“Estudiar es un lujo”
Lunes, universidad, clases, examen.
Llego a clases sumida en mis pensamientos, repasando mentalmente lo que estudie en la noche. Si o si, debo aprobar este examen. Entro al salón de clases, sin prestar atención a nadie, tomo asiento como siempre en la primera fila, la última vez que me senté al final, perdí un examen y gane una detención, sí, como lo leen, detención por mala conducta, cuando solo me negué a pasarle las respuestas a mi compañera de al lado y ella armo un escándalo, la mande a callar amablemente, hasta que me enfado con sus comentarios fóbicos, y la mande a la mierda. Toda la clase volteo a verme sorprendidos, y el profesor me pidió que me retirara de su clase, también me dijo que ni pensara en repetir el examen, porque me pondría igual mala nota. Allí entendí que hasta los profesores eran xenofóbicos, y todo porque no soy argentina, gracias a Dios el solo daba una materia en esa universidad, no me toparía nuevamente, y si, pase su materia por un milagro de Dios.
Me acomodo en mi asiento, sacando mis apuntes para repetir por última vez el estudio, el profesor tarda unos minutos en llegar, y cuando lo hace esta todo sudado, todos lo miramos incrédulos.
—Buenos días, chicos. Lamento llegar tarde, tuve un comienzo difícil hoy… Les pasare la hoja del examen mientras voy a cambiarme. No pueden resolver nada hasta que vuelva— saca de su maletín una carpeta llena y se la tiende a Lucas, quien está a mi lado.
—¿Mientras… es válido repasar el tema?— pregunta uno detrás de mí.
—Si claro, Lucas, pasa las hojas— ordena saliendo del salón.
Lucas se levanta de su asiento cumpliendo la orden del profesor, me pasa una hoja, y luego va haciéndolo con el resto, verifico las preguntas y noto que son sumamente fáciles de responder, me será pan comido, escucho los murmullos de todos mi compañeros de clase, volteo a verlos y todos andan apurados leyendo los libros, desaplicados, no me quiero imaginar cómo harán con las pasantías ¿cargara todas las leyes encima o qué? Vuelvo la vista a mi hoja, centrándome en ella, todas las respuestas son las que repase, y algunas que memorice por ser leyes, nunca se le puede cambiar ni una coma a un artículo.
—Para ser que la becada estudio mucho— escucho a mi lado. Ignoro el comentario racista. No te pongas a su nivel, Alina, solo quieren molestarte. Ignóralos. A todos.
—Sí, es una sabelotodo...— la voz de una de las chicas me pone los pelos de punta, la última vez que una chica me dirigió la palabra en tono ofensivo termine perdiendo un examen, me molesto de solo recordarlo.
—No seas boludo, que es ella en una cerebrito de la universidad, será mejor dejarla en paz… con ser venezolana ya tiene— me hierve la sangre de solo escucharlos hablar así. Suspiro lentamente, relajándome, ya, Alina, solo debes presentar este examen y te podrás ir. Nada más tienes esta materia hoy, relax. Me repito mentalmente.
—Tan lista no debe ser estando aquí…— se callan cuando el profesor entra al salón rápidamente. Ocupa su lugar en el centro de la clase con su desparpajo de siempre.
—Bien chicos, lamento la tardanza, ahora sí, dictare las pautas del examen, espero que hayan estudiado muy bien— musita mirando detenidamente a todos. Algunos asienten otros bufan aburridos, hastiados.
—Profesor una pregunta.
—Dime.
—¿Si pierdo el examen, como podría recuperarlo?— su voz seductora es evidente, estúpidas. El profesor niega, sin interés en su tono.
—Ya he hablado con todos ustedes acerca de perder un examen conmigo. Repetir la materia es lo que les queda, no quiero otra pregunta de ese tipo, el próximo que quiera preguntar tonterías puede retirarse, es más si la materia no es de su agrado, entonces están estudiando la carrera equivocada, ahora sin más inconvenientes, procedemos a las pautas. Vale.
Todos asentimos, ese tono de voz serio con algo de molestia fue contundente.
—Bien, el que vea copiándose automáticamente tiene 00, el que hable con su compañero, o cualquier cosa con su compañero tiene 00, nada de pararse de su puesto, nada de hacerme preguntas que para eso estudiaron, nada de revisar sus bolsos que nos conocemos, nada de mirar a los lados, nada de responder preguntas con tonterías, el que diga al final que no estaba listo para el examen, también tendrá 00, no quiero chistes, en fin, nada que pueda perjudicar la hora del examen. Tienen 45 minutos para responder esas 8 preguntas. Estoy vigilándolos, ok.
Muchos quedan con sus bocas abiertas, mientras que yo no pierdo el tiempo y comienzo a responder las preguntas que ya tengo la lengua las respuestas, termino las primeras 5 rápidamente, la 6 me come la cabeza un rato y decido saltarla. La 7 esta fácil, y la 8 es un análisis del artículo que considera más importante, vuelve a la pregunta 6 respondiéndola, y me quedo haciendo el análisis, del capítulo que habla de los migrantes en Argentina. Termino rápido, de hecho soy la primera en terminar, guardo mis cosas sin apuro, observo que todos están pensativos con las respuestas, me encojo de hombros en mi mente, restándole importancia, es su problema no mío, no tiene por qué interesarme, tomo mi examen, y paso a dejárselo al profesor.
—Listo— hablo tendiéndoselo. Me mira impresionado.
—¿Segura? ¿No quieres cambiar o agregar algo?— pregunta viendo la hoja de refilón.
—No, estoy segura de lo que respondí, para eso estudie— hablo con seguridad impresa en mi voz.
—Vale, Alina, puedes retirarte.
—Gracias.
Salgo de la universidad tranquila, segura con todas mis respuestas, confiada en lo que hice. Camino hasta mi trabajo en el café, que queda cerca de la universidad, unas 2 cuadras. Apenas son las 10:15 de la mañana, es temprano para ir, pero no tengo más nada que hacer, tal vez pueda comer algo allí mismo, y no tener que volver a casa. Llego al local sumida en mis pensamientos, ya casi se acaba el mes, toca pagar todos los servicios, el alquiler, comida, medicinas, cosas de Valentina, mis cosas, bueno las de todos. Presiento que nos faltara dinero como el mes pasado, en este país nunca es suficiente, siempre tiendes a necesitar más de la cuenta. Algo que detesto sinceramente. Al menos en Venezuela, no teníamos que pagar por nuestra casa, era de nosotros, bueno sigue siéndolo, solo que ahora la está cuidando un primo de mamá. Como dicen allá “La deje al cuido” solo esperemos que no nos pase como a muchos, que les quitaron las casas por irse del país.