La protegida

Es media noche y me sacan con brusquedad de la cama, mi padre grita y mi madre se apresura a poner algunas cosas en una maleta que me entrega, no dejan que me vista, mi padre instruye a dos de sus hombres para que me dejen en un sitio determinado. —¿Qué pasa, papá? —Debes irte ahora. —¿Por qué? ¿A dónde? —No es momento para dar explicaciones. —Deja que me vista... —No hay tiempo, vete ya, vete, llévenla hasta el avión, vayan ahora —grita, comienzo a escuchar los helicópteros. Siento debilidad en las piernas, me pongo las pantuflas y sigo a los hombres de mi padre que me guían hasta afuera, mi cuerpo tiembla porque no entiendo nada, Luis es uno de los que me lleva, cuando me doy cuenta comienzo a interrogarlo, pero sabe tan poco como los demás. —Hay una orden de allanamiento en contra de tu padre, ya vienen para acá, le avisaron, pero no da tiempo de que salgan todos, él hará frente al allanamiento, pero debes salir lo antes posible, sus enemigos querrán ponerte las manos encima. —¿Enemigos? ¿De qué habla? ¿Por qué lo van a allanar? —Camelia, no hagas preguntas, por favor, solo vámonos. Corremos hacia la parte trasera de la casa, salimos hasta la calle contigua y me suben a un auto n***o sin placas, maneja el otro hombre y Luis se sienta a su lado, quedo sola atrás con el bolso que mi madre me preparó, muero de angustia por ella. —¿Qué pasará con mi madre? —Está saliendo ahora mismo también, pero a otro destino. Todo va a estar bien, Camelia, calmate. Me miro y solo visto una bata de seda corta y mis pantuflas, reviso el bolso y, además de mis documentos solo hay un par de mudas de ropa, joyas y dinero en efectivo. —¿Mi telefono? —No, Camelia, no, debes dejar todo atrás, solo yo sé con quién te quedarás, esa persona te dará una nueva identidad, mientras tanto trata de dormir, relájate. —¿Cómo me pides eso? —Todo va a estar bien, tu padre sabe lo que hace, solo te pone a salvo. Trago grueso y me toca creerle, si a alguien puedo creerle es a él, siendo guardia de mi padre no podía a aspirar a tener nada conmigo, sin embargo lo tuvimos, casi tuve mi primera vez con él, pero se negó dice amarme demasiado para hacerme eso sabiendo que no se podrá quedar a mi lado. Yo lo amo, o eso creo, estoy enamorada, sé que quizás es un tonto romance juvenil, y una de las cosas que me duele dejar atrás es precisamente él. —¿Qué pasará contigo? —Me iré lejos también, te buscaré algún día, Camelia. Por ahora debes estar protegida. —¿A dónde voy? —Ahora no puedo decirlo, lo sabrás. Llegamos al aeropuerto, corremos hacía un avión privado que está a punto de despegar, pero ninguno de los dos hombres me acompañará, Luis me abraza, cierro los ojo y me aprieto a él con una mezcla de rabia, miedo y amor. Se inclina sobre mi oído. —Irás con tu padrino, mi rubia hermosa —susurra. —¿Mi padrino? —Te espera, él te cuidará, ya tu padre y él conversaron, cuidate, te prometo que nos volveremos a ver —dice y se aleja, subo al avión mirando hacia atrás y retirando mis lágrimas, me echo sobre un asiento y me ato el cinturón de seguridad, me abrazo a mi misma y cierro los ojos deseando caer en un sueño profundo esperando que todo sea una pesadilla. Despierto y me incorporo en el asiento del avión, abro las ventanas y veo que está amaneciendo, busco a la azafata y esta me mira sonriendo. —Ha dormido profundamente, llegaremos en par de horas. —¿A dónde? —Madrid. Asiento y me levanto para cambiarme de ropa, solo hay un conjunto deportivo y un jean junto con un par de blusas, me pongo el conjunto deportivo y los zapatos, me amarro el cabello en una cola y me recuesto de nuevo a la ventana. No recuerdo a mi padrino, sé que es un hombre importante. Me visitaba cuando era niña, pero después de un tiempo no lo hizo más. Sé que es poderoso y adinerado, no sé nada más de él: Cósimo Orsini, eso es todo lo que recuerdo de él, su nombre. Aterriza el avión y el miedo me invade, miro hacia los lados angustiada sin saber que hacer o a dónde ir, ¿cómo se si no me lleva gente mala? No recuerdo nada de mi padrino. Salgo del avión fingiendo que sé que hacer y a dónde ir. La azafata me detiene. —No tienes que hacer migración, está arreglado, ven conmigo —dice mirando hacia donde está el piloto que conversa con otro que estaba esperándolo abajo. La sigo y me conduce hasta un pasillo que nos lleva a una salida, trago saliva; recuerdo que la mujer asintió en dirección de Luis cuando llegamos ante el avión, eso me da tranquilidad, sé que es de las nuestras, salimos por una calle trasera donde hay un auto n***o elegante esperando, me hace subir y me sonríe nerviosa mientras mira hacia los lados. —Cuidate, ya estás en manos del señor Orsini. Corre por donde salimos y se pierde, miro al chófer que es un hombre mayor de cabello canoso. —Bienvenida, señorita Camelia. No debe recordarme, he sido chofer del señor Cósimo desde siempre. Su padre y su madre siempre lo visitaban. —¿Su nombre es? —Iñaki. La cuidaré, seré su sombra —dice y se ríe —, bueno exagero, la verdad aquí estará bien protegida y cuidada, en la villa a dónde iremos esta Rosa, no debe recordarla tampoco, pero ella le hacía unas galleta que eran de sus favoritas. —¿Villa? ¿Aquí en Madrid? —No, iremos por carretera hasta una villa que queda a dos horas. El patrón valora mucho la privacidad así que se mudó al castillo que heredó de su padre. —¿Un castillo? ¿Y quienes viven con él? —Solo, él y sus empleados. —¿No es casado? Se echa a reir. —Ya quisieran muchas atraparlo, pero no se deja. El patrón es selectivo. Pongase cómoda que el camino es largo. Le pido que me preste su teléfono móvil, duda, pero termina cediéndomelo. —Ya vi que será como cuando era pequeña, imposible decirle que no. Le sonrío y le aseguro que lo recuerdo, de forma muy vaga, aunque sí, él y la señora Rosa que mencionó me cuidaban, deben ser los empleados más antiguos de mi padrino, él nunca estaba en casa y cuando mis padres lo visitaban yo solo vagaba por su casa y eran ellos quienes me atendían, quedo conmocionada al leer las noticias tras poner el nombre de mi padre en el buscador. Esta mañana ha sido puesto bajo custodia el empresario Adolfo Leighton, tras un allanamiento que fue practicado entre horas de la noche y de la madrugada por denuncias de corrupción y lavado de dinero en las que estarían envueltas al menos tres de sus compañías y un gran número de sus ejecutivos, la cifra de la que se habla supera los veintitres mil millones de dólares, el empresario de origen británico ha sido puesto a la orden de la fiscalía esta mañana así como su esposa mientras se adelantan las investigaciones del caso, no había nadie más en el domicilio. Solo pienso que mi madre decidió quedarse junto a mi padre, ella tenía tiempo de salir de la casa como lo hice yo, tengo tantas preguntas.