Capítulo 2

3437 Words
Me encuentro con la vista en una de las revistas que vendemos en la tienda, todas, absolutamente todas hablan de ese nuevo empresario, pero nada de ese nuevo emporio que será de él. Mamá se mantiene sonriente mientras atiende a un comprador, yo continúo pasando mi tiempo en la tienda. Termino de ver toda la revista y le dejo sobre mi silla mientras me levanto y voy por uno de mis chocolates favoritos, mamá continúa en su plática mientras que por mi lado opto por comer chocolates gratis. Hoy es mi salida con Aramis e Irene, mi mejor amiga no ha dejado de escribir todo el día, todo con el fin de que no olvide la salida. Y lo cierto es que, realmente no la olvidare, ansió salir un largo rato, hace ya mucho tiempo que no lo hago, que no tengo una salida a fiestas, a tomar un poco. –Gahil, iré por unas cosas a la casa, regreso en un momento –asiento y mamá termina por irse junto al cliente quien toma camino al lado contrario de ella. Un ligero bostezo brota de mis labios y en ese momento la puerta de la tienda se abre de golpe. Una mujer un poco regordeta y con mala cara llega, tomo un suspiro y apoyo mis codos sobre la vitrina. La observo en la distancia con tranquilidad, si su forma de ser no fuera tan arrogante fuera una gran vecina, pero es todo lo contrario. Si la señora Rinaldi no fuera tan malhumorada y curiosa en el vecindario, sería tan fácil de adorar. Se me hace extraño no verla acompañada de su compañera fiel, una Shih Tzu color café y algunos destellos claros en su largo pelaje, es su acompañante todo el tiempo, esta vez es extraño no verle junto a ella. –Llevare todo esto –dice, asiento y comienzo a facturar sus cosas, la señora Rinaldi tiene quizás mi calculo, cincuenta años de edad, pero a pesar de eso, luce muy joven. Es soltera, vive completamente sola... –Por favor niña, agrega unos caramelos de miel –asiento y termino de darle el costo de su compra. –Disculpe señora Rinaldi, sé que sonare entrometida, pero, ¿Se encuentra bien Danara? –sí, efectivamente Danara es su mascota. –Gracias por preguntar niña, Danara está bien, es solo que tuvo cita con el veterinario y le han inyectado algunas vacunas, ahora duerme –esbozo una sonrisa termino de contar el dinero, le regreso el cambio y guardo sus cosas en una bolsa. Ella sin decir nada más me da una corta sonrisa y termina de retirarse, es extraño, pero ese gesto hizo que mi piel se erizara, muy poco la señora Rinaldi saluda a los que vivimos en este pequeño vecindario, el que lo haga me sorprende mucho. La campanilla de la puerta suena y noto que es mamá, viene con algunas cosas de sus confecciones y le ayudo acomodarle. El estéreo de la tienda esta encendido, un bajo volumen, pero igual disfruto de la música que ahora colocan, tarareo mientras ordeno las cosas, luego escucho el carraspeo de mamá a mi lado y volteo a verle. –Para ti. Coloca un vestido frente a mis ojos, es una tela brillante color grisáceo, tiene una abertura no tan larga entre las piernas y un hermoso escote, pero no tan pronunciado. En la parte de atrás una especie de capucha, mangas cortas, es hermoso, no puedo negarlo. –Debes utilizarlo para tu entrevista de trabajo, hija, te quedaría estupendo –esbozo una sonrisa y asiento. –No debiste tomarte la molestia mamá, no había necesidad –niega y me abraza. –Mereces eso y mucho más mi amor, además siento que es muy simple, ¿No crees? –rápidamente niego. –Esta hermoso, mamá, de verdad, lo usare para mañana ¿Ok? Sonriente asiente y continúa arreglando otras cosillas más, observo el vestido, la mente comienza a buscarle combinaciones y sé que mis sandalias no tan altas color rojo harán una maravillosa combinación. Para