Sonreí. Ah, sí. Yo era el cazador, y ella iba a descubrir rápidamente que era la cazada.
Un rugido hizo eco desde el corredor, el atlán integrado en modo bestia, nos dio el aviso. Con los atlanes nunca sabía si estaban totalmente perdidos con los implantes de la Colmena o si resistían todavía. A veces retrasaban un golpe mortal para dar tiempo a un equipo de reconocimiento o a un guerrero en el campo de batalla para que los derribaran.
Una muerte fulminante era un acto piadoso.
Ubicándome para cubrir la posición de la mujer, revisé el nivel de poder del arma. Como estaba totalmente cargada, establecí la pistola de iones con la máxima potencia.
—Yo los detendré. ¿Sabes cómo usar los controles de transporte?
Ella se giró para mirarme, por encima del hombro, con un rostro de total irrita
