Bellum

2081 Words
Los días pasaban y para él, la búsqueda no había dado fruto, sin embargo, Ela, sí logró encontrar información relevante acerca de la ubicación de la hija qué le correspondía. Estaban a punto de encontrarse en el lugar acordado y ella estaba emocionada por hablarle acerca de su descubrimiento. Quizás, también por qué finalmente volvería a verlo, luego de la despedida sensible qué él ofreció.  ― Ni un rastro de ella. Ni siquiera es mencionado ― Espetó enojado y abrumado. Ella conocía a Metatrón desde hace mucho tiempo y notó su impaciencia.  ― La encontré ― Mencionó sin dar espacio a qué se siguiera torturando con el fallo.  ― ¿La ubicaste? ― La miró, ilusionado. Ciertamente aún quedaban dos hijas más por hallar, pero ubicar una, les aligeraba el peso del encuentro con la deidad.  ― Si. Realmente no fue difícil ― Aligeró el enorme trabajo qué le costó ubicarla, no lo quería angustiar, por lo menos, por un espacio corto de tiempo.  ― ¿Dónde está?  ― Justamente por eso, necesitaba verte.  ― ¿Qué pasa? ― Está en otro lugar, es qué no entiendo bien lo de las ciudades y esas cosas. Pero tengo la ubicación  ― Debemos llegar allí.  ― Yo, no puedo ― Expresó preocupada.  ― ¿Qué  pasa? ― Es… ― Trataba de recordar el nombre ― Una clínica o algo así. ― Metatrón trataba de orientar los pensamientos para encontrar eso, qué ella quería decirle.   ― ¿Está bien?  ― E… Exactamente, no. ― Murmuró. ― Pero está viva ― Intentó animarlo hablando con efusividad. ― Ela… por favor.  ― Si… si. ― Dejaba entre ver, lo nerviosa qué estaba ― Está en una clínica por un trastorno, algo qué tiene qué ver con sus pensamientos y… ― ¿Y? ― Metatrón estaba irritado. Hizo un gesto con la mano para invitarle a terminar la oración.  ― Le hicieron mucho daño, más qué a las demás. Es algo qué no entiendo ― Se giró y gesticulaba, mientras movía sus manos. Lo qué descubrió, realmente le afectó.  ― ¿Qué pasa? ― Él se acercó para poner una mano en su hombro, tratando de aliviar la visible angustia qué le sofocaba.  ― La violaron, entre veinte hombres. Era una niña ― Ela sentía el dolor en su pecho, pero ella no había experimentado la tristeza en el jardín. Ahora, en el cuerpo de un mortal, estaba enfrentándose a sentir, algo más qué la felicidad. De repente, lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y cuando el líquido se derramó sobre sus mejillas, hasta llegar a la comisura de sus labios, ella se sorprendió intensamente.― ¿Qué pasa? ― Preguntó aún más preocupada.  ― Lloras ― Señaló él, con una ligera sonrisa dibujada en su rostro.  ― ¿Llorar? Pero si yo… ― Quería señalar qué una criatura como ella, no podría sentir más qué felicidad y fidelidad. Pero recordó lo obvio, ahora estaba en un cuerpo mortal y los sentimientos qué antes eran anulados, entonces se manifestaban con más claridad. ― Si claro, el paquete completo, del mortal.  ― Lamento qué te sientas afectada. Imagino qué lo qué descubriste, es algo delicado.  ― Era una niña, volvía del colegio o algo así y … ― Se le entrecortaba la voz ―Un par de hombres le subieron a un bus. Se escuchó qué lo hicieron entre veinte, todos ellos eran del mismo lugar donde ella vivía. La conocían… ― Luchaba por no sentir esa emoción qué oprimía su pecho y le apretaba la espalda. Como si quisiera arrebatarle la respiración, esa con la qué hasta ahora, comenzaba a familiarizarse.  ― Comprender su comportamiento, es difícil.  ― Son impulsivos e ingobernables.  ― Intuyo qué lo dices, por lo qué estás viviendo. ― Este cuerpo está más gobernado por las necesidades, qué por el razonamiento. Es difícil controlarlo.   ― Entonces si lo dices, por lo qué vives …― Concluyó insinuando un punto, qué ella detectó de inmediato.  ― No… no. ― Se giró para encontrarse con sus ojos, él mantenía la mano sobre su hombro. ― No estuve contigo por las ocurrencias de la mortalidad. Lo hice porque eso lo sentía desde antes. Desde qué nos presentaron, cuando me crearon. Se acercó hasta él para besarlo.  ― Necesitamos encontrarla ― Sugirió para acortar el beso.  ― No puedo entrar en el lugar. ― Señaló su cuerpo.  ― Lo haré yo, dame las indicaciones y yo llegaré por ella.  ― Ese lugar está expuesto a cualquier entidad. ― La preocupación la invadió de nuevo.  ― Estoy protegido, lo sabes.  ― Si, pero… ― Estaba por mencionar lo qué más miedo le causaba, de todo el evento con esta hija. ― Ella está por todos lados. Es “su” lugar ― Reforzó.  ― Ella… ― Meditó ― Imaginé qué pasaría. Pero debo hacerlo.  ― No quiero perderte ― Acarició su mentón y deslizó los dedos por sus labios. ― Solo una más ― Rogó.  Él quería resistirse al deseo de tomarla, pero las imágenes del evento anterior le incitaban a lo contrario. Ela deslizó la mano por el pecho del hombre, todo el tiempo lejos, solo le hizo ansiar tenerlo de nuevo.  ― Necesito salir ahora ― Susurró Metatrón mientras besaba su cuello. Estaba decidido a irse, lo qué más debería importarle en este momento era cumplir con la tarea asignada y tener sexo con Ela, solo atrasaría el evento.  ― Yo necesito ser tuya, mientras tengo este cuerpo mortal. No puedes negar qué me deseas― Tomó la mano del hombre y la deslizó sobre sus pechos, ahora toda la corriente de deseo recorría el cuerpo de él y era imposible resistirse. ― Una vez más ― Le susurró en el oído y el deseo se desbordó con la última gota.  ― Ven ― Tiró de ella y la recostó sobre la cama con un empujón. Ela gimió y ahora, ya no existía una posibilidad de detenerse. Una vez más, entregaría su cuerpo. Solo qué en esta ocasión, el deseo les hizo olvidar, la necesidad de protegerse, para qué su energía no fuera leída.  ― Debes irte ― Mencionó con la respiración agitada. ― Ahora ― Le gritó. ― ¿Qué pasa? ― Preguntó con cierta despreocupación. Luego del fogoso encuentro, no le daba mucha importancia a nada más, qué no fuera recuperar el aliento. Tener este tipo de relaciones, les restaba energía, aunque su inmortalidad se mantuviera intacta.  ― Vete Metatrón, vete ahora mismo.  ― ¿Qué pasa? ― Ahora era él quien gritaba, al ver la angustia marcada en el rostro de Ela.  ― Estamos expuestos ―  Tan rápido como ella lo mencionó, entró en sus pensamientos y detectó la gravedad de su conclusión. Quedaron expuestos al liberar sus energías por el encuentro s****l, sin activar ningún tipo de protección.  ― Debes irte, también ― Se levantó de la cama y tiró de ella, para sacarla de la habitación.  ― No, yo estaré al frente para distraerlos ― No se movía a pesar de la fuerza qué él ejercía, tirando de su brazo.  ― No tienes  nada a favor, más qué un par de movimientos. No lograrás ganarles.  ― ¿Ganar? ― Se burló ― Es lógico qué no lo haga. Pero no podrán llegar a ti, sin acabar conmigo.  ― ¿Estamos atados? ― Si, la energía se ató en el encuentro, tienen qué matarme para hallarte. Mientras lo hacen, ubica a las hijas, necesitas llevarlas y tal vez, la deidad te ofrezca el perdón de mi alma.  ― Te perderé.  ― ¡Puf! ― Rechistó ― Tan poca fe le tienes a Dios. Sé qué me perdonará si les llevas a las hijas.  ― No puedo perderte ― Ahora él estaba temeroso.  Enfrentarse a su mayor enemiga, en la búsqueda de la hija,  no le asustaba, a pesar del riesgo y el daño qué pudiera generarle. Perder a Ela, era algo qué sí le causaba terror.  ― No lo harás, pero vete … Por favor ― Rogó y de nuevo las lágrimas se esparcieron por su rostro ― ¡Mortalidad! ― Renegó.  Le regaló un último beso, uno qué no se sintió intenso. Más bien, en el encuentro de sus labios, transmitieron todo el amor, qué no se habían declarado. Y se marchó. La dejó con el temor de enfrentar lo qué tanto daño pudiera hacerle, aunque ella lo hubiera sugerido. La tristeza le embargó, tal vez por qué ella esperaba qué él decidiera combatir a su lado. Eso solo le dejaba en claro, qué para Metatrón, no había nada más importante qué defender la fidelidad qué le tenía a su Dios.  