Durante algunos segundos me quedé mirando al vacío mientras fruncía el entrecejo e intentaba comprender lo que estaba sucediendo.
¿Es que en serio Ryu salía con Gabrielle?
¡Eran opuestos! Y a pesar de lo que todo el mundo dice, los opuestos no se atraen, somos humanos, no imanes.
Jenn notó mi muy obvia molestia y quitó su teléfono de mi vista. Para cuando me di cuenta, tenía mis manos hechas puños y ella estaba intentando deshacerlos.
- Cass, ¿Es la Gabrielle de quien nos hablaste? – quiso saber ella. Cerré los ojos con fuerza. Esto no podía estar pasando.
- Sí – fue todo lo que pude decir.
- ¡Dios mío! – dijo ella, aparentemente atónita. – Es decir, lo sospeché, pero no quería saltar a las conclusiones. Además, quizás Ryu no sabe que ella es esa Gabrielle.
- Claro que debe saberlo – reclamé. – Ella ha de haber visto nuestras fotos junto con Ryu y viceversa.
- ¿Crees que ella esté saliendo con él para molestarte?
- Espero que no – admití. – No quiero que Ryu quede en medio de mis problemas con Gabrielle.
Acabé de decir aquello y junto a nosotras se plantó Ryu, con una expresión de alegría pura que solo me partió el corazón. Jenn lo abrazó con fuerza y yo imité su acto sin sentirme por completo cómoda.
- ¿Qué tal la navidad? – preguntó él mientras entrábamos a nuestro salón.
- Muy bien – me mordí el labio.
- ¿Vino Kyle?
- Sí, él y yo estamos rentando un piso aquí cerca…
- ¡Eso es genial!
- Al parecer Cass no es la única que ha tenido suerte en el amor – soltó Jenn, mirándome como pidiendo permiso. Asentí con la cabeza y los tres nos sentamos en nuestros lugares. Ryu se sonrojó.
- No es nada serio, Jenn – aclaró Ryu, sin embargo, podía distinguir cuando mentía, y estaba mintiendo. Él quería a Gabrielle.
- ¿Cómo se llama? – quise saber. Necesitaba oírlo decir de su boca. Ryu tomó aire y me miró con las cejas arqueadas.
- Es…
- Gabrielle – dije yo. Era obvio que él era muy consciente de que estaba pisando terreno resbaladizo en nuestra amistad. Él agachó la cabeza.
- Quería decírtelo, Cass…
- Pero no lo hiciste – suspiré y miré al frente. Estaba dolida, no molesta. Simplemente era duro saber que luego de todo lo que habíamos pasado, él no pensara dos veces en lo que me iba a afectar verlo con Gabrielle.
- Solo pasó – se excusó. – Ella vino por las fiestas y simplemente…
- No quiero saberlo – negué con la cabeza. – Al menos no ahora, ¿sí?
Jenn estaba bastante incómoda ahí en medio y debo admitir que agradecí internamente que no dijera nada.
La clase comenzó e intenté con todas mis fuerzas concentrarme y no pensar en que Gabrielle estaría de vuelta en mi vida, porque no iba a abandonar a Ryu solo porque me había traicionado medio-indirectamente.
Las cosas entre Ryu y yo estuvieron un tanto tensas en lo que restó de la jornada. Es que no quería ponerme histérica ni hacer un escándalo. Quería procesar todo y poder ser la mejor amiga que pudiese, y para eso necesitaba un par de días, para tragarme la noticia y hacerme la idea de que probablemente Gabrielle le iba a lavar el cerebro a uno de mis mejores amigos, y para ser sincera, no me sentía de ánimos para perder más seres queridos.
[…]
Llegué a la clase de defensa personal, no como alumna, sino como instructora. Era la instructora más joven y que menos experiencia tenía, pero por algún motivo, todo el equipo me había agarrado cariño y yo solía enseñar solo a los nuevos integrantes.
- ¿Por qué esa cara? – Philip se acercó a mí y me dio un abrazo. Sonreí, porque de algún modo, él y yo éramos amigos. Sí, después de todo, él había resultado ser un gran chico, mejorado, maduro y con buenas intenciones. No me sobraban los amigos, así que no iba a quejarme, aunque fuera raro tener de amigo a mi exnovio al cual odié a muerte por años… no era una cosa terrible.
