3. La Jefa

1301 Words
Los amigos de Chris son personas muy agradables, sobre todo Haylee, que ya se había disculpado cien veces por las preguntas que me hizo al inicio, no la culpaba, somos seres humanos que por naturaleza, somos curiosos –¿Cuánto tiempo llevan aquí?— fue mi turno de preguntar –Llevo un año— Chris se limpiaba las manos con una servilleta –Un año y medio— comentó Haylee –Yo tengo...— Arden pareció pensar —Nueve años aproximadamente— –Wow, realmente eres pieza clave en la empresa— el hombre río –Rowan lleva dos años aquí— Chris fue el que habló por él Desde que llegué a la mesa, Rowan no había hablado, me preguntaba si era por mi o por algo más... Me reserve mis dudas –¿Y es difícil?— –No, creo que para ninguno lo es— Haylee miró a todos los hombres en la mesa —Estamos en el área que nos gusta, así que, no es difícil— sonreí ante la idea –Es genial, me alegro por ustedes— –¿Y tú? ¿Cómo te va con La Jefa?— Arden preguntó –Ah...— Regresaron a mi mente las insinuaciones de mi Jefa, ¿Ellos sabían eso? ¿Debería decirles? –Esta bien si quieres renunciar el primer día, La Jefa es... complicada— Chris me reconfortó –¡Lo es! Diana me caía muy bien— Haylee se lamentaba –No hagas demasiado caso a estos dos— Arden me consoló —Nos exige lo necesario, no es tan malo, quizás tiene un amplio historial de secretarias pero no significa que haga mal uso de la empresa— Arden se acercó a mi —Aunque es verdad sobre las mujeres— –Bueno... Todos tienen derecho a divertirse ¿no?— Haylee fue la más sorprendida por mi respuesta –Hay límites Sophie, ella está con 10 mujeres a la semana ¿Puedes creerlo?— –Escuché que se acostaba con Cassandra ¿La recuerdan?— Chris fue ahora el que susurró –Parecen viejas chismosas, ¿Esa es la imagen que le quieren dar a la nueva?— Rowan finalmente habló, Chris y Haylee se callaron Rowan miró su reloj y se levantó –¿A dónde vas?— preguntó Haylee –Se acabo el descanso, iré a trabajar— Y como si Rowan fuera el que dictará la hora de descanso, la gente alrededor se empezó a levantar, dejando sus platos en un contenedor antes de irse, Arden, Haylee, Chris y yo empezamos a hacer lo mismo –Disculpa a Rowan, es muy justo con su trabajo— –Esta bien, diría que es algo de admirar— Esperé el elevador junto a mi nuevo grupo de compañeros, entramos y como ya era normal, el elevador empezó a detenerse en diferentes pisos, hasta que solo quedé yo. Esperé los segundos de costumbre y llegué a mi destino Cuando las puertas se abrieron pude divisar una pequeña torre de documentos en mi escritorio, esto me sorprendió y me acerqué rápidamente a él. Efectivamente era una maldita torre, en el último documento de arriba tenía una nota "Bienvenida al Trabajo –S.B" ¿Que mierda? Respire un par de veces para que el enojo se fuera y parece que funcionó, me senté detrás del escritorio y empecé a revisarlos, uno por uno... Los digitalice, corregí, los clasifiqué, incluso empecé a imprimir los informes que usarían para la próxima junta. Sin darme cuenta, ya eran las 8 de la noche, mi hora de salida ya había llegado. Me levanté de mi silla para ir a la Oficina de la Jefa. Con dudas, abrí la puerta, ahí estaba ella, con la misma posición de hace unas horas –¿Qué?— habló sin levantar la vista –Ah.. Ya me iré— cuando dije eso, ella me miró fijamente —Buenas noches— Rápidamente salí de la oficina, ni siquiera había entrado, tampoco quería hacerlo. Saber la mala fama que tiene, me hace mantener todo al límite. La noche me envolvió y el aire fresco golpeaba mi cara, el tráfico no era demasiado. Decidí regresar caminando al departamento, había gastado mucho con solo venir aquí y no tenía más dinero, solo para comida. Me abracé a mi misma para que el frío no me afectará tanto. Camine en una calle donde había poca iluminación, a la mitad, empecé a sentir como alguien venía detrás de mi, no hice mucho caso ya que pensé que era otro transeúnte pero me equivoqué cuando sentí que alguien tomó mi brazo. Grité y el hombre tapó mi boca –No hagas tanto ruido...— habló una voz rasposa de un hombre –¡Sueltame!— Las manos de a quel hombre empezaron a recorrer mi cuerpo de una manera horrible. Cómo pude, le di un golpe en la entrepierna, el se retorció de dolor y pude correr de esa calle, con miedo, empecé a mirar hacia atrás, para verificar que no me siguiera. En un descuido, choque con alguien –¡Lo siento!— No espere respuesta y me apresure a llegar a mi casa. Y cuando lo hice, suspiré de alivio. Lo que me faltaba, un maldito acosador. Entre al baño para darme una ducha, necesitaba quitarme el sucio toque de aquel hombre. Me puse ropa para dormir y puse la alarma a las 7 de la mañana. Mi horario era de 8 de la mañana a 8 de la noche, cualquiera diría que no aceptaría el trabajo pero... ¿Que puedo hacer yo? Deje de pensar y cerré mis ojos, esperando a que un nuevo día llegará. Y así lo fue, la alarma llegó a mis oidos, suspiré pesadamente y me levanté. Preparé un desayuno rápido con lo que tenía y tomé otra camisa que tenía. Necesitaba comprar ropa urgentemente, revise el reloj y eran las 7:35 de la mañana, me abrigue y salí del departamento. El día de hoy caminaría, no podría pagar otros 25 dólares por un taxi, metí mis manos en mi gran abrigo, estaba acostumbrada al frío. Minutos después, llegué un poco cansada al edificio, era una suerte que me quedara a solo 15 minutos. Cómo era usual, había demasiada gente esperando en el elevador, como pude, me colé y esperé a que la gente se bajará. Cuando todos lo hicieron, disfrute de la soledad. Las puertas se abrieron en el piso que me correspondía, todo se encontraba igual, me acerque a mi escritorio y empecé a organizar algunos documentos que necesitaba entregarle a la Jefa. Ah, La Jefa... Me acerque a la puerta, intentando escuchar algo, pero, no había nada. Toqué la puerta y no hubo respuesta, entonces la abrí –¿Jefa?— hable en voz alta, no quería una escena como la de ayer Pero no hubo nada. Entre a la oficina, escuchando cualquier ruido, pero solo podía escuchar mis pasos, ella.... ¿No estaba aquí? Me acerque a la puerta de la izquierda, Si, esa maldita puerta, con una mano temblorosa la abrí poco a poco, le agradecí a todos los dioses cuando no encontré nada –Segundo día y está viendo mis cosas— La voz firme de la Jefa me sobresalto –Me sorprende, Señorita Moreau— Cerré la puerta de golpe –No era mi intención— la miré y ella tenía una ceja levantada –Claro— se acercó a su escritorio —A las 9 llegará mi pedido— asentí –Ya tengo lista su agenda ¿Quiere verla?— –No, se supone que tú controlas eso, no necesito verlo— Auch —Necesito trabajar, vete de aqui— intenté mantener una sonrisa Ya entendía porque todas las Secretarias renunciaban, ¡Era una idiota!
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