Capitulo 1

1331 Words
Emma  Bueno, voy saliendo de casa con nervios, pero con la determinación de conseguir el trabajo mientras que en mi mente resuena: Jehi Vidhi Hoi Naath Hit Moraa Karahu So Vegi Daas Main Toraa“, que significa “Oh señor, soy tu devoto". No sé qué hacer. Así que haz de una vez algo que sea bueno para mí” recomendándome a todos los dioses creados y no creados, para que este trabajo sea mío.  Voy con el tiempo más que suficiente para llegar a la entrevista, ya que no pude dormir casi nada. Parecía como esos niños que cuando sus padres le dicen que los van a llevar algún lugar, no duermen pensando que los van a dejar. Bueno de este modo andaba yo, si es poco infantil lo sé. Tomé el metro que me deja casi cerca de la empresa y desde ahí he decidido caminar para hacer tiempo. Mientras voy caminando pasa por mi mente mi madre, que me diría como serían las cosas para las dos, pero ya que no puedo hacer nada, solo me toca salir sola al mundo sin apoyo, pero con la confianza que voy a comerme el mundo enteró. Llego a mi destino, es el edificio más alto que han visto mis ojos, está en todo su esplendor por algo es unas de las mejores empresas en los Ángeles o mejor dicho, del mundo. Mientras estoy en las nubes, no me percato que alguien está hablando conmigo  — Buenos días, señorita, en que le puedo ayudar  — Disculpe buenos días, vengo para la entrevista de trabajo  — Me puede decir su nombre   —Sí, Emma del castillo   —Espere un momento por favor.— me quedo ahí mientras el señor hace una llamada para poder pasar. Mientras estoy esperando, observo una cantidad de personas que se remolina en la puerta del frente, hombres y mujeres con cara de pocos amigos.  Entra un deportivo que lo rodean y de ahí se baja un hombre que se pierde a lo lejos. El típico rico que no sabe cómo llamar la atención pienso luego sonrió para mis adentros. El señor de portería finalmente me deja pasar con gafete de visitante, me dirijo hacia la recepción, hay unas chicas, de esas que con solo verlas ya tienes todos los conceptos de ellas llego  —Buenos días, vengo para la entrevista — me mira de una forma tan despectiva para mi gusto, que solamente toma mi carpeta y no me contesta nada ¡qué manera Dios!.   Mientras estoy esperando observo todo como un niño en la dulcería, todo es superbonito y con un gusto muy refinado. Ella me dice que pase al último piso que es el 68. Subo con toda la confianza que llevo hasta que me encuentro a una señorita muy hermosa   — Buenos días, soy Mariana —por un momento me observa un poco sorprendida y le extiendo la mano — Emma del castillo — ella asiente  — Me permites tu carpeta— dice mientras chequea que todo esté en orden   — Y en tanto vuelvo a esperar noto que unas vienen en busca del trabajo, pero hay otras que están con otra meta jajá, esa mente mía. En ese momento veo que sale una de ellas llorando y me sorprendo, miro a mariana enfrente de mí, ella solo me sonríe y baja la cabeza, no me menciona nada hasta que me vuelve entregar la carpeta  — Puedes tomar asiento— le agradezco y me oriento con una sensación muy rara en mí, me quedó pensando que le pudo haber pasado esa chica para que saliera de esa manera. Esperando mi turno voy contemplando como poco a poco van saliendo las personas y de la forma en que salen no es nada bueno. Luego de un rato sale la última chica  —Emma— me dice Mariana   — puedes pasar.— me levanto y tomo aire, la confianza que traía se fue, toco la puerta mientras espero, al fondo se escucha una voz gruesa, y espero que me haga pasar   — ¡¿Será que no piensa pasar?!— dice. Cuando escucho eso entro con más nervios que antes, poso mi mirada sobre la voz que me habló, él estaba de espalda  — Buenos días, señor Fleming — no me contesta, bajo la mirada, me quedo parada en el mismo sitio sin decir nada más. En un momento siento una mirada sobre mí, levanto mi cara y veo esa mirada que me traspasa y hace recorrer un frío por mi espalda. Aun así la sostengo y solo me mira en silencio, llega un momento que ya es incómoda.  —¿Será que se va a quedar parada ahí mirándome?— dice despectivo,  — Páseme la carpeta, no tengo todo el día para usted— entre dientes le digo idiota, pero al parecer tiene oídos supersónicos porque al decir eso frunce el ceño.  —Siéntese señorita del castillo— en mi pensamiento lo sigo maldiciendo nada más por la manera en que menciona mi nombre   —Bueno por lo que veo nunca ha trabajado en una empresa — dice  — Soy sincera y le digo que no, es mi primera vez— respondo con toda la confianza del mundo. Si pensó que me iba a intimidar está bien jodido   —¿Por qué te interesa el puesto?—pregunta el idiota, si ahora se llamara así   — Bueno mi anterior trabajo no era suficiente, ya no estaba cubriendo mis necesidades   — Entonces quiere el trabajo únicamente por el dinero—dice en una manera déspota — yo lo miro y solo digo lo más normal posible  — Si y no — él queda en jaque  — Se puede explicar señorita castillo —del castillo señor Fleming, me mira aún más con rabia  — Bueno estoy también por el sueldo, que no se puede negar que es bueno, pero de igual manera es unas de las mejores empresas y me gustaría adquirir experiencia.   —¿Cree que de secretaria lo va a adquirir señorita?   —Solo le menciono por algo se empieza señor Fleming ¿no cree?— él solo me mira frunciendo más el ceño,   —¿Qué se cree para contestarme de esta manera señorita del castillo? —y recalca mi apellido   —Como le he contestado señor Fleming— le digo de la misma manera que el dice mi apellido   —Creo que aún no se ha dado cuenta de que está hablando con alguien más grande que usted  —Me sale una risa que se escucha en toda la oficina y así mismo como me recompongo le contesto   —¿Y qué se cree usted? Que es superior porque tiene más dinero que los demás puede hacer lo que quiera con las personas, usted está equivocado señor Fleming.  — En eso me levantó para salir de esa horrible oficina con ese pedante de hombre. Puede que este como un dios griego, pero como persona es una porquería. En eso me sujeta del brazo causándome dolor, pero no se lo demuestro — ¿qué hace? ¡Suélteme!   —¿Quién le dio la orden de que se levantara de su asiento? — me dice  — Nadie me dio la orden para levantarme ¿qué se cree?— lo miro a esos ojos azules que me congelan el alma y trato de zafarme de su agarre, pero me sigue apretando aún más fuerte, sabe que me está haciendo daño, pero aun así no me suelta  —Veo que no me tiene miedo Emma— en la forma en que sale mi nombre de su boca no es tan agradable es maliciosa  —No le tengo miedo Alexander Fleming — y queda otra vez en jaque —ahora le pido que me suelte sino   —¿Sino qué Emma? ¿qué va a hacer?—dice — En eso le doy una bofetada y salgo de esa oficina como alma que se lleva el diablo  
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