- No vas a creerme – resoplé.
- Pruébame – me dio un leve empujón y tomó mi bolso para dejarlo sobre una banca.
- Gabrielle y Ryu están saliendo – me crucé de brazos y observé cómo Philip dejaba caer su mandíbula al piso. Por algunos segundos él me miró como si esperara a que dijera que era una broma o algo por el estilo.
- No te creo – dijo por fin.
- Pues es cierto – fruncí el ceño. – Cuando creí que todo iba bien, a Gabrielle se le ocurre meterse en mi vida, y de la peor forma posible. ¿Qué se supone que voy a hacer si daña a Ryu?
- Aunque me molesta que Gabrielle esté con Ryu, tenemos que admitir que él es un chico grande, que sabe qué hace y que puede cuidarse por sí mismo – explicó él. Y ¡rayos! tenía razón.
- Sabes que odio que tengas la razón – rodé los ojos. – Es tan solo que…
- Estás feliz con Kyle y temes que Gabrielle lo arruine, lo entiendo – asintió con la cabeza. – Pero, oye, tú y Kyle han pasado por mucho y Gabrielle no va a lograr separarlos si es lo que crees que se propone. No vamos a dejar que pase.
Lo miré a los ojos, queriendo creerle con todas mis fuerzas, pero fue inútil. Sus palabras, aunque amables, no eran suficientes. Tenía miedo, estaba asustada hasta los huesos, conocía a Gabrielle, podía ser muy mala si se lo proponía y Kyle ya había caído por ella una vez… ¿qué iba a pasar si ella lo conquistaba de nuevo? ¿qué iba a pasar si destruía mi amistad con Ryu?
Cuando terminé mi sesión en defensa personal, Philip me acompañó al aparcamiento, porque ya había oscurecido y él había insistido en no dejarme sola tan tarde.
Cuando llegamos a mi motocicleta, noté que había alguien apoyado en ella. Di unos pasos en su dirección y vi que era Kyle. Sonreí, pero él no lo hizo, él estaba mirando a Philip con ojos aterradores.
- Hola, Cassie – Kyle se acercó a mí y me besó en los labios, para luego envolverme en sus brazos.
- Hola…
- ¿Tú eres? – dijo Kyle mirando a Philip. Él hizo una mueca incómoda y alzó su mano para saludar a Kyle, sin embargo, este no imitó el acto.
- Soy Philip…
- ¿Philip? Oh, Philip, el que se acostó con Candace – dijo Kyle con una sonrisa maliciosa.
- ¡Kyle! – reclamé mirándolo asombrada y molesta.
- Yo mejor me voy – dijo Philip, quien se notaba demasiado avergonzado como para mirarme siquiera. – Hasta mañana, Cassandra.
- Hasta mañana y… lo siento.
- No lo siente – me corrigió Kyle.
- Basta – gruñí entre dientes.
Philip se alejó a paso rápido con la cabeza gacha y yo enfrenté a mí muy desubicado novio.
- ¿Qué pasa contigo? ¿Qué fue eso?
- ¿Eso qué? – me miró inocentemente. Rodé los ojos, Kyle podía comportarse como un niño a veces.
- Sabes muy bien qué. No era necesario que le dijeras eso…
- ¡Es la verdad! Tú me lo dijiste.
- Philip y yo somos amigos ahora, Kyle – aclaré.
- Oh, lo olvidaba – él rodó los ojos también. – Mejores amigos.
- ¿Estás celoso?
- ¿Yo? – soltó una risa. – No…
- Te comportas como si lo estuvieras – hice una mueca, no quería pelear con él, simplemente me molestaba que atacara a Philip sin ningún motivo.
- Pues no lo estoy – repitió. – Ya vámonos, quiero cenar.
- Bien – me puse el casco, quería dar por terminado el tema de Philip porque no valía la pena discutir por ello. – ¿Conduces tú?
- Sí, princesa – guiñó un ojo.