El clima del lugar se templó y la luz qué iluminaba, se dispersó para dejar la habitación en la oscuridad total, una qué ella reconoció, como el momento de lucha.  Un golpe le desvió la mandíbula, haciéndola sonar en el impacto. Chilló, con un gritó extravagante, pero qué solo era oído por las entidades qué se encontraban junto a ella. Trató de orientarse, necesitaría ayuda, invocar un par de criaturas, de los ejércitos celestiales, le ayudaría para alargar un poco el tiempo de su muerte.  Mientras lo hacía, un segundo golpe sacó el poco aire qué mantuvo en sus pulmones y el dolor de la impresión le hizo doblarse hasta caer de rodillas.  Le tomaron del cabello, lo sintió por la fuerza qué tiraba su cabeza hacía atrás. Ella apretaba los ojos, pero de alguna manera, demasiado dolorosa e incómoda, le obligaron a abrirlos. La entidad quería qué mirara su rostro antes de morir, más qué un deseo, la hacía para qué liberara la energía de Metatrón y poderle seguir.  ― Sonríe, cariño ― Una voz aguda, le lastimó los oídos.  ― ¡Tu! ― Gritó y escupió el rostro deforme de la entidad qué estaba frente a ella. ― Pobre Ela, entregó su vida mortal, aún sabiendo qué perdería su inmortalidad, todo por salvarle el pellejo a Enoc.  El conocimiento de la entidad le produjo escalofríos. Era conocido en el jardín, qué ellos manejaban información qué fue robada, desde hacía mucho tiempo. Y, qué las identidades celestiales, habían sido vulneradas. Pero conocer el origen de Metatrón, era algo qué estaba más allá. Ahora qué lo advirtió, comprendió qué Enoc necesitaba algo más de tiempo. Escuchar su nombre, el verdadero, el oculto, le dejaría en desventaja absoluta frente a ellos.  Retomó la fuerza  y se levantó para golpear, en lo qué parecía ser un rostro. Ellos no tenían forma definida y no poseían cuerpos humanos, sin un permiso especial, uno qué hacía mucho tiempo, no lograban conseguir. La resistencia de la corporeidad a la qué se enfrentaba, era superior a la qué imaginó. El golpe de Ela, ni siquiera influyó a su contrincante, al contrario, le permitió leer la fuerza de ella y revertir el ataque con mayor potencia, enviándola hasta la pared, esta vez, fracturando sus costillas por el impacto. Lágrimas salieron de sus ojos y recorrieron  sus pómulos, quería ocultarlas pero era inútil, no lograba mover su mano o brazo para limpiarlas.  ― Lloras ― Se burló frente a ella. Levitaba y Ela notó qué en lugar de piernas unas ramificaciones alcanzan a rozar el suelo, sin apoyarse en él. Intentaría tomarla de ellas, algún impacto ejercería, probablemente para desestabilizarla y dar un poco de tiempo para recuperarse e intentar invocar de nuevo por la ayuda.  Trato de concebir la fuerza, desde la poca energía qué su alma aún mantenía, la qué le permitía atarse al cuerpo mortal. Consiguió mover las manos, pero era una lucha entre permanecer en el cuerpo o usar la energía para tomar la entidad, lo qué la sacaría del cuerpo. Se inclinó para hacerlo y la tomó por las ramificaciones. El movimiento tomó por sorpresa a la forma y en efecto le desestabilizó, en el suelo, Ela retomó su cuerpo, justo antes qué la entidad se re incorporara. Saltó sobre ella y recitando una protección, le dejó disminuida a nivel del suelo, como un elemento bidimensional.  El efecto no duraría mucho tiempo, era algo pasajero para controlarla, mientras intentaba aferrarse a su mortalidad o ella perdería mucho más qué el alma, al perder ese cuerpo.  En su mente solo se repetía el nombre de Metatrón y el peligro qué corre, si un ente tan pequeño como el qué le atacó, conoce tal secreto, era seguro qué su enemiga, también lo tuviera. Y la búsqueda de la hija, sería mucho más, qué complicada.
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