiempo juntos, comienzo a verla diferente:
Mes uno: Me doy cuenta de que sus curvas son “así” perfectas.
Mes dos: Su lencería colgada en la barra de la ducha alimenta fantasías maritales prohibidas.
Mes tres: Sus curvas son “realmente perfectas” y estoy listo para encontrar una laguna en la cláusula de no sexo.
Libby esta dispuesta a seguir al pie de la letra todas las cláusulas del contrato prenupcial. Así que, me doy a la tarea de buscar formas para seducirla y convencerla de que no tiene nada de malo sucumbir a los placeres de la vida. De todos modos, estamos casados.
Pero, resulta que Libby también tiene su propia revisión contractual. Así que, ponemos manos a la obra.
¿Qué podría salir mal?