ser honesta no sabía si ir a esa entrevista, suelo ser un poco insegura cuando de entrevistas se trata, pero iré, se lo prometí a mamá, se lo prometí a Calum. _ Después de mi largo día en la tienda atendiendo con mamá, ahora me encuentro arreglándome para la salida junto a mis amigos. Le he comprado un pequeño obsequio a Irene, solo espero que le guste. Van quince minutos de más, se suponía que era a las 19:00 hrs, pero voy retrasada, el teléfono no tarda en llenarse de mensajes provenientes de Irene. Es tan inquieta cuando de su fiesta se trata, así que, dándome un último vistazo en el espejo, retoco mi labial y arreglo mi cabello un poco ondulado en las puntas. El bañador lo llevo debajo de mi ropa y para la ocasión opte por una braga larga color azul cielo, para nada elegante, unas sandalias de corcho blancas y algunos accesorios. Tomo con prisa mi pequeña cartera e intentando ordenar rápidamente mi habitación apago la luz de esta y salgo con prisa. Intento no enredarme y caer de las escaleras, noto que mamá está saliendo de casa y al verme sonríe, al terminar de bajar las escaleras me doy una media vuelta y ella me da par de pulgares arriba. –Diviértete, Gahil, mis saludos a Irene, intenta no tomar mucho, hija, ¿Ok? –le abrazo y asiento. –Si mamá, descansa, prometo no llegar tan tarde, te quiero. –Y yo mi amor, no olvides que mañana es tu entrevista –asiento. –Seré responsable, lo prometo –ríe y me acompaña fuera. –Siempre lo has sido, Gahil. Esbozo una sonrisa, nos despedimos nuevamente y tomo rumbo a una de las calles cercanas para tomar un taxi. En eso el pitar de un coche me hace voltear, Aramis viene en el coche de su padre, se detiene y sonriente me observa. Subo a este y le saludo con prisa, coloco mi cinturón y enfoco la mirada al frente. Mi amigo no comienza a manejar y volteo a verle, su mirada fija en mí, el modo tan lleno de devoción al verme es notable, esbozó una sonrisa y niego. Le señalo la calle delante de él, como un chasquido de dedos asiente y comienza el trayecto al hotel donde Irene celebrara su cumpleaños veintisiete. –Gahil, debo decirlo, te ves hermosa –volteo a mirarle y sonrió. –Gracias Aramis, tú también vas muy guapo. Y, a decir verdad, es cierto, lleva una camisa de botones mangas cortas color azul, un jeans n***o, su cabello estilizado y esa fragancia que siempre lo identifica, vainilla y cacao. El trayecto al hotel es en completo silencio, observo la hermosa ciudad de Florencia, sus calles iluminadas, los enormes y antiguos edificios. Muchas personas caminando por las calles, disfrutando de la fresca noche y yo debo dejar de estar siempre hundida en casa. Debo salir más, explorar más, pero es que desde que papá se marchó, mi espíritu de aventurera se marchito. El coche desciende, volteo a un lado y noto que estamos en este lujoso hotel, quito mi cinturón, intento abrir la puerta del coche, pero Aramis lo evita. Con prisa baja y rodea el coche para llegar hasta mí, sonrió al ver su agradable gesto y tomando su mano, bajo del coche. La brisa fría y fresca logra que mi piel se erice, froto mis manos intentando darme algo de calor, y me hago la pregunta del millón, ¿Cómo se supone que utilizare bañador? Ambos nos adentramos al hotel, mencionamos que iremos a la celebración de una amiga en la terraza y nos dejan acceder al ascensor. Aramis se encarga de presionar el botón, el frio se apaciguo en cuanto entramos, pero sé que nuevamente al salir a la terraza será lo mismo, solo espero que mi cabello se mantenga intacto por unos minutos más. Las puertas se abren, la subida se me hizo eterna, el bullicio de personas y la música alta nos da la bienvenida. Noto algunas personas