Alexander lo observó de pies a cabeza y se detuvo en la sangre sobre las piernas. Gotas finas que descendían lento por la piel hasta tocar el piso. Tay no se esperaba que viniera, apretó más el agarre en el cuello de Ren. No sabía que decirle, tenía un nudo en la garganta, esos ojos verdes lo miraban atento, como un león a su presa. No podía mantener la mirada, ya veía venir los gritos y los reproches por sus acciones, pero eso era lo de menos, el futuro de sus hermanos era más importante que eso. Tenía calambres en la parte superior de la espada y los hombros pesados. Pequeños espasmos temblorosos recorrían cada parte de su cuerpo. —Vas a explicarme. —habló con voz gruesa y sería, mientras caminaba hasta Tay. —¿Porque mí hijo está en este estado, bajo tu cuidado? —lo tomó entre sus b