en trajes elegantes y otras no tanto, todo está mezclado, fiesta en la piscina y reunión de personas en trajes, que se yo. Aramis toma mi mano y con prisa tomamos camino a las puertas corredizas para salir a la terraza. – ¡Gahil! –la voz alta de Irene se escucha a mi lado. –Conejita, creí que no vendrías –la veo cruzada de brazos y sonrió mientras me acerco a ella y al llegar la abrazo. – ¿Cómo podría faltar? Es el cumpleaños de mi mejor amiga, ¿La has visto? –sonríe. –Si lo sé, estoy preciosa –asiento en acuerdo con ella. –Feliz cumpleaños, Irene, sabes que te quiero y siempre estaré cada cumpleaños a tu lado –nos abrazamos nuevamente y al alejarnos busco su obsequio. –Espero te guste. Ella procede a mirar su obsequio y un chillido brota de sus labios mientras que sonriente y dando saltos, me abraza. Saca el collar de la caja, el dije de una zanahoria y la huella de un conejo cuelga de ella. –Debes dejar de hacer esto, Gahil, me estas mal acostumbrando –sonrió. –Está hermoso, lo utilizare siempre. –Yo también tengo una para mí, así que ambas estaremos aún más unidas –asiente feliz y me rodea con su brazo. – ¿Preparada mi sexy conejita? Hoy nos emborracharemos, hasta quien sabe que palabras expulsaremos de nuestra boca –sonriente asiento y Aramis llega con un par de vasos. Felicita a Irene, ella va por su vaso de bebida y vuelve con nosotros, para Irene, sus únicos amigos somos Aramis y mi persona, su padre es un muy reconocido abogado y nunca ha tenido una ciudad estable donde vivir. Hasta que al llegar a Florencia decidieron ya no viajar más y quedarse acá, Irene no es muy fácil de sobrellevar, pero lo que si tengo claro es que es una romántica empedernida. Lo más curioso de todo es que heredo esa pasión de su padre, es parte del bufete de abogados de su padre, se especializo en eso y no es por nada, pero le ha ido bien en todo. Creo que de allí viene la manera en como no sabe lidiar con las personas, es sonriente, aventurada, fiestera, pero cuando de relaciones se trata, ella misma dice que tiene un cero. Nos encaminamos a la mesa donde ella se encontraba, noto que su hermana cuatro años menor que Irene esta también esta noche. Ivette me saluda entusiasmada, ella es muy, muy divertida, tiene ese jodido humor n***o que tanto me encanta. Aunque es menor que nosotros, es muy agradable salir de fiesta con ella, saluda Aramis y luego con unas cuantas palabras de agradecimiento de Irene brindamos por una maravillosa noche. –Irene, una pregunta –digo mientras estamos alejadas de Aramis e Ivette quienes están preparándose para ir a la piscina. – ¿Por qué hay personas con trajes? –Oh, al parecer había una cena de empresarios y esas cosas en este hotel, como esto es abierto al público, pues ahora estamos rodeados de muchos hombres cotizados –sube y baja sus cejas, me hace reír. –Por favor intenta mantenerte lejos de ellos, cuando tienes tragos de más comienzas alejarlos con tus no sé cuántas leyes, les asustas Irene, créeme, sus caras son de otro mundo –mi compañera ríe y asiente. –Lo prometo, ahora ven, vamos a tomar un shot de ginebra, lo necesito. Nos acercamos a la mesa, notamos que Ivette esta lista en su bañador de cuerpo completo, tiene un hermoso cuerpo, pero no es mucho de exhibirlo, su cabello lacio azabache sobre sus hombros, su hermoso maquillaje quedara a la historia. Ella y Aramis se disponen hacer una carrera hasta la piscina donde ya se encuentran muchas personas. El frio comienza hacer soportable, el poco alcohol que he ingerido me ha ayudado mucho, Irene se entretiene sirviendo los shot y entre gritos Aramis e Ivette se lanzan dentro del agua. Rio al verlos, por mi lado esperare solo un momento más, opto y quiero disfrutar un poco del ambiente. Observo a mí alrededor, parejas entretenidas entre besos, otras personas bailan, grupos de personas brindan, muchas luces de colores iluminan el lugar, enfoco mi vista en la barra donde sirven el licor y noto a una sola persona apoyada a la barra. El montón de luces de colores me dificulta un poco la vista, pero de pronto al enfocarla más, la mirada de lo que se es un hombre me mira fijo. El sonido de dos copitas de shot me hacen espabilar y aparto mi vista con prisa. Irene me entrega mi trago y a la cuenta de tres lo tomamos. Suelto un grito y alzo mis brazos para dejar muy en claro que ese trago, estuvo fuerte, pero maravilloso. Irene ríe y pide dos copas de vino a un chico que casualmente paso por nuestro frente, la música es muy buena, y debo recalcar que soy buena bailarina, así que, dejando mis cosas sobre la mesa y a la vista, tomo de la mano a mi mejor amiga. –Como siempre debemos tener nuestro momento de baile sensual –la risa de Irene se me contagia y nos adentramos a la pista de baile. La exquisita voz de Sam Smith cantando Dance se escucha tan fuerte que las voces de las personas son solo susurros. Irene y yo reímos mientras bailamos, ella mueve su cuerpo muy sensual al igual que yo, en ese momento el chico al que le pedimos un par de copas de vino aparece y nos las entrega. Lo detallo mejor y me doy cuenta que él no es ningún trabajador y que lo cierto es, que está realmente interesado en mi amiga, lastima por él, no sabe a lo que se enfrenta. Tiene una muy bonita sonrisa, su cabello es castaño claro, no muy abundante y estilizado hacia atrás. Hace un momento solo llevaba una camisa de vestir blanca y un pantalón n***o, ahora lleva consigo un saco que hace juego con su pantalón y aquí es donde nos damos cuenta que es parte de ese grupo de personas que visten con elegancia. Me aparto un poco de ambos, comienzo a bailar sola. Coreo junto a las personas la canción, cierro mis ojos y esbozo una sonrisa. Hacia bastante tiempo que no tenía una salida, un momento y un respiro, una canción más movida reemplaza la de hace un momento y los gritos de las personas me contagia y sin importarme un carajo me doy un sorbo de mi vino y continúo bailando sola. Agito mi cabello para apartar un poco el calor que ahora me abraza, me doy un sorbo más de mi copa y un chico de pronto baila junto a mí. Le sonrió y me imita, bailamos por el resto de la canción y al notar que no tengo vino en mi copa, me disculpo con él, me aventuro entre las personas para ir a la barra y pedir una copa más. Logro salir con dificultad de la masa de personas, con un traspié logro estabilizarme y echar a ambos lados mi cabello para así apartar el sofocamiento. –Disculpe –le hablo a un señor de espalda, este voltea y asiente. –Una copa de vino. –Por supuesto, señorita –me sonríe, le imito. Inconscientemente muevo mis hombros al ritmo de la música, en eso me mantengo mientras espero por mi copa, estoy realmente considerando el hecho de volver y entrar a la piscina. Mi cuerpo al tomar solo un poco de alcohol comienza a pasarme factura poniéndose caliente, es algo bueno cuando hay frio, pero ahora no es momento para eso. El agradable señor regresa y sonriendo me entrega la copa, le agradezco con un asentimiento y antes de volver me tomo un sorbo del maravilloso vino. Al girarme me encuentro con un cuerpo robusto, alto y atlético, la copa de vino se derrama en toda mi braga azul y un ligero chillido brota de mis labios. –Dios, no, mi vino –digo mientras intento limpiar algo que claramente es imposible. –Carajo... –Lo siento, belle dame –voz ronca, acento un poco extraño, enfoco la mirada al frente y con dificultad lo observo, esta algo oscuro. –No fue mi intensión, asustarle, excusez–moi. –Calme, rien ne se passe... –paso a su lado, pero me detiene tomándome de mi antebrazo. –Muy perfecto su francés, madeimoselle... –gracias a Calum por esas clases de francés. Le miro con curiosidad, de este ángulo su rostro está más iluminado, ¿Dónde le he visto? –Merci, ahora si me disculpa, debo volver con mi amiga –frunce el ceño y asiente. –Un placer conocerle, lamento haber arruinado su traje, esta... –le miro fijo, sonríe. –Magnifique –sonrió de boca cerrada y asiento. –Disculpe usted, pero, ¿Nos hemos visto antes? –me mira fijamente y niega. –No lo creo, recién volví de Francia –se encoge de hombros. –Y nunca olvidaría tu rostro si así hubiera sido. –Ok... –siento de pronto un calor más intenso. –Discúlpeme, quizás me confundí. Asiente y al ver que ni siquiera hace un gesto, me doy media vuelta y nuevamente me adentro a la masa de gente. Al lograr salir me encamino a la mesa donde se encuentran los chicos, Irene salta de inmediato sobre mí, el chico con quien bailaba estaba a su lado. – ¿Qué ocurrió Gahil? ¿Todo bien? –asiento. –Solo tropecé con un hombre y vacié literalmente todo el vino sobre mí –hago un mohín. –Por eso digo que no hay nada mejor que traer ropa extra –quien habla es Ivette, me sonríe. –No te preocupes traje algo de ropa, ya sabes soy un desastre tomando, me quedare en bañador para así no ensuciar mi otra vestimenta, colócate la mía, Gahil –me guiña y le agradezco. Decidida a darme un baño en la piscina paso a quitar mi braga, Aramis se mantiene atento, observo que Ivette le da un ligero golpe en la cabeza y este entre quejas aparta su mirada de mí. Irene hace lo mismo, se despoja de su ropa para quedar en bañador, el chico que está en la mesa la observa, yo a todas estas, ni siquiera se su nombre. Ya sin la braga puesta y sin mi calzado, una corriente de brisa fría logra que se me erice todo el vello de mis brazos y piernas. Ivette aparece con su móvil para conmemorar esta noche con una foto y eso hacemos, reímos mientras lo hacemos, Aramis nos toma una de cuerpo completo a las tres. –Adriano, volveré a casa –al escuchar su voz, las tres con prisa volteamos y lo observamos. – ¿Santos Muzzir? –Ivette exclama asombrada, pero solo nosotras fuimos capaces de escucharla. –Imposible... – ¿Santos? ¿Muzzir? ¿Santos Muzzir? –ese nombre, confundida vuelvo a mirarle su mirada esta fija en mí, esboza una corta sonrisa. –Oh Dios... El hombre quien hace un momento estaba con Irene, esta delante de él, ambos hablan, yo me encuentro totalmente asombrada por mi manera de olvidar con prisa a las personas. Así que quien hizo que el vino se derramara en mi braga es ese empresario famoso que llego a Florencia, a quien investigue un poco por medio de sus r************* . Adriano, quien ya sabemos no es ningún camarero vuelve y se despide de Irene, ella le sonríe y él tomando sus cosas vuelve donde Santos Muzzir. Este no aparta su mirada de mí, trago con dificultad y recuerdo que estoy en bañador, nos miramos por unos segundos y luego dándose media vuelta se termina de marchar. Una extraña sensación se aferra en la boca de mi estómago, espabilo y vuelvo a concentrarme en el ahora, las chicas no salen del asombro de haber visto a Santos. Por mi lado me siento una completa idiota, –si así podría decirlo–, ya que solo fue ayer cuando supe de él y así tan de prisa había olvidado todo. Lo que si me ha quedado muy, pero muy claro, es el hecho de que es aún más guapo que por fotos, intrigante e interesante, como dijo la chica del programa, el sueño de toda mujer.
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